lunes, 28 de julio de 2008

Adiós Washington!! Berkeley, allá voy!!


Escribo esto en el vuelo de US Airways que me lleva de Washington, DC a San Francisco, apenas horas antes de empezar el math-camp en Berkeley. Me es inevitable sentirme un poco apenado, sobre todo por todo lo que vivir en Washington y trabajar en el Banco Mundial ha significado para mi desarrollo profesional y personal. La cantidad de experiencias y aprendizajes que he logrado acumular en todo este tiempo gracias a la inmejorable oportunidad que tuve al trabajar en una institución de primera como el Banco Mundial. Debo a muchísima gente, profesionales de primera entrenados todos ellos en las mejores universidades del planeta, por permitirme crecer profesionalmente en condiciones inmejorables gracias no solo a sus credenciales académicas y profesionales, sino sobre todo por su calidad humana y compromiso con el objetivo de reducir la pobreza. A todos mis amigos en el Banco y en DC, gracias totales!

Ahora vienen nuevos retos! Berkeley me espera, así que de vuelta a las aulas!

viernes, 18 de julio de 2008

La desigualdad no es como la imaginábamos

En las últimas semanas, a partir del debate sobre las cifras de pobreza, se han empezado a discutir nuevamente el tema de la desigualdad en el Perú. Es interesante notar el origen político de la discusión. Hace unos meses atrás, la izquierda y todos los demás detractores del modelo económico vigente solían argumentar que el modelo solo generaba más pobreza, que los pobres se han hecho más pobres, que no hay “chorreo” y que solo ciertos sectores se están enriqueciendo a costa de las mayorías. Por ejemplo, Javier Diez Canseco escribió esto hace poco al respecto:

“La desigualdad, con sus efectos de violencia e inestabilidad social, es una tercera herencia del reo (se refiere a Fujimori. SM). Acentuó las brechas sociales. Fujimori dejó al país con cerca al 54% de pobres y 18% en extrema pobreza. El Perú de hoy es el país de América Latina con la mayor desigualdad interna en la distribución de ingresos, con el mayor abismo entre ricos y pobres. Esta es otra herencia que la transición democrática fue incapaz de resolver al mantener –Toledo y García- intocada la estructura y la política económica fujimorista. Ni siquiera podemos obtener lo que nos debería corresponder de nuestros recursos mineros y naturales para invertir en las prioridades que ya hemos señalado porque todo se privatizó en medio de irregularidades y de extraordinarios privilegios tributarios que ni Toledo ni García han revisado” La Herencia de Fujimori.

Este sentido común de la izquierda no encontraba, paradójicamente, mucha resistencia desde el otro espectro político. Impuesto como sentido común, no es de extrañar que la primera reacción haya sido cuestionar las cifras que mostraban una reducción importante de la pobreza. En algunos casos, dicha critica era simplemente una mezquindad política: no cabía reconocer la evidencia, por mas que esta haya sido auditada por gente de prestigio, para no reconocer que bajo este modelo económico –mucho menos durante el gobierno de Alan García- esta ocurriendo una reducción importante de la pobreza (ver este articulo de Raúl Wiener en esa dirección). Hacer lo anterior significaría admitir que estaban equivocados al caracterizar al modelo como empobrecedor. Por su parte, los críticos más inteligentes esbozaron, por el contrario, críticas metodológicas, las cuales sin embargo estaban –tal y como trato de mostrar aquí, aquí y aquí- sobredimensionadas. Muy poca gente se dio el trabajo de estudiar los datos (una excepción fue Farid Matuk), y el resultado final fue la aceptación de que efectivamente la pobreza estaba cayendo, aunque negando la magnitud de la caída, sin mucha evidencia sólida para ello.

Como no funcionó con la pobreza, entonces se cambió el argumento. Se aceptó a regañadientes que la pobreza estaba cayendo pero –he aquí la novedad- la desigualdad estaba aumentando escandalosamente. Así por ejemplo, la poeta Rocío Silva Santiesteban, lo graficaba de este modo:

“¿Eso significa que se ha reducido la desigualdad? Pues sospecho que no, y según me lo explica un amigo economista, no, y según leo en el Informe de Oxfam, no. Un rotundo no. Como lo sostiene un artículo del informe del economista Efraín Gonzáles de Olarte, la proporción entre crecimiento económico sostenido y reducción de la pobreza parece compatible: una cifra sube, la otra baja. Pero la desigualdad sigue exactamente igual. O peor.” Menos pobres, mas desiguales

En este post cuestiono este sentido común. Mi argumento central es que no tenemos evidencia estadística sólida para argumentar que la desigualdad aumentó como se dice alegremente por ahí. Por el contrario, creo que existe cierta evidencia para argumentar no solo que la desigualdad no aumentó, sino también que los más pobres se habrían beneficiado más del crecimiento observado en los últimos años, aunque no en la magnitud necesaria para cambiarles sustancialmente la vida.

