miércoles, 24 de febrero de 2010

Anti-positivismo y objetividad en las ciencias sociales

En este post comentaba el debate que sobre el tema se ha venido desarrollando en la red. Martin Tanaka ha escrito un nuevo post al respecto:

http://martintanaka.blogspot.com/2010/02/objetividad-y-ciencias-sociales-5.html

En este post, quiero referirme al anti-positivismo de algunos de los participantes del mismo. Tomemos, por ejemplo, la última intervención al respecto de Gonzalo Gamio:

“Considero que el modelo de ciencia social que suscribe Tanaka acusa una excesiva influencia del positivismo, y que eso lo lleva a asumir una idea del sujeto epistémico como un espectador imparcial privilegiado, que ha logrado trascender con éxito el lastre de su arraigo histórico-cultural y el círculo de sus intereses y presuposiciones. Me da la impresión que esa epistemología no siempre está formulada expresamente, pero se re-vela parcialmente cuando afirma que es posible y deseable separar el ser y el deber ser en el estudio del fenómeno político, cuando sugiere que debemos construir una “mirada neutral” sobre la realidad social (incluso postulada como télos), o cuando sostiene que la teoría de la rational choice constituye una perspectiva nuclear en la tradición disciplinar de la ciencia política.” Compromiso Político y Ciencias Sociales

Tengo la impresión que el autor nos ofrece una versión caricaturizada de los enfoques epistemológicos de la tradición positivista. Desde hace mucho tiempo atrás, las versiones positivistas reconocen la imposibilidad de un análisis científico imparcial y libre de condicionantes históricos y culturales en el sentido mencionado por Gamio. Cualquiera lector familiarizado con los trabajos de Lakatos sabe de lo que estoy hablando. Tampoco es cierto que las versiones modernas del positivismo planteen que sea posible separar el ser del debe ser (lo que se conoce como la “guillotina de Hume”). Solo una lectura descuidada podría explicar lo anterior.

¿Eso significa que no sea posible aspirar a una ciencia social “libre de valores”? O, en los términos de Gamio, ¿una ciencia en donde sea posible separar lo normativo de lo positivo? Tal y como veo el asunto, me parece que se trata de una incomprensión de lo que la tradición positivista plantea. Cito, por ejemplo, el trabajo de Mark Blaug que comente en este post:

“The doctrine of value-free social science asserts, first of all, that the logical status of factual, descriptive is-statements is different in kind from that of normative, prescriptive ought-statements, and second, that the methodological judgments that are involved in reaching agreement on is-statements differ in important ways from those used to reach a consensus on normative value judgments. The claim that social science can be value-free in this sense does not deny that ideological bias creeps into the very selection of the questions that social scientists investigate, that the inferences that are drawn from factual evidence are sometimes influenced by values of a particular kind, nor even that the practical advice that social scientists offer is frequently loaded with concealed value judgments, the better to persuade rather than merely to advise. The argument does not rest in any way on the supposed impersonal detachment of individual social scientists but rather on the social aspects of scientific activity, on the critical tradition of a scientific community that constantly weeds out the competing biases of individual scientists. Max Weber made all this perfectly clear over fifty years ago when he laid down the doctrine of Wertfreiheit (freedom from value) and there is really no excuse for misunderstanding of his meaning at this late stage.

Obviously, Weber did not deny that social science as it is actually practiced is shot through with political bias; it is precisely for that reason that he preached the possibility of value-free social science. Moreover, Wertfreiheit did not for him imply that the valuations of human beings cannot be rationally analyzed. On the contrary, he insisted that Wertungsdiskussionen (discussions on values) were not only possible but of the greatest utility “ Blaug (1992), 116-117

Más adelante, en un párrafo que podría aplicarse a las críticas de Gamio, el autor escribe:

“Few of those who attack the doctrine of Wertfreiheit have the courage of their own convictions. After marshaling all the standard arguments against the Wertfreiheit camp, they usually end up by saying that we are all in favor of objective truth and ''impartial science," although how there can be such things if "ises" are inextricably tied up with "oughts" is not made clear. If there are not at least some descriptive, factual assertions about social uniformities that are value-free (apart from the characterizing value judgments implied in methodological judgments), it seems difficult to escape the conclusion that we have the license to assert whatever we please.” Blaug (1992), 117-118.

Mi impresión es que Gamio nos presenta una visión rancia del positivismo que ningún positivista serio de hoy se atrevería a sostener. Esa separación entre el ser y el debe ser a nivel individual es ciertamente imposible y es algo en lo que hay que estar de acuerdo con las criticas de Gamio. Pero no es eso lo que sostiene el positivismo moderno. Como mencione en mi post anterior, no se trata de un asunto individual. Es la existencia de programas de investigación en competencia lo que permite que nos aproximemos progresivamente a la “verdad”.

