sábado, 21 de junio de 2008

Todo lo sólido se desvanece en el aire: sobre Marx y la justicia distributiva (II)

Marx, al igual que los clásicos, consideraba que el trabajo era la fuente de valor de todas las mercancías. Sin embargo, a pesar de ello, el trabajador no recibe el valor total producido. El capitalista toma para sí una parte de este valor producido en la medida que ejerce relaciones de propiedad sobre los medios de producción usados para crearlo, lo cual le permite organizar el proceso productivo y decidir la distribución del excedente. Esto, que a primera vista parece tener sentido, es lógicamente insostenible puesto que se enfrenta a una limitación fundamental que no había podido ser resuelta por los economistas clásicos: explicar el origen del beneficio en una economía en donde las mercancías se intercambian por el tiempo de trabajo incorporado en ellas. Si bien es cierto que existen diferencias sustantivas entre los autores sobre lo que estos entienden por “tiempo de trabajo”, para efectos de esta discusión no será necesario ahondar más al respecto. Bastara mencionar que Smith habla sencillamente de “tiempo de trabajo”, mientras que Ricardo y Marx hablan respectivamente de “tiempo de trabajo necesario” y “tiempo de trabajo socialmente necesario”.

Esta cuestión era sin duda fundamental. Si en una economía todas las mercancías se intercambian por el tiempo de trabajo necesario para producirlas, ¿cómo se origina entonces la ganancia? ¿Se originaría esta en el proceso de circulación? Esto podría ser posible sólo en casos excepcionales y únicamente de manera temporal pues, en la medida de que los otros productores se percatasen de que existe la posibilidad de colocar su producto con un valor situado por encima del tiempo de trabajo que le cuesta producir una mercancía, se acabaría la oportunidad de ganancia excepcional al presionar la mayor oferta de producto a la caída del precio de mercado hasta alcanzar su nivel de equilibrio. Formalmente, podemos decir que si la circulación capitalista tiene la forma D-M-D’, donde D’=D+d, ¿cuál es el origen de d si MA(L)=MB(L), donde L representa el tiempo de trabajo de la mercancía MA y la mercancía MB?

Si no es la circulación, entonces la única respuesta posible a nuestro alcance es que la ganancia se origine en el proceso de producción. Para ello Marx se va apoyar en su teoría de la plusvalía, la cual, a decir de los teóricos de vena marxista, resuelve la paradoja que mencionábamos, brindándonos de esta forma, la pieza faltante en este intrincado rompecabezas.

Veamos ahora el razonamiento básico de esta propuesta. De acuerdo con Marx, en la sociedad capitalista se intercambian mercancías en función del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. La fuerza de trabajo del obrero, es decir, su capacidad de trabajo, es una mercancía mas en el capitalismo y como tal es intercambiada por el valor de los medios de subsistencia necesarios para el mantenimiento y reproducción de la misma. Esta mercancía es adquirida por el capitalista en el mercado de trabajo y es llevada por este al proceso productivo en donde es utilizada para la producción de otras mercancías. Bastaría solo con una fracción de la jornada laboral para que el obrero genere un valor equivalente al valor de los medios de subsistencia necesarios para su reproducción social representado por el salario que le paga el capitalista. Sin embargo, el capitalista paga al obrero por una jornada completa de trabajo, creando por lo tanto este último más valor del necesario para cubrir el costo que le representa el capitalista. A este valor adicional Marx lo denominó Plusvalía.

Así, en el capitalismo-según Marx-la clase propietaria vive a expensas del valor creado por la clase trabajadora. La ganancia apropiada por el capitalista en razón de su propiedad sobre los medios de producción existe en un contexto en donde se intercambian mercancías por tiempo de trabajo socialmente necesario equivalente. Como menciona la economista británica Joan Robinson, Marx en esta etapa “...no acusa al capitalismo a la manera del idealista ingenuo que considera a la explotación como un robo. Por el contrario, con un sarcasmo lógico, defiende al capitalismo. No hay estafa, todo se cambia a su valor, tal como es correcto y justo. No es el valor que produce lo que se le debe al trabajador, sino el que cuesta, lo que se le debe al trabajador” (Robinson 1966, pág. 44).

De esta manera, es clara la relación que existe entre la teoría del valor marxista y la teoría de la explotación. De hecho, esto nos permite decir ya un rasgo clave de la teoría marxista: los resultados distributivos se hallan fuertemente condicionados por las relaciones de propiedad establecidas sobre los recursos productivos, en particular los medios de producción. Es decir, gracias a su condición de propietaria de los medios de producción, la clase capitalista puede vivir a expensas del valor producido por la clase trabajadora desposeída de dichos medios, y es dicha condición la que le permite decidir la distribución del excedente generado.