Para ello, me basaré en los siguientes elementos: a) la evolución de los indicadores de desigualdad como el coeficiente de Gini y de Kakwani entre otros, b) la evolución de la fracción del ingreso acumulado por cada decil de ingreso, es decir, como se distribuye “la torta”, c) la evolución de los ingresos promedios por decil de ingreso, a fin de evaluar cual es la velocidad con la crecen los ingresos de cada sector, d) un análisis de dominancia usando curvas de lorenz, curvas generalizadas de Lorenz y curvas de Pen a fin de evaluar los cambios en la desigualdad, e) un test de diferencia de distribuciones Kolmogorov-Smirnov para evaluar si existe evidencia para rechazar la hipótesis nula de que la distribuciones del ingreso entre un par de periodos son similares.

Cuestiones Metodológicas
La variable de bienestar utilizada es el ingreso mensual per-cápita real a precios de diciembre del 2001. Los valores nominales de los ingresos fueron actualizados con el índice de precios para Lima Metropolitana disponible en la página web del Banco Central. El periodo de análisis es 1997-2007 y la fuente de información básica es la Encuesta Nacional de Hogares. A fin de reducir los problemas de comparabilidad de las encuestas, se optó por trabajar con los datos del IV trimestre. En todos los casos posibles, se estiman intervalos de confianza usando la técnica bootstrap con 1000 repeticiones.

Resultados Básicos
Por razones de tiempo y espacio, solo discutiré los resultados más importantes. A mí entender los siguientes:

1. La desigualdad medida a través de indicadores resumen sugieren que esta no mostró cambios significativos en el periodo 1997-2007. Dichos resultados son consistentes sea cual sea el indicador utilizado. Así por ejemplo, el coeficiente de Gini cayó 3 puntos entre 1997 y el 2007 (ver Cuadro 1), pero el hecho de que los intervalos de confianza se superpongan no nos permite descartar el hecho de que la desigualdad no haya mostrado cambios en el periodo de análisis. En este apéndice mostramos los resultados para un total de 9 indicadores de desigualdad además del Gini como son los índices de Mehran, Kakwani, Piesch, Atkinson (para distintos valores del parámetro de aversión a la desigualdad), y el índice generalizado de Entropia (para distintos valores del parámetro de sensibilidad). Para una discusión técnica de la mayoría de estos índices, ver el libro de Frank Cowell “Measuring Inequality”. Una copia del mismo puede ser descargada de aquí.


2. La forma en que se distribuye el ingreso a través de deciles sugiere que, para todos los deciles excepto el más rico, han ocurrido pequeñas ganancias. Así por ejemplo, en 1997 el decil más pobre acumulaba el 1.02% del ingreso mientras que el más rico se apropiaba del 43.07% del mismo. En el 2007, dichos porcentajes eran respectivamente 1.39% y 37.46%. Esta reducción de casi 6 puntos del decil más rico se repartió entre los demás deciles de ingreso. En este anexo se presenta la información completa para todos los años así como sus errores estándar e intervalos de confianza.

3. Los ingresos de los más pobres han crecido más velozmente que el de los deciles más ricos. En el periodo 1997-2007, el crecimiento acumulado del ingreso del decil más pobre fue de 64.63%, mientras que el del decil más rico fue de 8.84%. Consecuentemente, la brecha entre el decil más rico y el más pobre se redujo de 42.68 a 28.21, lo cual contradice el sentido común de que dicha brecha habría aumentado. En el blog de Raul Mauro se presenta evidencia que sugiere que la brecha aumentó, lo cual no es contradictorio con lo aquí dicho pues el periodo de referencia es distinto. Si nos enfocamos en el periodo 2004-2007 como la hace Mauro, efectivamente se observa que la brecha aumenta, pasando de 22.64 a 28.21, lo cual también muestran mis resultados. Aparentemente, estaría ocurriendo un cambio en los fundamentals de la desigualdad que estaría explicando este cambio en la tendencia. Este cambio de tendencia también se refleja en el hecho de que en el último año los ingresos de los ricos hayan crecido a mayor velocidad que el de los mas pobres (2.9% frente a 10.74%). Este hecho empírico amerita mayor análisis en el futuro. En este apéndice, se presentan los resultados para el periodo bajo análisis.

