Hace tiempo no escribía. En parte por falta de tiempo, aunque la falta de ganas estuvo también presente. En todo caso, dado que estamos en épocas electorales, un post sobre el comportamiento de los votantes no viene mal. Aunque el titulo de mi post toma la famosa frase de
Aldo Mariátegui, no voy a sostener en este post la teoría racista de aquel periodista. Si discutiré alguna evidencia que sostiene que los electores no son racionales pero ello aplica para todos y no para algún grupo en particular. Veamos como sale.
Las teorías estándar del votante en economía política asumen que estos son racionales del mismo modo que los consumidores de cualquier modelo básico de microeconomía. En esas condiciones, un debería esperar que los votantes elijan entre las opciones políticas a su alcance del mismo modo que eligen bienes y servicios en el mercado: optimizando una función objetivo sujeto a un conjunto de restricciones. Obviamente, ello supone que no existen fallas de información por lo que el resultado final debería ser consistente con el óptimo paretiano. Por suerte, la realidad es algo más compleja y comprender esa complejidad justifica los salarios de los profesores y estudiantes de doctorado que andan metidos en el tema. La evidencia anecdótica sugiere que las decisiones políticas de la gente poco tienen de racionales, aun luego de incorporar en nuestros modelos elementos de información asimétrica. Veamos que dice la evidencia empírica.
Supongamos por un momento estamos semanas previas a las elecciones en Lima Metropolitana y Susana Villarán este compitiendo por la re-elección. De pronto, de un día para el otro, aparecen tiburones en la Costa Verde y alguna gente muere victima de estos simpáticos animalitos. ¿Usted cree que estos hechos podrían afectar las posibilidades de re-elección de Villarán? Probablemente este preguntándose qué diablos tiene que ver estos tiburoncitos con los resultados de las elecciones. Bueno, en 1916 ataques de tiburones fueron responsables de la caída del soporte popular a la re-eleccion del presidente Wilson en New Jersey, de acuerdo con un
estudio econométrico de
Christopher Achen y
Larry Bartels de la Universidad de Princeton. El que los electores hayan “castigado” a Wilson por factores que estaban claramente fuera de su alcance pone en duda la noción de racionalidad que la teoría política estándar sostiene. Achen y Bartels hacen un trabajo muy cuidadoso mostrando que otras posibles explicaciones de la caída en el voto de Wilson no son válidas y que fueron exclusivamente los ataques de tiburones los responsables de la debacle electoral (ver la discusión de los resultados en las paginas 10 al 20 del documento).
Supongamos ahora que estamos cerca a las elecciones y el alcalde de Huánuco va a la re-elección. Asuma también que el León de Huánuco sale campeón del torneo nacional días antes de las elecciones. ¿Cree que el alcalde de Huánuco se vea beneficiado por la campaña del León y sea re-elegido? Como debe estar adivinando dado el tono del ejemplo anterior, la respuesta es sí. En un
estudio publicado hace unos meses atrás en el Proceedings of the National Academy of Science,
Andrew Healy y sus co-autores muestran que cuando el equipo de futbol local gana días antes de las elecciones, el voto por las autoridades que buscan la re-elección se incrementa en 1.6 puntos porcentuales, siendo el efecto más largo para el caso de equipos que tienen un alto soporte popular. En un interesante análisis placebo los autores muestran que los resultados del equipo local en los días después de las elecciones no tienen efecto sobre los resultados electorales. ¿Por qué los votantes re-compensan a los incumbentes por resultados que no están bajo su control?
Un
reciente trabajo de
Shawn Cole y otros co-autores encuentra evidencia consistente con los trabajos previamente mencionados para el caso de la India. Usando datos de shocks naturales, los autores encuentran que los votantes penalizan a las autoridades en las urnas por eventos que escapan a su control como las sequias y que estos resultados persisten aun para el caso de gobiernos que respondieron a la crisis con eficacia. En otro
estudio, Healy también encuentra que los votantes castigan electoralmente a sus autoridades cuando un tornado afecta su localidad.
¿Por qué la gente castiga o premia a sus autoridades por factores que escapan a su control? Volveré sobre el punto en un post siguiente pero la respuesta corta es que es muy poco lo que sabemos. Nuestra comprensión de la conducta de los votantes es todavía muy limitada.
Lecturas adicionales:Una revisión en español de las principales teorías sobre el comportamiento de los votantes puede verse en este artículo de Cesar Martinelli:
“
Análisis económico de la conducta de los votantes”, El Trimestre Económico, vol. 73 (2006) 211-237
http://ciep.itam.mx/~martinel/survey.pdf
Otro resumen interesante, en ingles, sobre el mismo tópico es este trabajo de Antonio Merlo:
"
Whither Political Economy? Theories, Facts and Issues: Extended Version". Supplement to Merlo, "Whither Political Economy? Theories, Facts and Issues," in R. Blundell, W. Newey and T. Persson (eds.), Advances in Economics and Econometrics, Theory and Applications: Ninth World Congress of the Econometric Society, Vol. I, pp. 381-421, Cambridge: Cambridge University Press, 2006
http://www.ssc.upenn.edu/~merloa/wpapers/survey_revision_2006.pdf