Lo mismo aplica a la crítica de Gamio a los enfoques de elección racional. Ningún economista serio afirmaría que “es así” como operan los individuos. Se trata de una simplificación grosera que utilizamos para generar hipótesis que luego testeamos con los datos de la realidad. La bondad de la simplificación habrá de juzgarse en función a su capacidad de generar hipótesis de interés que sean una buena aproximación al fenómeno bajo análisis. Es, por eso mismo, una concepción limitada de la racionalidad y eso es algo de lo que siempre hemos sido conscientes en la profesión. Hay toda una rama de la economía que esta avanzado en mejorar nuestra compresión de la racionalidad individual, pero que no deja de formar parte de una tradición positivista. Un buen survey, puede encontrarse en este artículo de Stefano Dellavigna aparecido en Journal of Economic Literature, que reseña la literatura experimental sobre las desviaciones a la racionalidad identificadas en la literatura.

http://elsa.berkeley.edu/~sdellavi/wp/01-DellaVigna-4721.pdf

Estos datos tampoco son neutros por cierto y tampoco pueden leerse sin ausencia de una teoría (punto en el que concordamos con Gamio). Pero esto es lugar común en la tradición positivista, y puede encontrarse en los textos más antiguos del filosofo argentino Mario Bunge (desde 1963 por cierto, en la primera edición de la Investigación Científica si mal no recuerdo).

Con esto no quiero decir que las aproximaciones de vena positivista no estén exentas de problemas. De hecho, no hay escuela de pensamiento alternativa al positivismo que no tenga problemas similares o más graves aun. Pero una cosa es enarbolar críticas serias al positivismo y otra muy distinta es construirse un positivismo de caricatura para fácilmente criticarlo. En el caso de los argumentos de Gamio, estamos ante críticas que parecieran dirigidas a un positivismo de vieja guardia, pero que difícilmente constituyen argumentos en contra de las versiones modernas del positivismo y el racionalismo critico.

martes, 23 de febrero de 2010

Testimonios del curso de econometría

Si, ya se, deben estar aburridos de las continuas referencias en este blog al curso de econometría en el que estuve metido en enero. En realidad, los seguiré aburriendo con estas cosas porque estamos preparando nuevos cursos para un futuro cercano en el marco de esta experiencia inicial. Ya se enterarán en los próximos meses de lo que viene. Sin embargo, aprovecho la ocasión para compartir unos testimonios de estudiantes del curso que el CIES acaba de colgar en su página web. Lo comparto porque en realidad me parece divertido ver a la gente del curso en el tratamiento de ser filmados.

Elizabeth Servan (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)

Yohnny Campana (Universidad Nacional San Antonio de Abad de Cusco)

Hubert Luna (Universidad Nacional San Agustín de Arequipa)

Bonus track

Bueno, alguien tenía que hablar por los profesores.

sábado, 20 de febrero de 2010

Sobre ideología, compromiso intelectual y ciencias sociales


Desde hace unas semanas se viene desarrollando un debate interesante, en algunas columnas de opinión y blogs, sobre la objetividad de las ciencias sociales en el país. Todo surge a partir del compromiso asumido por algunos intelectuales de izquierda del país (Alberto Adrianzen, Sinesio Lopez, Nicolas Lynch, entre otros) con la candidatura de Ollanta Humala. El manifiesto se puede leer aquí:

http://albertoadrianzen.lamula.pe/2010/01/18/intelectuales-peruanos-apoyan-candidatura-presidencial-de-ollanta-humala/

Conciliar el compromiso político con el ejercicio intelectual no tendría que ser problemático en tanto se admita que ambas actividades están sometidas a reglas de distintas naturaleza. Por esa razón, es que tengo la impresión que en buena medida el debate sobre el tema de las “objetividad” en las ciencias sociales –por lo menos, en la forma que lo viene desarrollando parte de los participantes está mal planteado: no se trata de reclamar “objetividad” al intelectual y/u obligarlo a declarar sus preferencias políticas. La objetividad no consiste en reclamarle a el intelectual imparcialidad frente a su objeto de estudio. Tampoco es el resultado de un atributo individidual. La objetividad deviene de una academia conformada por intelectuales que se someten al rigor de la crítica científica y que exponen los supuestos de sus análisis. O, para ponerlo en términos de Imre Lakatos, depende de la competencia entre programas de investigación y su interacción con la realidad.

Me explico con un ejemplo. Un lugar común entre los intelectuales de izquierda, es señalar que el modelo neoliberal ha acentuado la desigualdad en el país. Como ciudadanos, tienen el derecho a sostener esa idea, pero el ejercicio intelectual y la práctica científica exigen que sometan la hipótesis sobre el incremento de la desigualdad al test empírico. Es decir, no bastan las creencias y las impresiones, es necesario documentar el hecho empírico bajo estudio. Para ello, tendrían que proveer evidencia solida de que los datos de la realidad no refutan esta hipótesis.

