martes, 14 de junio de 2011

International Society for New Institutional Economics meeting en Stanford

Este fin de semana estaré presentando un trabajo en la conferencia anual de la International Society for New Institutional Economics que este año será en Palo Alto, en el campus de Stanford University. Es una conferencia bastante grande, como se puede desprender del programa (18 páginas!!).

ISNIE

Es una conferencia multidisplinaria en donde también presentan sus trabajos cientistas políticos y especialistas en temas legales. Los papers pueden descargarse aquí:

http://papers.isnie.org/stanford.html

Como puede verse, el programa luce muy interesante. Entre los nombres grandes de la especialidad, podemos ver a Douglass North, Barry Weingast, Kenneth Arrow, y Peter Murrell. Yo estaré presentando el día sábado en el panel sobre corrupción.

Les cuento mas después.

Manuel Dammert y la oferta humalista del gas a 12 soles

Aqui esta, el video de Dammert ofreciendo el balon de gas a 12 soles. Ver los ultimos segundos del video.

¿Crónica de un fracaso redistributivo anunciado? (I)


Uno de los lugares comunes que hemos escuchado en esta última campaña electoral es que el ascenso y posterior victoria de Humala sería el resultado del fracaso del modelo económico neoliberal. Se dice –en contra de la evidencia empírica que muestra lo contrario- que este modelo habría acentuado la pobreza y la desigualdad, y que el voto de las mayorías en el interior del país expresaría la protesta de los excluidos de los beneficios de un modelo que genera crecimiento pero no desarrollo. Para ello, se usan como evidencia algunas encuestas en donde la gente manifiesta querer cambios al modelo económico. El humalismo, entonces, habría ganado por una promesa redistributiva pendiente que ni Toledo ni García fueron capaces de cumplir.

Una análisis cuidadoso de estos datos en realidad revela que lo que la gente esta criticando no es el modelo económico en sí, sino mas bien aspectos que están vinculados con la gestión estatal. Entonces, más que fracaso del modelo, estamos ante un fracaso del Estado. La encuesta de Ipsos-Apoyo del último septiembre muestra claramente que cuando a la gente se le pregunta por los aspectos del modelo económico cambiaria esta responde mayoritariamente temas relacionados con el mal nivel educativo de la educación pública, la corrupción y el débil enforcement de la ley. El malfuncionamiento del Estado parece ser un mar endémico de nuestra sociedad y difícilmente podrían tener origen en el modelo económico vigente. La corrupción existió antes de los noventas lo mismo que los problemas de mala calidad de la educación. Si estos problemas han existido independientemente si el modelo económico fue de Estado interventor o de libre mercado, entonces sus orígenes deben buscarse más allá del modelo económico en sí.

Lamentablemente, se ha vuelto lugar común responsabilizar el modelo económico por todos los problemas del país, inclusive por temas como la delincuencia (ver, por ejemplo, este numero de Otra Mirada). Lynch básicamente acusa el modelo económico liberal del incremento de la delincuencia que afecta al país. El problema con este argumento es que no se sostiene cuando uno mira a países de la órbita bolivariana y observa que la percepción sobre violencia es más alta en varios de ellos.

Cuando el diagnostico es errado también lo serán las alternativas de solución. La evidencia muestra que la desigualdad y la pobreza han venido cediendo en los últimos años, aunque probablemente no a la velocidad ni en la magnitud deseada. ¿Es culpa del modelo económico que el avance no sea mayor? Como escribía el economista americano Arthur Okun, el sistema de mercado es inherentemente desigualador. A pesar de ello, hemos observado una reducción importante de la pobreza. Corresponde a la acción estatal corregir estas desigualdades mediante mecanismos redistributivos. Si no vemos redistribución, no es problema del modelo económico el cual ha venido redistribuyendo a pesar de la ausencia de capacidad estatal. Es el fracaso del Estado.

