martes, 28 de septiembre de 2010

Campodónico: de la derecha a la extrema izquierda

El 17 de abril se organizo el “I Encuentro Nacional de la Izquierda por la Refundación de la Republica”. De acuerdo con la página web del Partido Comunista Peruano, Humberto Campodónico estuvo dentro del grupo que presidio la jornada, los cuales –según el link- forman parte también del comité directivo provisional:

El evento fue presidido por un grupo representativo de compañeros elegidos por unanimidad, conformado por Teresita Antazú, dirigente de los pueblos amazónicos, Diana Miloslavich de las organizaciones de mujeres, Mario Huamán Rivera Secretario General de la CGTP, Humberto Campodónico y Héctor Béjar, connotados intelectuales y luchadores sociales, Nilver López Presidente del Movimiento Nueva Izquierda y Andrés Luna Vargas dirigente de los productores agrarios del norte en representación de los movimientos regionales.”

Noten que aquí esta lo más radical de la izquierda local. Lo interesante, sin embargo, es notar que uno de los miembros de este comité directivo fue parte del equipo económico de Luis Castañeda Lossio a principios de esta década. Así lo cuenta Caretas:

EN los predios de Solidaridad Nacional los coordinadores principales del equipo fueron Graciela Fernández Baca (política económica y tributación); Humberto Campodónico (economía, regulación y servicio público); y Javier Sota Nadal, en temas de educación, ciencia y tecnología.” Los Equipos, Caretas, 30 de marzo del 2000.

Para cualquiera que lea la columna de Campodónico, debería ser una sorpresa encontrar que alguien quien es particularmente duro con la derecha en sus artículos, haya colaborado con uno de sus principales representantes al más alto nivel. Los memoriosos habrán de recordar que Campodónico postuló al Congreso con Castañeda en el 2000, pero no tuvo fortuna. Yo aun recuerdo cuando Campodónico, en plena época electoral, entraba a las aulas de la Facultad de Economía de San Marcos para pedir a los estudiantes que voten por él, así como recuerdo una carta que envió a las casas de los estudiantes con el mismo propósito.

Aprovechar el puesto de profesor universitario para hacer proselitismo a favor de su candidatura, me pareció de muy mal gusto.

sábado, 25 de septiembre de 2010

La ignorancia es atrevida: la pseudo-propuesta por la jornada de 4 horas y la solución a los problemas de pobreza del mundo (II)

Incomprensión de los mercados laborales en el mundo en desarrollo

En los ejemplos que Carlín utiliza implícitamente se asume que los mercados laborales en los países desarrollados funcionan en manera similar a los de los países en desarrollo. Hace bastante tiempo que los economistas reconocemos las diferencias. Por ejemplo, en el Perú, el profesor Adolfo Figueroa ha elaborado modelos de equilibrio general que incluyen mercados laborales para economías sobre-pobladas. La idea básica es que, al nivel presente de desarrollo capitalista, los mercados laborales en los países en desarrollo funcionan con excedentes de fuerza de trabajo que se encuentran en el sector de autoproducción. En su propuesta, Carlin parece reducir el problema al tema del desempleo cuando lo central en el capitalismo subdesarrollado en la naturaleza de la inclusión en el mercado laboral. Es el desarrollo tecnológico el que expulsaría a los trabajadores al desempleo por lo que la reducción de la jornada permitiría re-integrarlos.

Pero esta visión ingenua del desarrollo capitalista obvia el hecho de que hay amplios sectores en los cuales el desarrollo de las fuerzas productivas (para ponernos en jerga marxista) no ha permitido la creación de asalariados. Si esto es así, entonces difícilmente la reducción de la jornada laboral contribuirá a cambiar la situación. Me imagino a Carlín diciéndole a un campesino pobre de Huancavelica que debe reducir sus horas de trabajo en su chacra y que sus hijos, que también trabajan en la misma, también deben hacer lo mismo porque si no lo hacen, los otros trabajadores del mundo tampoco lo harán. Probablemente estos solo se rían de la sugerencia (o molesten, teniendo en cuenta que la reducción de la jornada probablemente empeore sus condiciones de vida), aunque para Carlín seguro se tratará de otros “ciegos” que no ven la genialidad de su propuesta.

El problema es que Carlín parece ver el mundo como si tratase de un mundo en donde la producción se realiza en fábricas. Por lo menos, eso se desprende de los ejemplos a los que suele recurrir para explicar y defender su propuesta. En su historia siempre hay un trabajador y un capitalista, y se asume implícitamente que el capital humano no tiene incidencia. Entonces, el incremento de la productividad se debe a la incorporación de nueva tecnología que termina generando desempleo. La solución: en vez de despedir trabajadores, hay que reducirles la jornada.