Es importante notar que la ideología de los intelectuales nada tiene que ver con la objetividad del conocimiento científico. Como bien nota Lakatos, las ideologías y creencias de los investigadores son parte de la práctica científica. En el esquema de Lakatos, la ideología y las preferencias de los investigadores de un determinado programa de investigación forma parte de lo que él denomina el “núcleo”. La ideología define cuales son las preferencias respecto a los temas de investigación así como el desarrollo de ciertas hipótesis sobre la realidad. Así por ejemplo, los académicos de izquierda tienen la creencia de que el capitalismo es inherente desigualador y excluyente. Hasta aquí todo bien.

Siguiendo a Lakatos, uno podría decir que la objetividad viene por el hecho de que no solo hay académicos de izquierda en la academia. Existen académicos con otras opciones teóricas, ideológicas y metodológicas que pueden proveer una explicación alternativa a la sugerida por los académicos de izquierda, y es el resultado de esa competencia entre visiones distintas las que determinan la objetividad de un campo del conocimiento. Así, en el ejemplo de la desigualdad, existen académicos que sugerirían que en realidad no hay evidencia de que el modelo neoliberal sea inherentemente desigualador. Por esa razón, dentro del enfoque de Lakatos, la evolución del conocimiento científico es el resultado de la competencia entre programas de investigación y su interacción con los datos de la realidad.

El problema a mi entender, no es que los académicos traten de ser políticamente asépticos y/o que traten de ser objetivos a nivel individual. El asunto parte por seguir ciertas reglas en la práctica científica que exige que sometan sus teorías, modelos y datos al escrutinio de la comunidad científica. Esa es una práctica, que por ejemplo, exigen ahora los journals académicos en economía, los cuales piden que, para poder publicar un artículo, al autor debe entregar los datos y los códigos de programación utilizados para generar los resultados del estudio de modo tal que cualquiera pueda replicar los resultados y eventualmente someterlos a critica. Entonces, la objetividad no es un atributo personal del investigador; es el resultado de haber sometido sus trabajos al escrutinio de sus colegas, sean cuales sean las preferencias ideológicas que estos tengan. Por eso importante la existencia de una academia competitiva, como he insistido en otros posts.

Por esta razón, creo que el debate ha estado mal planteado precisamente por la ausencia de una buena epistemología. En su artículo en la Republica, Nelson Manrique se pregunta:

“¿Es imposible entonces la objetividad? En las CCSS podemos hablar más bien de grados de objetividad, que pueden ser mayores en la medida en que seamos capaces de poner bajo control nuestros sesgos conscientes e inconscientes. La paradoja es que suele ser más objetivo quien es capaz de poner sus sesgos sobre la mesa en comparación con aquel que ingenuamente cree que no los tiene y que, al no reconocerlos, no puede controlarlos.”

http://www.larepublica.pe/node/244968

Es claro que hay una confusión en tanto la objetividad se define en función a la habilidad del investigador para controlar sus “sesgos conscientes e inconscientes”. Paradójicamente, casi al final de su artículo el autor se vuelva “lakatosoniano” al decir:

“La ciencia, por otra parte, se construye en la confrontación de ideas y esta suele desarrollarse mejor cuando quienes participan en el debate son conscientes de sus sesgos y opciones ideológicas.”

Un argumento similar sobre la objetividad, puede verse en este post de Martin Tanaka:

Estoy totalmente de acuerdo con que el "conocimiento objetivo" es una quimera; pero la conclusión que debemos sacar de ello es que precisamente por eso en la investigación debemos esforzarnos al máximo por ser rigurosos y por seguir un método, de modo que nuestros planteamientos estén bien fundamentados, evalúen los temas de estudio con criterios y unidades de medida justas, se sostengan en evidencia recogida sin sesgos, siguiendo un protocolo, y sean verificables, contrastables, falsificables, sometibles a crítica, es decir, esforzarnos por reducir lo más posible el margen para la subjetividad y la arbitrariedad. Aún así, debemos siempre ser humildes, porque nunca lograremos evitar del todo sesgos, supuestos no examinados, escapar de múltiples determinaciones sociales, epistemológicas. El problema es transmitir el mensaje de que, como la objetividad no existe, solo existe la subjetividad, y por lo tanto todos estamos autorizados a decir lo que nos de la gana y a defender aquello en lo que creemos sin ningún control. Mi experiencia personal es que, aunque parezca exagerado, este riesgo es mucho más grande de lo que uno supondría en nuestras ciencias sociales.”

http://martintanaka.blogspot.com/2010/02/objetividad-y-ciencias-sociales.html

Tengo la impresión que el texto de Martin hay una confusión entre rigor y objetividad. Permítanme un ejemplo personal para ilustrar mi punto. Cuando empecé a estudiar el tema de igualdad de oportunidades, mi interés era resolver una inquietud personal. Quería entender por qué algunas personan progresan y superan la pobreza mientras que otros fracasan en el intento. Mi propia experiencia personal me llevaba a estudiar este tema y, obviamente, influenció mi forma de abordar el problema de estudio y a generar hipótesis de partida. Buena parte de la academia progresista del país tiende a argumentar que son condiciones estructurales y factores fuera del control de las personas las que determinan el logro individual, mientras que en lo personal me parecía que –siendo cierto lo anterior- se subestimaba el rol que tiene el esfuerzo personal para superar la pobreza. Esto que digo, es completamente subjetivo: era mi experiencia personal, la experiencia de venir de una familia de obreros y de haber crecido en un barrio pobre, y a pesar de ello estar avanzando. Era esa experiencia la que me daba una hipótesis a testear.