4. Un análisis de dominancia usando curvas de lorenz, curvas de lorenz generalizadas y curvas de Pen sugieren que no es posible argumentar que la desigualdad haya aumentado en el periodo de análisis. Una discusión de estos instrumentos puede verse en el libro de Cowell, citado líneas arriba. La curva de Lorenz para el periodo 1997-2007 sugiere que la desigualdad habría caído, aunque la magnitud de la caída es pequeña (ver el grafico aquí). Dado que es posible que dicho cambio no sea estadísticamente significativo, usamos la curva de lorenz generalizada para evaluar si existe un mayor bienestar asociado en la distribución de 1997 en relación a la del 2007. Como se observa en este grafico, la curva del 2007 domina a la de 1997, lo cual sugiere que existe un mayor bienestar asociado a la curva del 2007. Finalmente, la curva de Pen entre 1997 y 2007 cuenta esencialmente la misma historia que la de Lorenz. Ver el grafico aquí.

5. El test de diferencia de distribuciones de Kolmogorov-Smirnov sugiere que no podemos rechazar la hipótesis de nula de que las distribuciones del ingreso de 1997 y 2007 sean iguales; esto es, que la desigualdad no haya cambiado. Ver aquí los resultados.

Como comentario final, la evidencia sugiere que no es posible argumentar que la desigualdad aumentó con la aplicación del modelo de libre mercado en los noventas. Los datos aquí presentados cubren un periodo de 11 años y sugieren que, en el peor de los casos, la desigualdad no aumento, a pesar de existir cierta evidencia que sugieren por el contrario que la dispersión de los ingresos se ha atenuado, aunque no de una manera significativa. La otra extendida idea de que la brecha entre los ricos y pobres se habría acentuado tampoco parece ser ciertas a la luz de la evidencia aquí presentada. Ciertamente, se puede argumentar que las encuestas de hogares son un instrumento imperfecto para medir la desigualdad del ingreso por que no captura adecuadamente los ingresos de los más ricos, pero dicho argumento no ha sido testeado empíricamente como para asumir sin reservas su aceptación. Solo una comparación entre información de ingresos capturados vía censo y vía encuestas de hogares, nos permitirán dilucidar el asunto desde un punto empírico. Por otro lado, aun este argumento fuese cierto, no invalida los resultados aquí mostrado sobre la evolución de los ingresos de los más pobres.

Dedicatoria
Dedico este post a 3 personas que contribuyeron mucho a mi formación en temas distributivos: Adolfo Figueroa, Juan Chacaltana y Leonardo Gasparini. Durante mi época de estudiante, la lectura de los textos y la cercanía que tuve con el profesor Figueroa influyeron mucho en mi interés en temas distributivos. Juan Chacaltana me acogió en CEDEP cuando yo me creía básicamente un filósofo en temas distributivos (algo de lo que no me quejo, pues me permitió un reconocimiento internacional) y ha visto, seguido e influenciado mi desarrollo como un economista empírico, y las discusiones que hemos tenido sobre el tópico desde entonces han marcado mucho mi forma de pensar estos temas. El titulo de este post parafrasea el titulo de uno de sus mejores trabajos. Finalmente, Leonardo Gasparini, sin lugar a dudas una de las autoridades sobre distribución del ingreso en América Latina, me enseño durante mis estudios de maestría en la Universidad de San Andrés en Buenos Aires la mayoría de técnicas estadísticas y econométricas utilizadas en este campo. Su curso ha sido de lejos uno de los mejores que he tenido en mi formación profesional. A todos ello, la gratitud del caso.

miércoles, 16 de julio de 2008

¿Se puede reducir la desigualdad? Algunas reflexiones a partir del evento del IEP (I)