A pesar de simplicidad (o simpleza), esta historia obvia demasiados factores. En primer lugar, obvia que los mercados laborales funcionan con desempleo y subempleo. Como algunos teóricos marxistas de talla han sugerido, el desempleo funciona como un mecanismo de disciplina laboral (ver este artículo de Samuel Bowles publicado en el American Economic Review en 1985). Adolfo Figueroa ha señalado en la misma dirección que el subempleo cumpliría la misma función para el caso de los países en desarrollo (ver el documento “La naturaleza del mercado de trabajo”). La idea básica es que este mecanismo permite la extracción del excedente. No se trata pues de un asunto de buenos deseos. La reducción de la jornada no eliminara el desempleo ni el subempleo porque estos mecanismos son parte de las características básicas de la operación del capitalismo.

En segundo lugar, obvia la dotación de capital humano de los trabajadores. Mientras que en el ejemplo del obrero en las fábricas uno podría argüir que la dotación de capital humano es homogénea, eso dista de lo que pasa en la realidad. En el modelo de Figueroa (ver su reciente “A unified theory of capitalist development”), los trabajadores tienen diversas dotaciones de capital humano. Los trabajadores con baja dotación de capital humano (los trabajadores-z en su denominación), terminan siendo excluidos al sector pre-capitalista. ¿Cuál es la implicancia de esto? Buena, la que había adelantado en mi ejemplo del campesino pobre de Huancavelica. Los campesinos, al igual que los demás trabajadores y autoempleados, tratan de hacer lo mejor posible dadas las restricciones que enfrentan. Difícilmente la reducción de la jornada tenga que ver de algún modo con lo que es mejor para ellos.

Esto me lleva al tercer punto: la heterogeneidad de intereses de los trabajadores. Si los trabajadores laboran en distintos sectores con distintos niveles de productividad y de dotación de capital humano, los problemas de acción colectiva que tendrían que resolverse para iniciar una acción de escala global como los que sugiere Carlín son casi imposibles de resolver. Ya Mancur Olson, quien fuera profesor en la Universidad de Maryland en College-Park, sugirió en los 60s que la solución de problemas de acción colectiva requiere que el tamaño de los grupos sea pequeño. Notemos que, a diferencia del capitalismo existente durante la implementación de la jornada de 8 horas, el capitalismo actual es largamente más complejo y diverso. La “complejización” del capitalismo obviamente ha estado asociada a la “complejización” del mercado laboral. Esta complejización hace mucho más agudos los problemas de acción colectiva dada la heterogeneidad que induce en los intereses de los trabajadores.

Por otro lado, Carlín desconoce gravemente la historia detrás de la implementación de la jornada de 8 horas, lo cual es importante entender para evaluar la factibilidad de su propuesta. En su visión, pareciera que la jornada de 8 horas se logró exclusivamente por las luchas del movimiento obrero, lo cual dista mucho de lo que ocurrió en realidad. Sin duda, la movilización de los obreros (que nunca fue general, sino más bien focalizada) cumplió un rol importante. Sin embargo, esta historia obvia que dicha conquista se dio en un contexto particular y que las condiciones que permitieron la implementación de la jornada de 8 horas no necesariamente tienen que existir hoy. Así por ejemplo, es importante tener en cuenta los incentivos de los partidos políticos emergentes en ese contexto. David Collier y Ruth Collier escribieron un clásico al respecto, Shaping the Political Arena, en el que estudian el surgimiento de los partidos de masas en América Latina en el contexto en el cual en muchos de estos países extendieron el derecho a la jornada de 8 horas. La idea, resumida, es que la movilización obrera, que entre otras cosas incluía la demanda por las 8 horas, estuvo asociada con el surgimiento de partidos interesados en canalizar la inclusión de las masas en la arena política con el objetivo de asumir posteriormente su representación. Es en este contexto particular en el que se logra, por ejemplo, la extensión del derecho al sufragio en varios países latinoamericanos. ¿Estamos en un contexto similar en donde existen otros agentes interesados en reducir la jornada o cederla como parte de una transacción politica? No lo sé, pero el autor de la propuesta parece asumir que el asunto es bastante fácil puesto que se trata de “…una medida sencilla, sin costo, de resultados inmediatos y universales…”.

Hasta ahora, me quedo con la impresión que cuando Carlín dice que su propuesta es simple, se debería referir no a su implementación, sino mas bien a la propuesta misma, que más que simple, es simplona.