Ahora, el ser subjetivo con el tema no significa que no se pueda ser riguroso. En ese estudio utilizamos las mejores fuentes de información disponibles (señalando sus problemas) e hicimos un esfuerzo por señalar las limitaciones e indicar los supuestos del análisis. Documentamos las estrategias de medición que utilizamos y nos aseguramos que los resultados sean robustos a cambios a las especificaciones empíricas. Hicimos una revisión de la literatura que incorporaba la mayor parte de lo producido sobre el tema en el país. Las conclusiones se basaron en lo que era posible decir y cuando no fue totalmente posible tratamos de hacer explicito la fuente utilizada. Eso no significa que no haya errores, lo cual siempre es posible.

Sin embargo, lo central a mi entender es que estudios posteriores han encontrado evidencia que es consistente con los resultados centrales de nuestra investigación. En aquel estudio, indicábamos que la desigualdad había venido reduciéndose en el país. Estudios recientes para diverso países de la región están encontrado que la desigualdad se está reduciendo. Ver por ejemplo:

“The recent decline of inequality in Latin America: Argentina, Brazil, Mexico and Peru” de Luis Calva y Nora Lustig

http://www.ecineq.org/milano/WP/ECINEQ2009-140.pdf

Entonces, la objetividad no viene porque no hayamos podido controlar nuestros prejuicios y valores sobre el tema bajo análisis, sino porque hay otra gente allá fuera interesada –con diferentes experiencias, valores e ideologías- que están encontrando resultados similares a los nuestros y sometiéndolos a crítica. Por esa razón, creo que mientras el rigor es un atributo exigible al investigador en una comunidad científica, ello no tiene que ver con la objetividad. Un investigador puede tener las preferencias políticas que desee, pero a la hora de presentar los resultados de sus investigaciones a sus colegas tendrá que demostrar que ha sido riguroso y metódico, y someterse a la crítica de la comunidad académica.

Así, mientras estoy de acuerdo que es imposible exigirle a un investigador social objetividad, estoy desacuerdo con la idea de que la objetividad del conocimiento social no es posible. Con ello no quiero decir que ello sea una tarea sencilla. A mi entender, el problema con los intelectuales que apoyan a Humala no es que no sean objetivos. El problema es que no son rigurosos en la medida que su análisis sobre los problemas de la sociedad dista de ser consistente con los datos básicos de la realidad, como he escrito extensamente en este blog.

El problema entonces no es tener una ideología determinada. El problema es cuando, por razones ideológicas, ciertos intelectuales se resisten a mirar los datos de la realidad. Y para eso, no hay epistemología que valga.

MAS SOBRE EL TEMA

http://martintanaka.blogspot.com/2010/02/objetividad-y-ciencias-sociales-2.html

http://martintanaka.blogspot.com/2010/02/objetividad-y-ciencias-sociales-3.html

http://gonzalogamio.blogspot.com/2010/01/sobre-la-objetividad-y-la-ciencia.html

http://grancomboclub.com/2010/02/militancia-y-ciencia-social.html

http://www.larepublica.pe/delito-de-opinion/16/02/2010/el-compromiso-intelectual

lunes, 15 de febrero de 2010

Presentación de nuevo número de la Revista Elecciones de la ONPE


Mi estimado amigo y co-autor Gerson Julcarima, funcionario del Área de Investigación Electoral de la ONPE, me comenta que mañana se presenta un nuevo número de la revista Elecciones que edita el organismo electoral. El tema central de este número es ciudadanía y participación en los procesos electorales. El ingreso es libre para los interesados. Estarán comentando Enrique Bernales y María Isabel Remy.

Canciones para el dia de San Valentin

Hace un tiempo Daniel Salas escribió un post en el GCC sobre canciones para el día de San Valentín que siempre quise piratear. Ahora, antes que me gane el sueño, quiero hacer mi propia versión con algunas canciones que me recuerdan hechos, momentos, personas y sensaciones. Sin ningún orden en particular, aquí van:

Cancion 1: “¿Recuerdas el amor? (Do you remember love?)” del soundtrack de Macross

Los nostálgicos que aun recuerdan la serie Macross (popularizada en el Perú en la versión americana Robotech), sabrán que esta canción fue el tema central de la película del mismo nombre estrenada en 1984 (para ser exactos, “The Super Dimension Fortress Macross: Do You Remember Love?”). Sin duda, todo un clásico. Esta es una versión acústica cantada por Lijima Mari. Obviamente esta en japonés, pero una traducción en ingles puede encontrarse aquí.


