miércoles, 29 de julio de 2009

Un comercial y regreso

“Everybody needs some time...on their own” dice una cancion de los Guns N’ Roses. Creo que me toca ahora tomarme un break del blog por algunas semanas mientras me organizo mejor con mis responsabilidades académicas y con mis asuntos personales ahora que estoy por empezar un nuevo semestre académico. Me servirá este break de paso para re-pensar el blog e incluir algunas nuevas secciones, revisar que he estado haciendo bien y evaluar en que se podría mejorar. También para explorar la posibilidad de incorporar material más visual, algo así como un Henry Spencer para nerds. Ideas hay varias, pero antes de eso hay que ordenar un poco la casa por dentro. A todos los que leen este humilde y algo desprolijo blog las gracias y la promesa de volver más temprano que tarde.

Los dejo con una versión de Daniel F de una canción de Silvio Rodríguez.

Saludos desde California.

domingo, 26 de julio de 2009

Repensando el rol de las elites: una mirada a la historia

En el Perú, las ciencias sociales han estado tradicionalmente dominadas por enfoques de orientación marxista y estructuralista-dependentista. Decir esto no es ninguna novedad. El que esto sea así no es malo per se en tanto estas aproximaciones constituyan un programa de investigación progresivo en el sentido de Lakatos, con proposiciones testeables que son corroboradas empíricamente por la evidencia y con teorías capaces de generar hipótesis sugerentes respecto a la dinámica de la sociedad peruana.

Lamentablemente, ello no es así. Buena parte de las ciencias sociales en el país sigue atrapada en aproximaciones de esta naturaleza que poco tienen de científico y que se aproximan más al psicoanálisis, la alquimia y a la astrología que a las ciencias sociales “duras” como la economía o a ciertos sectores de avanzada dentro de la ciencia política y la sociología. En el peor de los casos, no hay investigación alguna y lo que tenemos es puro ejercicio de exegesis de algún texto sagrado, cuando no la simple adopción de alguna ideología radical. Se renuncia a la investigación y se da paso al acto de fe, a la búsqueda de la mejor interpretación del gran libro. Se renuncia a pensar.

Una de las áreas en donde esto se hace más patente en los estudios históricos. Se toma algún marco interpretativo general, y después de eso el resto es ajustar los hechos a la teoría. En el caso peruano, esto ha sido particularmente interesante cuando se ha evaluado el rol de las elites. Para buena parte de la historiografía, las elites han sido las grandes responsables de nuestros problemas de atraso. Uno de los trabajos que contribuyo fundamentalmente a caracterizar a las elites de ese modo es el libro del intelectual francés Francois Bourricaud. Para Bourricaud (y para muchos que lo siguieron después) la elite no eran más que un reducido grupo social carente de proyecto nacional, subordinada al capital extranjero, con valores marcadamente anacrónicos e irracionales desde un punto de vista económico, y que además se caracterizaba ser muy racista y excluyente (ver este trabajo colectivo sobre el tema). Esta visión es la que predomina en el sentido común y es la que el SUTEP se encarga de reproducir todos los días en el sistema de educación pública.

Por suerte, esta visión empezó a ser cuestionada hace ya un tiempo atrás, aunque no lo suficiente como para ser desplazada del sentido común de la gente, en especial de los no iniciados en temas históricos (en particular los periodistas). Desde un tiempo a esta parte, investigadores extranjeros como Paul Gootenberg, Nils Jacobsen y nacionales radicados afuera como Alfonso Quiroz han venido desmontando los lugares comunes establecidos por los dependentistas, en particular ofreciendo una interpretación más balanceada respecto a las virtudes y los errores de las elites. Así por ejemplo, Quiroz tiene un artículo publicado en el Journal of Latin American Studies (edicion de Mayo de 1988) en donde discute el comportamiento de la elite en relación a la diversificación financiera durante el periodo posterior a la guerra con Chile, conocido en la literatura peruana como la “República Aristocrática”. De acuerdo con este autor:

“For the case of Peru there is considerable evidence to support the view that the elite managed quite rationally to finance and promote business considering the economic constraints they faced such as war destruction, foreign competition in the export sector, decline in export prices and the scarcity of venture capital. Qualitative evidence can be quoted to start refuting the idea of an irrational elite. To begin with, leading sectors of the elite had a strong desire to modernise and make more efficient the Peruvian economic base. The concept of 'development' at the time, although basically devoid of notions of income distribution and social welfare, followed nevertheless contemporary capitalist prescriptions: the rationale of generous liberal incentives for capital investment, accumulation and profits to permit the exploitation of natural resources and the expansion of the domestic market.”