¿Cómo se expresa este fracaso? La muestra más patente es el hecho que varias dependencias del Estado devuelvan dinero al tesoro público simplemente porque no existe la capacidad de gastar. Y eso en parte tiene que ver con reformas que no se implementaron en los noventas y con reformas que se implementaron mal después. Cuando se introdujeron las reformas de mercado, se implementaron reformas institucionales en aquellos aspectos que se consideraron claves para el funcionamiento del nuevo modelo económico. Por ejemplo, se introdujo la independencia del Banco Central, se crearon las reguladoras y se modernizó la SUNAT. Y si algo funciona en el Estado, es precisamente parte de esa nueva institucionalidad construida en los 90s. Pero no todo lo que se hizo funcionó bien. Las reformas en el sector social estuvieron más sometidas al poder político y su uso clientelar sirvió para los propósitos del régimen pero no para mejorar la distribución del ingreso. Así, mientras que al Banco Central se le otorgo independencia, FONCODES y otros programas sociales fueron centralizados bajo el Ministerio de la Presidencia y el control directo del régimen. Y como pasa en casi todos los países con instituciones débiles como el nuestro, el clientelismo siguió estando ahí, como antes con García y Belaunde, pero presente bajo una nueva institucionalidad estatal.

No debería ser sorpresa entonces que la demanda por redistribución no haya sido satisfecha. La educación y la salud son un desastre, y el Estado invierte mal en una multitud de programas cuyos objetivos se superponen y que distribuyen muy poco. Urge una reforma en el sector social del mismo modo que se introdujeron reformas en el manejo de la gestión macroeconómica. El problema es, otra vez político. Los incentivos de reforma no existen. Para los políticos, es políticamente más rentable administrar lo que ya hay y eventualmente empezar algún programa nuevo que se asocie a su nombre. Es lo más sencillo. El problema es que ello no va a modificar sustancialmente la distribución del ingreso. Para ello se requieren de reformas que son políticamente más costosas. Por ejemplo, es fundamental invertir en la infancia proveyendo educación de calidad. Con ello, se mejoraría la distribución del capital humano y se ampliarían las oportunidades para los más excluidos de una forma sostenible en el tiempo. Pero, para hacer ello, hay que hacer algo con los maestros. Investigación experimental reciente (ver el reciente libro de Banerjee y Duflo) muestra que el maestro es el elemento más importante para mejorar la calidad educativa si la comparamos con inversiones alternativas como inputs escolares. Sin embargo, es políticamente costoso introducir medidas que los fuercen a capacitarse o eventualmente reemplazar a aquellos que simplemente no tienen la capacidad de enseñar. Es políticamente más rentable repartir libros, construir escuelas y equiparlas. Es algo que un político puede mostrar y que le puede ser redituable políticamente en el corto plazo pero que no resuelve el problema de calidad. Hacer reformas más fundamentales como introducir mejoras en el servicio público del sector educativo es costoso políticamente y los beneficios de una política de esta naturaleza toman décadas en materializarse. No debería sorprendernos entonces que nuestra educación siga en el sótano de la región a pesar del crecimiento económico.

(Continua)

viernes, 10 de junio de 2011

Reflexiones post-electorales


Acabó el proceso electoral y ahora tenemos como presidente a Ollanta Humala. Hasta hace poco “el salto a vacio” y ahora –por esas cosas que tiene nuestra política local-la opción democrática de la coyuntura. Muchos celebran el que no se haya elegido la opción fujimorista. Se habría evitado, según muchos, el retorno de la mafia de Fujimori y Montesinos. La prensa fue una vergüenza, no solo El Comercio y Perú 21, sino también La Republica que dejaron de lado la objetividad y se enmarcaron en campañas de desprestigio contra Humala y Fujimori respectivamente. Ambos crearon miedos y minimizaron los riesgos de la alternativa que defendían. Una evaluación objetiva de su rol es tarea pendiente.

¿Quien perdió con estas elecciones?