Canción 2: “Cuanto de mi es solo tu voz encarnada en mi” de Rafo Raez

Esta canción me recuerda mis primeros años en San Marcos. La escuche por primera vez en un cassete que llego gratis en una revista para jóvenes que editó la ONG CEAPAZ, allá por 1997. Sin duda, una de las mejores canciones de Rafo.


Cancion 3: “Todo se tranforma” de Jorge Drexler

La escuche por primera vez gracias a Vanessa Rios, cuando ambos trabajabamos en CEDEP allá en el 2004, pero recién le preste atención mientras estuve viviendo en Buenos Aires. Mis roomates en Belgrano podrán dar fe de ello.


Canción 4: “Insurrección” de El Ultimo de la Fila

Esta canción también me recuerda mi época en CEDEP. La ponía todos los días y la cantaba con emoción, a pesar de las quejas de mis buenos amigos Vanessa y Henry Espinoza. ¡Tiempos aquellos!


Canción 5: “Por ti volare” de Andrea Bochelli

Escuche mucho esta canción el semestre pasado, luego de mi vuelta de Lima a mediados de julio. Te la cantare de vuelta C.H., cuando vuelva.

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Canción 6: “Buena Chica” de Los Secretos

La escuche por primera vez en un cover de Mar de Copas. Por alguna razón que no entiendo aun, me da mucha energía escucharla.


Canción 7: “Ciego” de Jafet

Esta canción es de un cantautor peruano poco conocido. Conseguí el disco alguna vez que estuve en Lima y la escuche mucho cuando vivía en Washington, DC. Me recuerda mi primer departamento en Rosslynn, Virginia.


Canción 8: “Ella y El” de Pedro Suarez-Vertiz

Esta canción esta en el último disco de Pedro, titulado Amazonas. Por alguna razón, me recuerda a una amiga que no se lleva bien con su padre. Sobre todo esa estrofa en que dice:

“O cuando escuchaban Mecano, aparcados en la esquina

Y ella cantaba con todo el corazón”

Ojala todo te vaya mejor con tu viejo.


Canción 9: “Los Hombres” de Mar de Copas y Micky Gonzales

Esta canción me recuerda la época en que vivía en Cleveland Park en DC. Es media caleta. Solo se puede escuchar en la página web de MDC.

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Canción 10: “Nunca encontraré a alguien que se parezca a ti” de Daniel F

La canción por la que me hice fan del F. Me recuerda a una amiga periodista de Panama a la que conocí en un vuelo a México (íbamos al mismo evento) y que ahora vive en España. Yo recién me había comprado el disco “Memorias de Vesania” y me lo lleve a Monterrey para tener algo que escuchar en el avión. Le gusto mucho esta canción y al final le regale el disco.

Bueno, esto fue una historia de canciones con historia. ¿Cuáles son las suyas?

Café en tiempos de guerra

Ya que estamos con NoRecomendable, una canción por el día de San Valentín.

Siempre habrá tiempo para tomarse un café.

viernes, 5 de febrero de 2010

Melodía Política: Los sueldos devaluados de mama de NoRecomendable

Escuché a NoRecomendable (Edson Espezúa) por primera vez en un concierto de Daniel F en Villa el Salvador, allá por el 2007 durante una de mis visitas a Lima. Estaba teloneando al F en concierto medio caleta en un lugar bastante alejado de Lima. Le compré un par de discos luego del concierto y en uno de estos, llamado Rossanasinpilas, estaba esta canción. No creo que sea la mejor canción de Edson (tiene otras mucho mejores), pero si muy buena para recordar los terribles 80’s para aquellos que crecimos en ella.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Porque la educación superior en el Perú es tan cara o porque no conviene hacer una maestría en economía en el Perú? (I)

En marzo del 2005, luego de ser admitido por el programa de maestría en economía de la Universidad de San Andrés, me encontraba haciendo cuentas sobre lo que me costaría la maestría en Argentina para enviársela a la Agencia Belga de Cooperación Técnica, la cual en esos días me había otorgado una beca para seguir estudios en el exterior. Como no tenía idea del costo de vida en Argentina, le pedí a la asistente del programa que me enviara un estimado y que de paso agregue el costo total de todos los pagos que tendría que hacer a la universidad. Tenía que enviar pronto esa información a los belgas para que sobre esa base definan el monto de la beca que me otorgarían. A las horas, recibí un mail con la información solicitada y me llamó poderosamente la atención que el costo de la maestría ascendía a alrededor de 5,000 dólares. Pensé que había un error pues recordaba que la maestría en ILADES (Chile) costaba alrededor de 16,000 dólares, así que pedí me confirmaran la cifra. No había error. Una de las universidades más exclusivas y caras de Argentina, con una plana docente conformada por doctores en economía de las universidades más prestigiosas del planeta y con publicaciones en los journals más prestigiosos de la profesión, cobraba solo alrededor de 5000 dólares por un programa de maestría con muchas conexiones en el exterior, con varios egresados trabajando en organismos multilaterales en Washington y otros tantos haciendo doctorados en USA y Europa.