(CONTINUA)

La ignorancia es atrevida: la pseudo-propuesta por la jornada de 4 horas y la solución a los problemas de pobreza del mundo (I)

En los últimos años, la economía del desarrollo ha ganado un prestigio inusitado debido al rigor académico y metodológico que la caracteriza, lo cual se debe en parte al cada vez mas intensivo uso de experimentos para evaluar que y que no funciona en función al ideal de acabar con la pobreza en el tercer mundo. Muchas de las mentes más brillantes de la profesión están en esta área, como lo demuestra el hecho de que la última medalla John Bates Clark (una suerte de premio Nobel) se la hayan dado a una de las economistas que más ha contribuido al desarrollo de lo que Angrist llama la “revolución de credibilidad en la economía empírica”.

Sin embargo, a pesar de los avances, estamos muy lejos de tener una idea completa de lo que funciona. Y es que los problemas de desarrollo son tan complejos que los que nos dedicamos a este campo siempre sentimos en carne propia la limitación de nuestro conocimiento, por lo que una dosis de humildad siempre debe acompañar cualquier discusión sobre el tema.

Por esa razón, me llama la atención cuando un lego en economía afirma, sin que se le mueva un solo musculo de la cara, que ha descubierto la “solución” a los problemas de pobreza del mundo y que ello constituye, según él, “un aporte original a la teoría económica”. Se trata de Carlin, quien parece creer que la reducción de la jornada laboral es una suerte de “magic bullet” para la solución de los problemas arriba mencionados. En sus propias palabras: “La implantación de la jornada de 4 horas significaría no solo el fin de la crisis, sino el pleno empleo, la disposición de tiempo libre para todos y la apertura de una época nueva de estabilidad y verdadero progreso para la humanidad. Ese es, precisamente, nuestro aporte original a la teoría económica.” Nuestra tesis encuentra respaldo en Alejandro Nadal.

En este post voy a argumentar lo siguiente: 1) que la propuesta de la reducción de la jornada laboral mediante una acción colectiva global de los trabajadores es infactible; b) aún en el escenario que esta huelga se realizara, la reducción de la jornada no eliminara la pobreza como sueña su propulsor, y c) la propuesta se basa en un visión limitada (burda, diría además) del funcionamiento de los mercados laborales del mundo. La cual se basa a su vez en una teoría que ha demostrado ser lógicamente inconsistente y empíricamente falsa. Antes de eso, aquí una selección de los argumentos del caricaturista:

Hay una salida a la crisis del capitalismo, y está en la unión de las luchas de los trabajadores del mundo, alrededor de la reivindicación más importante, y la única capaz de revertir esta situación. Esa reivindicación es la jornada de cuatro horas, equivalente hoy a lo que en su momento fue la jornada de ocho horas (firme y lúcidamente apoyada por Marx y Engels).” Comentario a un supuesto texto de Fidel Castro.

“…En cambio, con cuatro horas aseguraríamos que el impacto en el desempleo sea contundente. ¡Podríamos lograr, en poco tiempo, nada menos que el pleno empleo a nivel mundial!. Tengamos en cuenta que el pleno empleo a nivel mundial (algo que hasta hoy parece un sueño inalcanzable) significa, por lo menos, el principio del fin de la pobreza en el mundo.¿Por qué cuatro horas? (Respuesta a ‘Mil Demonios’)

La respuesta, amigos, es muy simple: falta empleo porque los que tienen trabajo están trabajando demasiado. El aumento de la productividad, que debería beneficiarnos a todos, se convierte en una amenaza, porque cuando la productividad aumenta en una empresa, se despide gente, en lugar de reducir las jornadas, que sería lo único sensato. Hay que reducir la jornada para que todos tengan trabajo (y cuando todos tengan trabajo, dicho sea de paso se pondrá fin a la pobreza). Hay que reducir la jornada, amigos, ciudadanos del mundo, porque, de no hacerlo, estamos alimentando una caldera de discriminación exclusión, violencia social como nunca antes se ha visto. Hay que reducir la jornada, y hay que hacerlo drásticamente, porque de lo contrario el mundo se encamina a la barbarie.

Pero cuando vamos, entonces, felices de haber encontrado la solución, donde la gente, para proponerle que pongamos en práctica esta medida sencilla, sin costo, de resultados inmediatos y universales, como es la jornada de cuatro horas, ¿qué nos dice la gente? La gente se espanta. La gente se horroriza, se irrita, nos dice que estamos locos. Algunos dicen: ¡me da la gana de trabajar 24 horas, me gusta la plata, y listo!

Entonces, descubrimos, aterrados, que lo que pasa es que la gente, nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo, toda la gente, ESTÁ CIEGA.Ceguera

Todos los subrayados son míos. En lo que sigue elaborare los argumentos de un “ciego” que no puede ver lo que el iluminado Carlin sí. Ese es el problema de leer a economistas marginales cuyas contribuciones no encuentran respaldo en el núcleo de la profesión (que tiende a ser más riguroso que los ensayistas a los que Carlin acude para encontrar respaldo para lo que él llama su “contribución original” a la teoría económica).

(La caricatura es de Carlin)