Tambien:

“The principal means considered by elite representatives for maximising economic activities were: the liberalisation of state patri- monial prerogatives, the attraction of foreign capital, increased mechan- isation of agrarian and mining activities, the improvement of infra- structure (railways, roads, urbanisation works), huge irrigation projects and the immigration of Europeans, preferably Anglo-Saxons. Definitely the elite was not lacking developmental projects.”

“On a second level of priority, economic policy-makers favoured the mobilisation of traditional properties belonging to the Church, Indian communities and old fashioned rentiers. Monetary expansion in the provinces was sought. Likewise, as immigration efforts failed (instead of German and British immigrants, arrivals consisted of the inevitable Italians and the undesired Asiatics), the integration of the secluded, indigenous population into the national labour force was practised. Communal land ownership pervasive in the highlands was considered 'incompatible with a civilised and progressive life'. The bearer of this opinion, Manuel Vicente Villaran, was a progressive civilista, positivist university professor at Law, who later became Minister of Justice, director and chairman of the Banco del Peru y Londres. He was related by family ties to the coastal cotton export interests of the Sociedad Agricola Cachipampa. Villaran nevertheless recognised that the 'positive' efforts to legislate the suppression of communal property could do little to mobilise rural property in the Peruvian highlands. The independent farmers would not benefit from the process of privatisation of communal properties but rather 'feudalistic' hacendados. Therefore, more economic development was needed before legally dealing with Indian communal lands. Clearly this is a good example of a sound and pragmatic economic argumentation.”

Esta idea de una elite más progresista y menos conservadora puede encontrarse también en el plano social. Un excelente estudio de Carlos Contreras (incluido en su libro “El Aprendizaje del Capitalismo") discute la actuación de la elite civilista en la expansión de la educación pública en las zonas más pobres del país a principios del siglo pasado. De acuerdo con el autor, la educación fue pensada como una estrategia de “inclusión” para la mayoría indígena, dedicada fundamentalmente a actividades de auto-subsistencia. Este programa implicaba extender la acción estatal hacia las zonas rurales, tarea nada sencilla dada la difícil geografía y los pobres sistemas de comunicación existentes en la época. Influidos por el positivismo, los civilistas levantaron un censo escolar en 1902 como primer paso para el desarrollo de su programa. A pesar de las limitaciones fiscales producto de la derrota con Chile, se dispuso la educación elemental gratuita, se invirtió en la compra de insumos educativos (carpetas, pizarras, etc.), se encargo el diseño y la producción de libros de texto y se fundaron escuelas para entrenar maestros para ser enviados al campo.

Lo interesante del proyecto civilista es que fue sin duda muy progresista. El presupuesto público asignado al Ministerio de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia se multiplico por 16 veces entre 1900 y 1929, y en términos relativos paso a representar el 16.2% del total del presupuesto hacia 1931 (10.6 en 1900). Además, la estrategia civilista se concentró en los departamentos más pobres de la sierra, en donde el crecimiento de la población escolar en primaria fue de 2.75 veces entre 1902 y 1920 (frente a un 1.64 en la costa). Este sesgo pro-pobre de la política educativa cambiaria con la llegada de Leguía al poder, siendo ahora la prioridad los sectores urbanos que servían de clientela política al dictador.

Es interesante notar que los civilistas llevaron a cabo su programa aun en contra de la oposición de la elite gamonal de la sierra, la cual veía en este programa una potencial amenaza a su rol hegemónico en la sociedad rural. El estudio de Contreras discute también como esta ofensiva civilista (complementada luego con el programa indigenista) efectivamente provoco transformaciones en la sociedad rural. Sería interesante estudiar el tema con más profundidad, en particular hasta que punto fueron los civilistas los “redentores” de los indígenas en el Perú y no Velasco como usualmente se cree. Tal vez, luego de décadas de transformaciones en la sociedad rural debida la universalización de la educación, la reforma agraria solo fue el punto final de la eliminación de las relaciones serviles en el campo. Un tema para estudiar.