El día lunes pasado asistí a un evento del IEP del que me enteré por medio del blog de Martin Tanaka. El tema no podía ser más interesante: ¿Cómo reducir la desigualdad? Sin embargo, para ser sincero, el evento en si mismo me pareció un poco flojo y además no tan bien diseñado (no se permitieron intervenciones del público asistente, entre quienes estaban gente que podría aportar más al tema como era el caso de Javier Iguiñiz). La primera clarinada de alerta fue no ver entre los panelistas a especialistas en la materia: salvo parcialmente Jurgen Schuldt (quien comentó además que el no entendía porque lo habían invitado no siendo especialista en la materia), ninguno de los otros ponentes (Elmer Cuba, Hugo Santamaría y Humberto Campodónico) tienen investigaciones sobre el tema. Creo que el IEP pudo haber invitado a Richard Webb y Adolfo Figueroa de la vieja guardia, o a Javier Escobal o a Jaime Saavedra (quien me comentó que estaría por acá para estas fechas la última vez que lo vi en Washington, DC) de la generación más joven. No fue extraño observar como la discusión terminó derivando en un debate sobre la orientación de la política económica más que sobre la distribución del ingreso en si, tema cuyo análisis exige en principio un tratamiento sobre aspectos de largo plazo. Tengo la impresión de que la ausencia de especialistas afectó la calidad del evento.

Aquí comparto algunas impresiones sobre lo discutió y lo que se pudo haber discutido.

1. No hubo claridad sobre el tratamiento del tema, mucho menos un diagnostico claro acerca de la extensión de la desigualdad y una evaluación de sus determinantes. Hugo Santamaría empezó la discusión sobre el tema de manera incorrecta: hablo sobre pobreza y casi nada sobre distribución. Jurgen Schuldt hizo una presentación más clara de los conceptos distributivos y llamó la atención sobre las diferentes entradas al tema (distribución personal, espacial y factorial del ingreso), pero luego se perdió en la generalidad al invocar una suerte de retorno a teóricos dependentistas como Samir Amin. Elmer Cuba hizo, a mi entender, la mejor entrada en términos de ilustrar la complejidad del fenómeno distributivo marcando las diferencias entre conceptos como exclusión, pobreza y desigualdad para luego introducir el concepto de igualdad de oportunidades, aunque se quedo corto a la hora de abordar el tema distributivo en si mismo. Finalmente Humberto Campodónico, discutió de casi todo (empresas públicas, precios de alimentos, utilidades mineras y etc.) pero muy poco sobre el tema en si, aunque si menciono algunas ideas sobre como aumentar los salarios u otras medidas para incrementar el ingreso de los trabajadores, aunque no quedo claro en que medida ello haría mas equitativa la distribución de los ingresos.

2. La desigualdad supuesta y la ausencia de los datos. Creo que una de las características básicas de la mayoría de las intervenciones consistía en dar por verdaderas afirmaciones que no han sido testeadas empíricamente, como por ejemplo un supuesto implícito de que la desigualdad ha aumentado. Los datos sobre distribución del ingreso estuvieron casi ausentes en la discusión, a no ser de una referencia de Jurgen sobre la distribución funcional del ingreso y uno que otro dato suelto soltado por los ponentes. La poca evidencia presentada y el uso de datos de una sola aproximación (distribución funcional) no permitía tener un panorama completo de la problemática bajo análisis.

3. ¿Igualdad de que? Salvo Elmer Cuba, no hubo una discusión respecto a que dimensión de la desigualdad es relevante. Se menciono que lo importante seria la desigualdad de activos y Cuba introdujo también el tema de la igualdad de oportunidades. A pesar de ello, el tema se terminó concentrando en medidas para abordar la desigualdad de activos y la de ingresos. No quedó claro porque la desigualdad es un problema y en que medida su reducción es un objetivo de política deseable, salvo una alusión de Cuba respecto a que no tendría nada de malo que los más productivos tengan mayores ingresos. En el fondo, el no aclarar de partida la dimensión normativa de la distribución oscureció un poco el debate.