Ya en Argentina, tomé nota que UdeSA era, para los estándares argentinos, una universidad muy exclusiva. Lo interesante para mí, como peruano, era notar que en términos relativos San Andrés era más barata que la PUCP o la Universidad del Pacifico. Una pensión promedio en San Andrés en aquel entonces era de 1500 pesos, que más o menos al tipo de cambio de entonces era como 500 dólares, por debajo de lo que costaba en promedio la PUCP y la UP. Sin embargo, a pesar de ser más caras, me parecía claro que existía una diferencia abismal en términos de la calidad de la plana docente de UdeSA con las universidades mencionadas. Mientras que en UdeSA el doctorado es la regla entre la plana docente, en la UP y la PUCP son la excepción, y cuando este existe, suele ser de universidades no muy bien rankeadas internacionalmente. Si esto es así, ¿entonces porque la educación superior en el Perú es relativamente más cara?

Volveré a ese punto luego. Mientras, quiero hacer un ejercicio que espero sea útil a aquellos interesados en dedicarse a la investigación y que para ello requieren hacer estudios a nivel de postgrado. Suponga usted, amable lector, que usted quiere hacer una maestría en economía con la idea de hacer un doctorado en el exterior. Naturalmente, mirará en el mercado local y tomará nota que solo hay un par de programas de maestría que van en línea con sus intereses: la recientemente relanzada maestría en economía de la PUCP y la relativamente nueva maestría en economía de la UP.

Asuma que usted ha sido informado por amigos que ya se encuentran estudiando el doctorado, que para lograr la admisión a un buen programa necesita buenas cartas de recomendación. Le han contado que todo el mundo saca 800 en el GRE y que, por tanto, para tener una aplicación competitiva necesita cartas de recomendación de profesores que tengan prestigio académico (el cual se logra esencialmente por publicaciones en journals de prestigio) y contactos en el exterior. Naturalmente, mirará la composición de la plana docente. Empecemos por la PUCP:

http://www.pucp.edu.pe/content/pagina42.php?pID=1776&pIDSeccionWeb=25&pIDContenedor=1823&pIDIdiomaLocal=1&pIDReferencial=

De acuerdo a la información disponible en la web, el programa cuenta con 43 profesores nacionales y 4 extranjeros (con buenos doctorados estos ultimos). De los 43 nacionales, solo 12 tienen doctorado. En ninguno de los casos se trata de universidades rankeadas en el top ten de USA. Las mejor rankeadas en este grupo son la University of Maryland at College-Park (rankeada 17) y la London School of Economics and Political Science (que se estima rankearia entre 12-20 si es que fuese incluida en los rankings gringos). Además de los 12 con doctorado, hay 4 profesores que no terminaron el doctorado aún. El resto tiene solo maestría, lo cual en términos prácticos significa que sus cartas no tienen utilidad alguna para tratar de ingresar a un doctorado.

Ya sabiendo cuales son los profesores a los que podría pedir carta de recomendación, lo siguiente seria evaluar, dentro de los que tienen doctorado, quienes podrían darle una carta que le permita competir para ingresar a un buen doctorado. El paso natural seria tratar de hacerse una idea del prestigio académico en el exterior del profesor al que le pediría la carta. Y es aquí donde la cosa se pone mal por dos razones: a) los que vienen de mejores doctorados son muy jóvenes todavía y no han desarrollado el prestigio académico que sería necesario para colocarlo en un buen programa; o b) no tienen publicaciones académicas en journals reconocidos porque se han dedicado básicamente a la consultoría (un mal endémico de la academia peruana), y/o c) trabajan en el sector público (BCRP, reguladoras, etc.) y por tanto están un poco alejados de la dinámica académica. El resultado es que, a pesar de los interesantes esfuerzos que se están haciendo para mejorar la maestría en la PUCP, si tu interés es conseguir cartas para un doctorado, todavía la PUCP no está en condiciones de competir con otras alternativas en la región desde un punto de vista académico.

¿Y cuanto cuesta la gracia? De acuerdo con la información disponible en la web del programa, completar el programa requiere aprobar 48 créditos. Estando el crédito 648 soles, esto arroja un total de 31,520 soles, lo que al tipo de cambio de hoy (2.85) asciende a 11,059 dólares por todo el programa.

Ahora, para no ser injustos con la PUCP, seria ideal hacer el mismo ejercicio con el programa de maestría en economía de la Universidad del Pacifico, pero no existe información del programa en la web:

http://postgrado.up.edu.pe/postgrado/maestrias/

He buscado por varios medios en la web de la UP y no he tenido suerte. Si alguno me ayuda a encontrar la información, se lo agradeceré.