Para terminar, me parece importante difundir y discutir las nuevas aproximaciones históricas post-dependentistas. Ahora que nos acercamos a la celebración de la independencia, no estaría mal revisar nuestro sentido común respecto al significado de esta. Lecturas como las de Bonilla y Spalding sobre el punto (ver este post del Morsa) podrían matizarse con estudios como el de Quiroz, publicado en un libro editado por Leandro Prado de la Escosura en 1993. Por ejemplo, para Quiroz la independencia tuvo efectos negativos para el país (destrucción de infraestructura y capital fisico, desorden fiscal, etc.) y sostiene que esta destruyo un proceso de modernización que de haber continuado hacia 1850 hubiese permitido el transito a una economía de exportación moderna. Para seguir pensándolo.

martes, 7 de julio de 2009

Charla en San Marcos: “La investigación económica: un poquito de econometría y mucho de imaginación”

Este viernes 10 de julio estaré dando una charla en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNMSM, mi alma mater, a las 6 de la tarde en el Salón de Grados (me imagino). La charla está pensada para estudiantes de economía de últimos años con inquietudes académicas, pensando sobre todo en los retos que estudiantes de San Marcos (y las universidades públicas en general) deben enfrentar a la hora de competir en el mercado laboral académico. También contare algo de las cosas que ando investigando.

Como dice Melcochita, ¡no vayan!

Actualizacion

Comparto la presentacion en power point de aquel dia. Gracias a Freddy Rojas (International Monetary Fund), y a Raul Jimenez (Universidad Torcuato Di Tella) por los comentarios y sugerencias al texto original de la presentacion. Gracias tambien a los profesores Juan Manuel Garcia, Hugo Sanchez y Napoleon Medrano de la Facultad de Ciencias Economicas de la UNMSM por la organizacion del evento.

La Investigacion Economica: un poco de econometria y mucha imaginacion

domingo, 5 de julio de 2009

San Marcos y el fenómeno de los “investigadores perdidos”

Después de muchas lunas, tuve un poco de tiempo para darme una vuelta por mi alma mater y ver como andaban las cosas por la Facultad de Ciencias Económicas. Me quedé con una sensación mixta: por un lado, los iconos de siempre, pancartas que siguen discutiendo a Mariategui y los típicos eventos pseudo-académicos en donde lo que predomina es la exegesis de textos de alguna vaca sagrada del pensamiento socialista y casi poca referencia a propuestas más científicas. Por el otro, tuve la oportunidad de conversar -por intermedio de un profesor amigo mío- con estudiantes del último año interesados en hacer investigación en temas de pobreza y desigualdad, cuyos temas de tesis me causaron muy buena impresión.

San Marcos siempre ha tenido entre sus estudiantes gente con madera para dedicarse a la investigación, los cuales en su mayoría terminan dedicándose a otra cosa por la falta de un entorno competitivo en la academia peruana. Me recuerda a aquel fenómeno del “missing women” que Amartya Sen discutiera hace ya varios años atrás pare referirse al déficit de mujeres en varias partes del mundo producto del sesgo hacia los niños varones. Del mismo modo, en la academia peruana los centros de investigación más conocidos no envían convocatorias para puestos de asistente de una manera abierta sino mas bien a través de sus redes de contactos en las universidades privadas. Lo que puede ser eficiente para reducir los costos de búsqueda desde un punto de vista privado, genera una externalidad negativa para aquellos que estudiaron en universidades públicas y tienen aptitud para la investigación. De ahí que me parezca pertinente hablar de un fenómeno de “missing researchers” debido al sesgo a favor de la universidades privadas a la hora de contratar asistentes de investigación.

No tendría que ser así de existir de un entorno competitivo en la academia peruana. Por ejemplo, durante mi estancia en Argentina me sorprendió gratamente que profesores de universidades privadas como Di Tella y San Andrés tengan entre sus asistentes a egresados de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de la Plata. Mi hipótesis es que ello es así por el hecho de que la academia argentina es más competitiva, con profesores que están continuamente presentando sus trabajos de investigación en seminarios de otras universidades y por la existencia de eventos anuales que facilitan la interacción entre profesores y estudiantes de todas las universidades del país, como es el caso del encuentro anual de la Asociación Argentina de Economía Política. Estos espacios permiten que los estudiantes más talentosos de las universidades del país presenten sus investigaciones y de ese modo darse a conocer. Ello sin duda facilita la movilidad que, para alguien como yo acostumbrado a una academia cerrada y poco dialogante, es sorprendente.

Durante los últimos años de la universidad tuve la suerte de interactuar con un grupo humano muy competente, al cual guardo mucho aprecio y admiración. La mayoría no pudo dedicarse a la investigación, como entiendo era su deseo, por la falta de oportunidades en el mercado académico. En los últimos años he tenido la suerte de trabajar con mucha gente muy interesante de otras universidades del país (tanto en el Perú como en el extranjero) y creo no faltar a la verdad al decir que la mayoría de mis compañeros de sueños sanmarquinos no eran menos talentosos que estos. Tengo la impresión que la diferencia sustancial poco tiene que ver con la formación y más con el acceso diferenciado a redes. Un tema de investigación que sería interesante explorar con detalle.