Sin embargo el argumento marxista no queda aquí. Marx va mas allá al considerar que este conjunto de relaciones sociales establecidas a propósito de la producción de mercancías conjuntamente con la contradicción de clases y el incesante desarrollo de las fuerzas productivas determinan tanto el conjunto de las instituciones, ideas y practicas de naturaleza jurídica, política, religiosa, artística y filosófica que caracterizan tanto a una determinada época como el proceso que deriva en el cambio social de una etapa histórica a otra.

En el justamente famoso prefacio a su Contribución a la Crítica de la Economía Política (1959) Marx delinea esta idea como sigue:

“El resultado general a que llegue y que, una vez alcanzado, sirvió de hilo conductor en mis estudios, puede formularse brevemente de la siguiente manera. En la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de la conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, es su ser social el que determina su conciencia.” (Marx 1973 [1859], pág. 8 y 9).

Así, en el capitalismo, la clase capitalista no sólo es propietaria de los medios de producción, lo cual le otorga la capacidad de decidir como se distribuye el excedente, sino que, además, estas relaciones de propiedad les permite el ejercicio del poder político, el control del aparato estatal y la imposición de un conjunto de ideas y valores consistentes con su predominio de clase. De esta manera, las relaciones de propiedad son las determinantes últimas de la distribución del excedente económico y de otros recursos valiosos relacionados con el acceso al poder político e inclusive la cultura.

Del análisis marxista es sencillo desprender que una condición necesaria para la eliminación de las desigualdades sociales consiste en la supresión de las relaciones de propiedad establecidas sobre los recursos productivos. Este proceso seria-según Marx- una consecuencia necesaria del proceso de evolución del capitalismo debido a la lógica de la búsqueda de ganancia que guía las decisiones de producción de los capitalistas.

De acuerdo con Marx, es gracias a esta lógica que el capitalismo revoluciona constantemente las fuerzas productivas. El cambio social estará ad portas cuando en un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas estas entren en contradicción con las relaciones sociales de producción vigentes. Al ser estas últimas un obstáculo al desarrollo de una nueva forma de organización social, el transito de una etapa histórica a otra solo será posible por medio de una revolución social.

Marx y Engels estaban convencidos que en la sociedad capitalista, al revolucionarse constantemente los medios de producción, estos cambios serian más dinámicos y constantes. En el Manifiesto del Partido Comunista (1848) graficarían este dinamismo de la siguiente forma:

“Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cotejo de creencias e ideas veneradas durante siglos, quedan rotas, las nuevas se hacen añejas antes de llegar a osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones reciprocas.” (Marx y Engels1988[1848], pág. 40).

Así, en el proceso de su evolución el sistema capitalista desarrolla las contradicciones internas que en algún momento habrán de derivar en su negación, dialécticamente hablando, y su superación por un esquema de organización económica y social superior. El capitalista, al buscar la máxima ganancia, invierte cada vez mas en técnicas de producción intensivas en capital. Asimismo, esta acumulación de capital no seria posible sin revolucionar constantemente las fuerzas productivas y los medios de producción. El resultado será la conformación del ejército industrial de reserva.

Así, a medida que se desarrolla el capital, el trabajo tiende a subdesarrollarse. Esta contradicción-según Marx- es la que llevará al capitalismo, tarde o temprano, a su extinción. El capitalista se enfrentará con un problema de escasez de mercados pues, al adoptar tecnologías cada vez más intensivas en capital, no solo ahorrara mano de obra sino que perderá también potenciales clientes. Los trabajadores serán excluidos del mercado laboral, lo que a su vez los excluirá del mercado de bienes. Aquí radica una de las grandes contradicciones del capitalismo pues lo que le resulta rentable individualmente a cada capitalista (implementar tecnologías ahorradoras de trabajo) les resulta colectivamente adverso (reducción de mercado). Con el tiempo, los elevados niveles de exclusión laboral harán inviable al capitalismo y los trabajadores no tendrán “...nada que perder...más que sus cadenas” (Marx y Engels 1988[1848], pág. 74). La revolución social estará a la vuelta de la esquina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"El capitalista se enfrentará con un problema de escasez de mercados pues, al adoptar tecnologías cada vez más intensivas en capital, no solo ahorrara mano de obra sino que perderá también potenciales clientes. Los trabajadores serán excluidos del mercado laboral, lo que a su vez los excluirá del mercado de bienes."

Por lo visto Marx no habia escuchado ahblar sobre la economia de servicioso o economia post-industrial.

Stanislao dijo...

Marx describe el capitalismo industrial que le toco observar. El termino al que aludes es mas moderno, aunque la categoria "post-industrial" es de uso mas comun entre sociologos y otras ciencias sociales no rigurosas.

Stanislao