Creo que la gran perdedora fue la verdad. Ya se ha dicho mucho de cómo los medios que apoyaron a Keiko Fujimori crearon miedos infundados sobre el manejo económico. Pero también es cierto que dentro de los simpatizantes de Humala se exageraron los miedos de un posible retorno del régimen corrupto y violador de los derechos humanos del 90. No existen las condiciones para la reproducción de un régimen de esa naturaleza en el Perú actual del mismo modo que la replicación del modelo venezolano es inviable. Lo cierto es que ambos candidatos generaban dudas pero de ahí al apocalipsis que pintaban los críticos de uno y otro lado hay mucho trecho.

También perdió la dignidad. Si, ya se, se dirá que se evitó que la mafia retorne al poder pero lo real es que el solo escenario de tener que elegir entre Humala y Fujimori ya era indigno para un país que ha aun no se recupera de las secuelas del conflicto armado interno. Desde 1985 y con excepción de Toledo, el Perú ha estado gobernado por presidentes que luego han enfrentado acusaciones serias de violaciones de derechos humanos. Alan García tiene en su haber acusaciones relacionadas a su participación en la matanza de los penales mientras que sobre Fujimori me ahorro comentarios para no repetir lo obvio. La novedad de esta elección es que es la primera vez en nuestra historia reciente que un acusado de violar derechos humanos es elegido democráticamente. Qué país más digno aquel que elige a alguien acusado de crímenes de lesa humanidad para evitar lo indigno que sería elegir a la hija de un violador de derechos humanos.

Se dirá que Humala ya fue investigado y que fue absuelto. Nada más ajeno a la verdad. No se pudo determinar su responsabilidad porque los testigos cambiaron de versión. La cosa huele mal teniendo en cuenta las acusaciones de compra de testigos en este caso y de la existencia de personajes vinculados a Humala en dicho proceso. Ojala que, por dignidad, se esclarezca lo que paso en Madre Mía.

¿Qué es lo que viene?

Como dije, no es de esperar que Humala introduzca cambios significativos en el modelo económico. Por lo menos no en el corto plazo. Probablemente se intente llevar a cabo los programas redistributivos del plan original. Me gustaría equivocarme, pero dudo mucho que estos programas tengan el impacto redistributivo que sus impulsores aseguran. Hay demasiado voluntarismo y poca reflexión seria acerca de cómo lograr cambios sostenibles en la distribución del ingreso en el mediano plazo. Ahondaré en estos aspectos en el futuro, pero el argumento básico es que dichas iniciativas asumen una capacidad estatal de la que carecemos.

Voluntarismo

Mucha gente voto por Humala con el argumento de que es posible hacerlo rendir cuentas. Algunos más ingenuos han empezado a hablar del “voto vigilante”. Yo tengo mis dudas. La gran verdad, es que solo en contextos muy particulares y de crisis, la movilización popular tiene algún poder para controlar a los gobiernos. Ya Humala a incluido en el comité de transferencia un militar retirado que firmo la acta de sujeción a Montesinos y nadie ha dicho nada. ¿Dónde están los vigilantes? Esa parece ser la “democracia facebook” de muchos en mi generación. No basta un “like” a la campana democrática virtual de moda.

El uso político del dolor ajeno

Las últimas semanas de la campaña se uso extensivamente el caso de las esterilizaciones forzadas. Estuvieron metidos medios de comunicación como la Republica, movimientos de izquierda, organizaciones de DDHH, entre otros. Apenas 4 días después de las elecciones ya nadie habla del tema. Seguro volverá con fuerza el 2016 por los mismos que ahora parecen ya haberlo olvidado.

Si, no gano Fujimori. Pero no puedo evitar sentir que, después de todo, también perdió la dignidad. Seguro perdió menos si comparamos este resultado con la derrota moral que hubiera sido tener al fujimorismo de vuelta. Pero el que hayamos elegido a un acusado de crímenes de lesa humanidad (con un movimiento de DDHH que se puso de costado y olvido que fueron ellos los primeros en cuestionar a Humala) no debería ser motivo de celebración. A menos que, después de todo, no seamos tan dignos.