4. Ganó la coyuntura. Como mencionaba líneas arriba, el debate terminó siendo dominado por asuntos de coyuntura (como es el caso del reciente paquete legislativo) y de paso con algunas afirmaciones y lugares comunes sobre el modelo de desarrollo (como la de Campodónico diciendo que estaba demostrado el fracaso del Consenso de Washington). Hace algunos años atrás, el profesor Figueroa demostraba que a pesar de los continuos y en ocasiones extremos cambios en la política económica y el patrón de desarrollo (desde un liberalismo librecambista a un modelo interventor estatista), la desigualdad permanecía como una variable relativamente insensible. Esto sugiere que es necesario ir más allá del corto plazo si es que queremos resolver los problemas distributivos del país, si es que estos son tales. La discusión basada en la coyuntura ayuda muy poco en esa dirección, y las discusiones sobre el cambio del modelo como vía para la mejora en la distribución no parecen ser muy relevantes si tenemos en cuenta los resultados del estudio de Figueroa.

5. ¿Como redistribuir? Elmer Cuba mencionó de partida la idea de que la redistribución del ingreso debería estar basada mas en la acción estatal a través de impuestos que en una aventura revolucionaria como antaño, por lo que una redistribución de activos clásica como pensaba la izquierda en los 70’s y 80’s no funcionaría. De esta manera, una buena parte del debate tuvo que ver con el rol redistributivo del Estado. Me parece que, tanto entre ortodoxos y heterodoxos, existe ya un consenso en que el Estado tiene que asumir un rol importante en esa dirección (aunque con diferencias respecto al alcance del mismo, con Cuba y Santamaría sugiriendo un Estado proveedor de servicios sociales básicos e infraestructura, mientras Campodónico reivindicaba el uso de empresas publicas como una alternativa de incrementar la recaudación para financiar medidas redistributivas), aunque tengo la impresión de que existe un exceso de optimismo respecto a la real capacidad que este efectivamente tiene en esa tarea, tanto de la izquierda como de la derecha. Me parece que una discusión sobre la economía política de la redistribución hubiera sido interesante, porque tengo la impresión de que en el caso del Estado peruano ello no es cierto. Ni siquiera las medidas redistributivas más radicales llevadas a cabo por nuestro Estado, como es el caso de la reforma agraria, tuvieron un impacto importante en la distribución del ingreso, como mostrara el profesor Figueroa en el libro que publicara con Richard Webb sobre el tema. Por otro lado, creo también que hubo un exceso de confianza sobre algunas medidas redistributivas sugeridas por Campodónico como el salario mínimo o las pensiones no contributivas. Discutiré ello en otro post.

6. ¿Adiós a lo Lakatos? Algo que me llamó poderosamente la atención fue la naturaleza de las intervenciones de Jurgen Schuldt. Como mencioné más arriba, me sorprendió mucho su sugerencia explícita de volver al dependentismo como aproximación analitica. Creo que si bien Jurgen no se dejo llevar mucho por la discusión de corto plazo que dominó el resto de las intervenciones, sus aproximaciones de largo plazo basadas en un programa de investigación regresivo como el de los teóricos de la dependencia me dejo un poco decepcionado. Me recordó la frase de Lakatos, respecto a que el cambio cientifico no ocurre necesariamente porque una teoria sea mejor que la otra, si no porque los defensores de las teorias viejas van pasando al retiro aun conservando sus creencias. Por otro lado, Campodónico pareciera que dejo de ser economista y se ha convertido en un político más. Me sorprendieron mucho sus referencias al comportamiento de las empresas públicas de países como Chile (Codelco) y Brasil (Petrobras) para justificar una mayor intervención estatal, obviando el hecho de que dichos paises tienen una burocracia e institucionalidad que largamente superan en calidad a la nuestra. En la ausencia de tales condiciones, es difícil pensar que en el Perú las empresas públicas vayan a tener similar desempeño sin convertirse en la caja chica de los gobiernos como ocurre con Petroperú. No tenemos las mismas instituciones, por lo tanto el argumento de Campodónico no funciona.

Bueno, hasta aquí dejo mis percepciones. En otro post ensayaré una respuesta a la pregunta planteada por el IEP y que siento no fue respondida adecuadamente por los ponentes invitados.

viernes, 4 de julio de 2008

Los narradores de cuentos

En el Perú, como ocurre en otros países de la región, la comunidad académica suele tener acceso a los medios masivos de comunicación para discutir cuestiones de política pública relacionadas con las distintas especialidades del saber humano. En especial, los economistas solemos ser convocados a la hora de discutir cuestiones de políticas vinculadas con nuestra ciencia, lo cual no es una limitante para que especialistas de otras ciencias o inclusive aquellos formados exclusivamente en periodismo puedan opinar sobre cuestiones económicas. En particular, considero que en la discusión de cuestiones de política todos los ciudadanos tenemos derecho a opinar y a discutir mas allá de nuestra nivel académico o el tipo de formación académica, aunque es ciertamente rol de los especialistas el aportar con elementos de naturaleza técnica al debate. En ese sentido, es una responsabilidad muy grande la que tienen aquellos economistas que participan en el debate público a través de los medios de comunicación masiva.