Bueno, vayamos con San Andrés. La información de la web señala lo siguiente:

http://www.udesa.edu.ar/Posgrados/Programas-de-Posgrado/Maestria-en-Economia/Profesionales/Profesores

El programa cuenta con un total de 29 profesores. De estos, solo 3 no cuentan con doctorado. Entre estos, esta Roberto Cortes-Conde, profesor emérito de la universidad y una eminencia en estudios de historia económica. Entre las universidades en las que los profesores de San Andrés han hecho el doctorado tenemos Princeton University, University of Chicago, MIT, Harvard University, University of Minessota, UCLA, University of California at Berkeley, Oxford University, Northwestern University, Cornell University, Columbia University y University of Illinois at Urbana-Champaign.

Esta demás decir que la diferencia con la PUCP es abismal en términos de publicaciones en journals de prestigio en el exterior y en la capacidad de colocar egresados en programas de doctorado (cualquiera puede percatarse de lo primero al comparar los CVs de los profesores de la maestría en economía de la PUCP con los de UdeSA).

¿Y cuánto cuesta la maestría en UdeSA? De acuerdo con la información disponible en la web, la maestría en San Andrés cuesta 23,000 pesos argentinos, lo cual –al tipo de cambio de hoy- equivale a 5,974 dólares.

La pregunta del millón es: ¿Porque la maestría de la PUCP cuesta 11,000 dólares y la de UdeSA cuesta sólo 6000 dólares? Claramente, no hay diferencia de calidad que explique el que en la PUCP sea más caro estudiar que en UdeSA, ni mucho menos diferencias en la capacidad de colocar a sus estudiantes en programas de doctorado en el exterior. En cualquier variable, UdeSA es largamente superior a la PUCP pero esta última es significativamente más cara. Siendo cierto que las diferencias en el costo de vida no son abismales entre estos dos países (de hecho, ahora es mucho más caro vivir en Argentina que en Perú), no se me ocurre ninguna razón en términos de costo que explique la diferencia.

Aún una universidad pública como la Universidad Nacional de La Plata, tiene un programa de maestría con una plana docente más competitiva que la de la PUCP:

http://www.depeco.econo.unlp.edu.ar/mecon.htm#docentes

La plana docente de la maestría en economía de la UNLP cuenta con 20 profesores, de los cuales 2 no cuentan con doctorado. Entre las universidades en donde hicieron el doctorado los profesores de la UNLP, tenemos Princeton University, UCLA, University of Illinois at Urbana-Champaign, Oxford University, Cornell University y la misma UNLP. Para una idea en donde están colocados los egresados de la maestria de la UNLP, ver este link:

http://www.depeco.econo.unlp.edu.ar/mecon.htm#graduados

De hecho, mucho mejor al record de la PUCP. ¿Y cuanto cuesta la maestría? De acuerdo con la información de la web, los alumnos pagan 20 cuotas de 350 pesos, lo que da un total de 7,000 pesos. Al tipo de cambio de hoy eso equivale a 1,818 dólares.

¿Qué explica que la maestría en economía en la PUCP cueste 11,000 dólares mientras que la maestría de la UNLP, con mejor plana docente y con egresados mejor colocados en el exterior, cueste 1,818 dólares?

Por esa razón, cuando en algún momento me toque volver al Perú y tener mi familia allá, sin duda preferiría enviar a mis hijos a estudiar a San Andrés que pagar una educación cara y menor calidad dentro del país. Como economista, detesto el rentismo y tengo la impresión que lo que observamos en el Perú es una educación muy cara precisamente por la ausencia de competencia. Elaborare mi argumento en un próximo post sobre el tema.

Entonces, mi recomendación -para los estudiantes y recién egresados que quieran hacer el doctorado en USA y buscan una maestría como un salto intermedio- seria que exploren opciones en el exterior en programas de prestigio en la región y no en el mercado local. A pesar de las buenas intenciones (como la reciente mejora de la maestría de la PUCP) para ofrecer alternativas para la gente interesada en el doctorado, estos programas aun no tienen el prestigio necesario y son excesivamente caros si los comparamos con otras alternativas en la región. Ojala en el futuro se conviertan en opciones competitivas para los que no pueden salir del país, pero por ahora no veo alternativas en el mercado local que compitan en precio y calidad con otros programas de maestría en la región.

En este post, he mostrado evidencia de que la educación es muy cara en el Perú a partir de evidencia anecdótica de lo que vi en Argentina. En un post siguiente comentaré un paper escrito por una amiga, Yuki Murakami, que trabaja en la misma unidad del Banco Mundial en la que estuve trabajando antes de empezar el doctorado. En dicho trabajo se presenta evidencia que muestra consistentemente que la educación superior en el Perú es una de las más caras de la región, lo cual es sorprendente dada la baja calidad que esta tiene en relación a otros países de América Latina.

lunes, 1 de febrero de 2010

Reivindicando a Romerito (I)