Por suerte, hay gente interesada en cambiar esta situación, entre los que me incluyo. Proveer de mejores herramientas a los estudiantes interesados en la investigación es el primer paso y hacia esa dirección hay que caminar. Apoyo a los talleres de tesis, facilitar acceso a bibliografía, cursos de econometría avanzada y ciclos regulares de seminarios y conferencias son cosas que se pueden hacer con un poco de voluntad y que serian de suma utilidad en esa dirección. Con un poco de esfuerzo deberíamos converger en un futuro no muy lejano a una situación en donde los egresados sanmarquinos que se dediquen a la investigación sean cada vez menos la excepción a la regla. Muchachos como los que vi en el curso de tesis merecen una oportunidad como esa.

sábado, 4 de julio de 2009

Las contradicciones de Humberto Campodónico sobre la evolución de la pobreza y la desigualdad

Leo con sorpresa la última columna de Campodónico –basada en un reporte de la CEPAL- en la que admite que la desigualdad no disminuyo, o dicho más claramente, que la desigualdad no aumento como ha argumentado extensamente en artículos anteriores para el caso peruano. Veamos lo que nos dice ahora el articulista de la República:

“En Brasil, el Gini se reduce de 0.64 a 0.59, con lo que sigue siendo el campeón de la desigualdad. Colombia baja de 0.60 a 0.58, Bolivia de 0.59 a 0.56, Chile de 0.55 a 0.52 y Perú de 0.53 a 0.51. En Venezuela se produce una de las mayores bajas del Gini, pues pasa de 0.48 a 0.43. En los países donde la desigualdad aumenta tenemos a Uruguay (de 0.43 a 0.46) y Costa Rica (de 0.47 a 0.49).

En general, lo que se aprecia en América Latina es que en los años de gran crecimiento económico, apenas si se redujo la desigualdad. Algo parecido sucede con la pobreza, según el mismo Informe, ésta bajó de 211 a 184 millones de pobres del 2000 al 2007, cifra insuficiente.” Hubo boom económico y la desigualdad casi ni se movió

Entonces, ¿en qué quedamos? Ahora Campodónico nos dice que la desigualdad y la pobreza si cayeron, pero que dicha caída no fue suficiente. Sin embargo, El año pasado nuestro autor escribía lo siguiente:

“Cuando se analizan las encuestas recientes sobre la evolución de los salarios, la pobreza y la desigualdad, la conclusión es la siguiente: a pesar del crecimiento económico, se han ampliado las brechas entre ricos y pobres.” Porque hay desigualdad hay pobreza.

En el mismo artículo, otra perla:

“Ciertamente, si la mayoría de agujas de pobreza y desigualdad apuntan hacia el sur, es porque la bonanza macroeconómica se concentra en la costa y en los sectores más ricos. Y la actual política económica, que es la de Fujimori, sigue en lo mismo, profundizando las desigualdades.”

Así, cualquiera puede ser analista económico, ¿no creen?

jueves, 2 de julio de 2009

El problema es el modelo político, no el económico (II)

La hipótesis central de este post es que la crisis del sistema de partidos a fines de los ochenta ha acentuado la debilidad del PMP en el país, acentuando con ello la baja calidad de las políticas públicas que emergen de este. Por esta razón, y ante la ausencia de reformas en el sistema político durante los 90s, el Estado ha resultado incapaz de responder ante las demandas redistributivas emergentes del proceso de crecimiento económico sostenido de los últimos 20 años producto de las reformas de mercado. Dentro de ello habría que mencionar especialmente un proceso de reforma truncado y mal diseñado como la descentralización, el cual ha acentuado las rigideces del sistema político.

Por una serie de factores como el colapso del sistema de partidos, la presencia de Sendero y la extendida crisis económica de fines de los 80s, las reformas de mercado fueron implementadas sin mucha resistencia de parte de los potenciales perdedores. La crisis económica implicó una sustancial reducción del poder político de facto con el que contaba tanto la clase política que administró el país durante los 80s como el movimiento social (e.g. los sindicatos) de aquel entonces, poder que fue re-asignado hacia unos pocos actores, básicamente los tecnócratas, los militares y nuevos actores políticos sin experiencia, ideas o partidos (los que contaban con mucha autonomía precisamente debido a la ausencia de mecanismos institucionales de rendición de cuentas como los que deberían de existir en un sistema de partidos institucionalizado). En ese contexto, la virtual desaparición de poderes de veto permitió la implementación veloz de un programa de radical de reformas liberales por parte de un grupo pequeño de actores, que logró sostener un conjunto de arreglos políticos inter-temporales durante buena parte de la década del 90. El problema de este esquema era políticamente sostenible en tanto se basara en la exclusión de los perdedores políticos de los 80s. La coalición política que gobernó el país durante los 90s no tuvo los incentivos necesarios como para incluir y compensar adecuadamente a los perdedores políticos de las reformas económicas, lo cual hubiera permitido asegurar la sostenibilidad de las mismas en el largo plazo. Era previsible que un reasignación de poder político de facto hacia estos sectores excluidos pudiera poner las reformas en cuestión. La introducción de rigideces que “blindaran” el modelo frente a la amenaza de reversión de políticas fue la respuesta sub-óptima del poder político de facto de aquel entonces.