Idealmente, se esperaría que el especialista abone argumentos y presente evidencia para ilustrar las implicancias de medidas de política, en especial información que nos permita aproximarnos a una evaluación de los costos y beneficios de las mismas. Nadie espera que dicha información sea políticamente neutra pues los especialistas, como cualquier otra persona, tienen sus propias preferencias políticas. A priori, ello no debe ser motivo de preocupación, pues como es reconocido en la epistemología moderna, todos los científicos tienen un conjunto de creencias y valores; esto es, la ciencia no es axiológicamente neutra. Así por ejemplo, el filósofo húngaro Imre Lakatos sugiere que todo programa científico de investigación esta compuesto por un “núcleo”, conformado por el conjunto de creencias y valores no testeables empíricamente que son compartidas por una comunidad científica, y un “cinturón protector” conformado por teorías empíricamente testables derivadas del núcleo. El asunto radica en que, más allá de nuestras creencias particulares, la competencia entre teorías rivales y la interacción de estas con la evidencia empírica, debería en principio permitir el progreso del conocimiento, para lo cual es imprescindible un respeto básico por la evidencia empírica y una buena dosis de autocritica científica para indicar las limitaciones de nuestro conocimiento sobre un tópico determinado.

El problema empieza cuando el aporte técnico es subrepticiamente reemplazado por la propaganda política; cuando se pretende vender gato por liebre. Muchos de nuestros analistas económicos, en vez de aportar con argumentos técnicos basados en los avances más recientes de la disciplina y a través de ello brindar mayores elementos de juicio a la opinión pública, reproducen los vicios que caracterizan a la mayoría de nuestros analistas políticos y “opinólogos”. De ahí que sea común encontrar analistas que desde sus columnas de opinión se manden con todo en contra del actual modelo económico, acusándolo de ser causante de una mayor pobreza y desigualdad, y echándole la culpa de todos los males del país sin tener ni ofrecer evidencia solida para sostener lo anterior. Lo mismo ocurre con los de la tienda política rival. El debate entre especialistas ha sido reemplazado por un dialogo de sordos entre propagandistas.

Con ello no estoy sugiriendo que el modelo sea una maravilla, pues de hecho tengo la impresión de que ello no es así, pero no tengo evidencia sólida como para sostener mi posición. Ante esa situación, un científico social debería optar por la prudencia, indicar las hipótesis que tiene y señalar la data que necesitaría para someter sus hipótesis al test empírico. Sin embargo, ello no sucede con la mayoría de nuestros analistas, para quienes la ausencia de evidencia empírica que sostenga sus posiciones parece ser un asunto menor. Inclusive, algunos de ellos asumen por verdad aquello que no ha sido demostrado categóricamente con los datos.

Para muestra un botón. Veamos lo que dice Humberto Campodónico en un artículo reciente para ilustrar mi punto:
“No nos engañemos, entonces. El gobierno no solo ha profundizado la reforma neoliberal, llevando el péndulo hasta la derecha más extrema. También la blinda contra cambios futuros que planteen un equilibrio entre Estado y mercado (poner el péndulo al medio) ahora que ya está probado el fracaso del economicismo neoliberal. El Consenso de Washington vive y colea en el Perú como un recién nacido.” Se ha completado la reforma incompleta (subrayado mío).

Es sorprendente la seguridad con la que Campodónico afirma que esta demostrado que el modelo liberal no funciona. ¡Y lo dice sin que se le mueva un solo musculo de la cara! Como discutí en este post, para poder tener la capacidad de ser tan categóricos como Campodónico, deberíamos ser capaces de construir un escenario contra-factual para poder establecer si es que los outcomes en términos del PBI, pobreza y desigualdad, para mencionar solo algunos, hubieran sido mejores en cualquier escenario alternativo. Cuando ello no es así, cualquier intento de evaluación es en principio criticable y no concluyente, por lo que el optimismo y seguridad de Campodónico al afirmar que ello esta demostrado es sencillamente muy ingenuo. ¿Dónde están los datos? ¿Cuál es la evidencia?

