viernes, 22 de febrero de 2008

Maestrías de Economía en el Perú? No way! (I)

Hace un tiempo atrás Silvio Rendon escribió, en el Gran Combo Club, un post acerca del mercado de maestrías en economía en el Perú (ver aquí). En el hace una descripción de la situación actual del mercado y una breve descripción de la orientación de los programas existentes. Quiero aprovechar lo escrito por Silvio para ahondar en el caso de los programas orientados a preparar a los estudiantes para estudios de doctorado en el exterior. Lo que sigue se basa mucho tanto en mi experiencia personal respecto a la decisión de estudiar una maestría como un mecanismo para saltar luego a un doctorado como también en las percepciones que he logrado recoger de amigos peruanos y de otros países de la región que tomaron decisiones similares.

Lo primero que hay que anotar es que, si uno quiere hacer un doctorado en economía, ser peruano tiene un costo. A diferencia de los mexicanos, argentinos, chilenos y brasileños carecemos de los contactos necesarios como para poder colocarnos –a no ser en casos excepcionales- en universidades tops. No tenemos economistas peruanos ensenando en universidades top ten y los pocos buenos economistas peruanos que la rompen no ensenan en universidades de prestigio y/o tienen escaso contacto con la academia peruana. Mientras que es común, por ejemplo, que economistas argentinos que ensenan en universidades de prestigio vuelvan a su país para dictar cursos de maestría durante el verano americano (como ocurre con Ivan Weming, profesor del MIT, en la Di Tella), no tenemos nada similar en Perú, con lo que los estudiantes peruanos tenemos poco contacto con gente que eventualmente podría hacernos relativamente buenas cartas de recomendación. Y esto aplica a todas nuestras universidades sin excepción, siendo el caso de mayor gravedad en las universidades publicas. Ese es el problema de tener una academia local poco calificada (con doctorados de universidades de rango medio para bajo cuando estos existen o inclusive solo con masters de ILADES como es común en la UP o con masters de la Católica como sucede en muchas publicas), escasamente conectada con el exterior y dedicada básicamente a la consultoría. Dadas esas condiciones, es difícil (aunque no imposible) hacerla.

Es aquí en donde aparecen estos programas de maestría que describe Silvio. En particular, me concentrare en dos: la maestría en economía de la Pacifico y la maestría en matemáticas con aplicaciones a la economía de la Católica. La decisión que todo estudiante que opta por este camino consiste en evaluar si le conviene hacer esa preparación en el Perú en cualquiera de estos dos programas, o irse a una maestría con la misma orientación en el exterior. Ciertamente, uno puede optar por postular a un doctorado solo con pregrado de una universidad top del Perú, pero una rápida búsqueda en google rápidamente arrojara que el outcome promedio en términos de las universidades en las que los que optaron por este camino en los últimos anos han sido aceptados esta bastante alejado de las universidades tops. Mas o menos lo mismo ocurre cuando uno mira a donde terminan yendo los RA de GRADE. Ni que decir de quienes venimos de universidades publicas.

Hay varias razones por las que uno elige una maestría como paso intermedio al doctorado, pero me concentrare solo en dos: a) Para prepararse para el primer ano de los estudios doctorales y b) para conseguir cartas de recomendación. No estoy en condición de evaluar que tan buenos son estos programas en términos de preparar a sus estudiantes para sobrellevar con éxito el primer ano de los estudios de doctorado, por lo que asumiré que son eficaces en ello. Lo que queda entonces es ver el punto de las cartas de recomendación.

jueves, 14 de febrero de 2008

El "Chorreo" y la impaciencia de la izquierda

Regreso de Perú tras 2 semanas de “trabaciones” (trabajo+vacaciones) con la sensación de quien encuentra la situación bastante mejorada. Encuentro más tiendas de supermercados construidas y las veces que fui a Ripley o Saga casi siempre tuve que enfrentarme a alguna cola. Los cines también lucían llenos y los locales de fiesta y penas andaban atiborrados. Incluso cuando salí de Lima, conseguir transporte era complicado. En suma, percibí una situación económica bastante dinámica e interesante.

Ciertamente, no tengo mucha evidencia como para afirmar que las cosas definitivamente están mejor, mucho menos que están mejor para todos. Sin embargo, mientras hacia cola –ya sea para pagar mis compras como para comprar mi boleto de vuelta a Lima en Cañete- no pude evitar recordar las discusiones sobre el “chorreo”. A veces me parece que el tema esta mal planteado y que los reclamos en contra el modelo económico parecieran ser un poco injustos. Tal vez me equivoque. Al final del día solo tengo mis percepciones. Pero si puedo compararlas con las percepciones de otros, al menos podría formarme una opinión balanceada al respecto.

Habiendo crecido en un barrio de clase media baja, me seria más fácil conseguir percepciones de quienes con seguridad me ofrecerían una perspectiva mas negativa de la que suele ofrecernos la prensa oficial. Y así fue. No obstante, discutiendo con la gente uno puede percibir que algo de optimismo todavía hay en los argumentos en contra. Y eso me parece un avance importante. Aunque la queja respecto a que “no hay chorreo” todavía es fuerte, eso no significa que la gente cuestione con dureza el modelo. Se percibe que hay riqueza y se desea una mejor distribución de la misma, pero cuando se les sugiere si la salida podría ser adoptar algunas de las alternativas probadas en el pasado el rechazo es rotundo. Creo que la gente ha aprendido de la gran crisis de fines de los ochenta: no me tope con nadie interesado en ensayar experimentos como los de nuestros vecinos de la comunidad andina. A pesar de las limitaciones del modelo, parece poco probable que un giro de izquierda radical tenga lugar en el Perú.

Ciertamente, hay impaciencia, alentada por la percepción de bonanza económica, la cual requiere un esfuerzo de política pública por redistribuir el ingreso mediante la provisión de bienes públicos. La queja de la izquierda local obvia, a veces malintencionadamente, que es entendible que -al principio- los sectores menos favorecidos se beneficien menos de la bonanza económica debido a su escasa y/o inadecuada integración al mercado. También obvia el hecho de que tras muchas décadas de inestabilidad económica, 15 años de estabilidad económica y crecimiento no son suficientes para solucionar todo el desmadre ocasionado por la erraticidad de las políticas públicas durante los 40 años previos a 1990. Se requiere una acción política mas decidida para mejorar la equidad, pero los pedidos de los agoreros de la desgracia para cambiar “el modelo económico” parecen ser inoportunos, no solo en la medida en que contribuyen a empeorar la situación añadiendo más inestabilidad sino tambien porque no hay desde los sectores criticos propuestas de politicas coherentes. Solo tienen denuncias, no propuestas, a no ser de pequeños cambios cosmeticos que dificilmente pueden considerarse como un "modelo alternativo". Se necesitan mas años de estabilidad para corregir los problema ocasionados por quienes, en su juventud pretendían con una revolución sangrienta solucionar de un porrazo todos los problemas del mundo.