Con la caída de Fujimori, ocurrió nuevamente una re-asignación del poder político de facto que terminó restituyendo el sistema de partidos y los poderes de veto cadavéricos que existían a fines de los 80s. El problema es que dicho cambio ocurrió sin que el sistema de partidos ni los otros actores sociales de aquel entonces hayan procesado los factores que explicaron su declive hacia fines de los 80s. Sin nuevas lecturas sobre la realidad e incapaces de representar los sectores sociales que emergieron en los últimos 20 años como consecuencia de las reformas estructurales (así como de aquellos que habían sido sistemáticamente excluidos en el pasado), no es de extrañar que este sistema sufra de problemas de representatividad. Sin partidos y organizaciones sociales que funcionen como agregadores de preferencias colectivas, otro no podría ser el resultado.

Las consecuencias de este proceso son diversas. Luego del colapso del sistema de partidos, la representación política post-Fujimori se han fragmentado y ahora co-existen los partidos tradicionales (sin programa ni nuevas lecturas de la realidad y con poca conexión con las dinámicas políticas regionales y locales) con una multitud de pequeños movimientos que canalizan intereses muy específicos y diversos de poco alcance nacional. En el marco del PMP esto ha derivado en el incremento del número de actores en la arena política, haciendo por tanto más complicada la creación y sostenimiento inter-temporal de arreglos entre los políticos. Asimismo, la votalidad de los partidos y movimientos (expresado en su existencia efímera y/o continua mutación) hace que la arena política sea muy inestable y por tanto los actores políticos tengan horizontes temporales muy cortos y con poca interacción entre ellos. Como consecuencia, los incentivos para desviarse de cualquier conducta cooperativa se han incrementado y con ello se ha deteriorado la calidad de las políticas públicas.

A la par de lo anterior, durante los 90s solo se realizaron reformas parciales a la maquinaria estatal. La reforma institucional operó esencialmente en aquellos sectores relevantes para la implementación del modelo económico sin prestar mucha atención aquellas aéreas vinculadas a la redistribución del ingreso a través de la provisión de bienes públicos, cuya débil institucionalidad fue mantenida durante los 90s del mismo modo como se había venido haciendo en el pasado. El manejo clientelistico del gasto social es la expresión de aquello. Asimismo, no se desmontaron muchas de las rigideces creadas en los gobiernos anteriores, como por ejemplo buena parte del régimen laboral. Como resultado de esto, la bonanza económica que el país ha experimentado desde la implementación del modelo liberal no se ha redistribuido adecuadamente entre los diversos sectores de la sociedad debido a la incapacidad del Estado de transformar la bonanza en bienes públicos para los pobres y excluidos. El mercado no puede ser responsable de dicha tarea debido a su limitado poder redistribuidor. Por esa razón, la causa de los problemas de gobernabilidad –cuya expresión básica es el incremento de la protesta social- que enfrentamos poco tiene que ver con el modelo liberal y más con la debilidad del Estado en su rol redistributivo. De ahí que en la actualidad el país enfrente una doble disyuntiva: por un lado, un sistema político incapaz de procesar las demandas e intereses de diversos sectores de la sociedad y, por otro lado, un Estado que no es capaz de responder a las presiones redistributivas de los pobres.

Tengo la impresión que el incremento de las protestas sociales debería ser visto también como un resultado (positivo tal vez?) de las reformas económicas. La evidencia muestra que los ingresos de los deciles de ingreso más pobres han crecido más que los de los más ricos, por lo menos en los últimos 10 años. Mas ingresos no solo significan un mayor consumo de bienes, sino también la satisfacción de otras necesidades, como la de ir a protestar, por ejemplo, si nos basamos en la pirámide de necesidades de Maslow. Protestar tiene un costo de oportunidad y el crecimiento continuo de los últimos años explicaría, al menos en parte, el incremento de presiones re-distributivas. Si algo bueno se puede extraer de este proceso, es la necesidad de replantearnos seriamente la reforma del Estado a fin de potenciar su rol redistributivo.