Ahora, Campodónico –como muchos de sus colegas articulistas- no es un economista académico. No publica artículos en revistas académicas de la profesión. Tampoco se caracteriza por usar métodos empíricos, si no mas bien es un “descriptivista”, o lo que podríamos llamar “contadores de historias”; es decir, analistas sociales que juntan unos cuantos datos y cuentan una historia que se ajuste a estos (mas o menos, el 90% de la academia peruana caería en este ultima categoría). Ciertamente, ello no tiene nada de malo per se. El análisis descriptivo es sumamente útil a la hora de formular hipótesis de trabajo que pueden servir luego para el análisis científico más sofisticado, pero no es para nada concluyente ni mucho menos científico, pues esto último exige pasar el test empírico y superar algún criterio de demarcación entre ciencia y no ciencia como el sugerido por Popper. El problema esta cuando se pretende ser tan concluyente como Campodónico tan solo con algunos cuantos datos y una historia. Esa es la diferencia entre un economista y/o científico social que “cuenta historias” (lo cual es válido en tanto sea una primera aproximación al análisis de un tema) y uno que “cuenta cuentos”.

jueves, 3 de julio de 2008

¡En Lima Limón!

Después de unas semanas muy pesadas en Washington, con un montón de deadlines por el fin del año fiscal gringo, por fin me encuentro en Lima para pasar unas 3 semanas de descanso (que incluyen algunos días para concluir algunos trabajos pendientes) antes de volver a gringolandia para terminar mi contrato con el Banco Mundial y empezar el doctorado. Originalmente, pensaba en declararle vacaciones a este blog por estas semanas, pero luego de darle una mirada a mi humilde biblioteca, compuesta esencialmente por decenas de libros fotocopiados y unos pocos originales, acumulados durante mis épocas de estudiante sanmarquino misio, creo que aprovecharé para escribir sobre varios temas que me interesaban como estudiante y que después no he tenido tiempo de trabajar. La mayoría de ellos no dan como para artículos elaborados, pero creo que los podría explotar como entradas en el blog. Vamos a ver que sale.

Algunas impresiones/quejas de mi vuelta a Lima: a) no recordaba un cielo limeño tan gris, b) el trayecto del aeropuerto a mi casa fue demasiado largo gracias a la cantidad de calles rotas que nos topamos en el camino, c) no sabia que Alianza le iba tan mal y menos que la U saldría campeón, d) casi me atropellan (¡donde quedo el trato preferencial que debe tener el peatón al cruzar la calle!), e) nuestra comida es inigualable, f) ¿Por qué algunos sanmarquinos se parecen más a los pandilleros de la trinchera norte que a estudiantes universitarios?

En fin, a descansar un poco, antes de empezar con el math camp en Berkeley. La agenda pendiente a cubrir en estos días: a) completaré mi serie sobre justicia distributiva en Marx, b) terminaré el post que vengo preparando sobre la idea que la desigualdad no ha aumentado (como sugieren algunos pseudo-analistas), titulado “la desigualdad no es como la imaginábamos” en honor a Juan Chacaltana, de quien aprendí que el respeto a los datos es una de las cualidades esenciales que debe tener todo científico social, c) escribiré una critica a los analistas económicos (tentativamente titulada, “los narradores de cuentos”, dedicada a Humberto Campodónico, Raul Wiener y Francisco Durand), d) un post con una crítica a la práctica de las ciencias sociales en el Perú, poco apegada al uso de métodos estadísticos sofisticados, e) un post similar al anterior, pero aplicado específicamente a las ciencias políticas, f) un post con una discusión sobre la estimación de efectos causales en ciencias sociales modernas (algo que nuestra academia no suele hacer), en especial sobre el rol de los experimentos (aleatorización, cuasi-experimentos o experimentos naturales, o experimentos de laboratorio) en esta tarea, g) una discusión sobre la dialéctica materialista, para responder un comentario a una de mis entradas sobre Marx hecha por un marxista recalcitrante, h) una critica al malthusianismo de Aldo Mariategui, i) algún otro tema que se me ocurra luego de arreglar y limpiar mi biblioteca.

Bueno, me voy a seguir disfrutando de nuestra comida!