Hace un tiempo se armó en la blogosfera una discusión interesante que tenía que ver con la peruanidad y la forma en que los peruanos percibimos el éxito y el fracaso de los connacionales. Esta surge a partir de una serie de posts que escribiera Silvio Rendón en el Gran Combo Club acerca de lo que él llama el “síndrome romerito” (ver la discusión aquí, aquí, aquí y aquí), que mas o menos refiere a esta suerte de incapacidad que tendríamos los peruanos para ganar. Martin Tanaka desde su blog contrapuso al “síndrome romerito” con lo que él denomina el “efecto salmón” y el “efecto caballo de troya”, haciendo notar con ello de que el éxito requiere, por un lado, del apoyo de otros (en el caso de un deportista, de buenos técnicos, buenos dirigentes, apoyo de la empresa privada, entre otras cosas) y –por el otro- de la existencia de grupos de avanzada que van abriendo la cancha para los que vienen detrás. Los logros recientes de Kina Malpartida y de Claudia Llosa, a diferencia del “fracaso” de Romerito, serian –de acuerdo con Tanaka-una expresión de lo anterior:

“Digamos que Romerito perdió porque estaba muy solo: era un buen boxeador, pero no tenía buena esquina. Tal vez Kina Malpartida ganó porque, además, de ser buena, tenía buena esquina. Y esa buena esquina, el apoyo profesional que requería para avanzar, no lo tenía en el Perú. Por ello tuvo que conseguirlo en Australia y en los Estados Unidos. La anécdota de que con pasaporte peruano no consiguió visa para poder pelear en los Estados Unidos, y que por ello tuvo que sacar pasaporte australiano es muy elocuente. Peleó con una bandera de Australia: no importa. Lo importante es que su triunfo puede ser útil para los deportistas peruanos.

Creo que algo parecido se puede decir de Claudia Llosa: su éxito también puede ser leído como fruto de la iniciativa de un grupo de adelantados. Lo que no consiguieron aquí lo consiguieron fuera. No importa: su éxito puede abrir puertas y dar oportunidades a más peruanos.” El Efecto Salmon y el Caballo de Troya.

Quiero retomar la discusión, pero dándole énfasis a una suerte de dimensión distributiva implícita en el debate que me parece se perdió un poco en la discusión original. Mi argumento va como sigue: para evaluar el éxito de un peruano en el exterior, deberíamos prestar atención no solo a las limitaciones que este enfrenta por el hecho de ser peruano, sino también a las limitaciones que están asociadas con el lugar original que este ocupa en la distribución del ingreso.

Un ejemplo claro de la primera (el costo de ser peruano) lo encontramos cuando un peruano quiere hacer un doctorado en el exterior: los peruanos carecemos de las conexiones y contactos que tienen otros latinoamericanos y eso se refleja en el tipo de programas doctorales en los que usualmente estos se encuentran. Por ejemplo, es difícil encontrar peruanos en programas top ten en economía y supongo que la situación es similar en otras carreras. Basta mirar con los doctorados (cuando estos existen) de los profesores de las principales universidades del país para darse cuenta de ello, así como los programas de doctorado en los que están enrolados la gente de mi cohorte. A la misma conclusión llegaríamos si miramos en donde enseñan los peruanos que se dedican a la docencia en el exterior: Roberto Chang, probablemente el economista peruano más reconocido en el exterior, es profesor de Rutgers University, la cual no tiene un departamento de economia rankeado dentro de los 50 mejores del mundo. Lo mismo no pasa con los argentinos o chilenos que tienen varios economistas enseñando en universidades top como el MIT (ej: Ricardo Caballero e Ivan Werming).

Al costo de ser peruano hay que añadirle el progresar viniendo de más atrás. Volviendo al boxeo, hay que decir que Romerito era pobre, de un barrio marginal, mientras que Kina Malpartida claramente no. Mientras que Malpartida ciertamente tiene el mérito de haber logrado ser exitosa a pesar de sufrir todas las limitaciones asociadas con el ser peruana, difícilmente alguien podría decir que tuvo que enfrentar además el hecho de no tener recursos ni contar con oportunidades en país desigual y excluyente como el nuestro. Kina debe haber gozado de oportunidades educativas y laborales que escapan del alcance de un peruano promedio, mientras con seguridad Romerito estuvo excluido de estas (incluso hasta luego de la pelea con Mancini, tanto que solo consiguió un empleo de sereno y tuvo que migrar ilegalmente a España). Kina tuvo los recursos para irse a Australia para poder dedicarse al boxeo, mientras que con seguridad Romerito no hubiera podido hacer lo mismo. A pesar de todas esas limitaciones, Romerito fue un boxeador de elite que reto al campeón mundial de aquel entonces, “Boom Boom” Mancini. No ganó el título, es cierto, pero eso no lo hace un sinónimo de fracaso. El haber estado en el mismo ring que Mancini disputándole el título mundial, viniendo de la marginalidad en la que vivió en su natal Trujillo y sin contar con el soporte profesional con el que contaba Mancini, no puede ser considerado un sinonimo de fracaso. No lo creo.

Hace un tiempo en el blog de Martin Tanaka, a propósito de este tema de la diferencia entre Romerito y Kina, alguien llamado Jerónimo Pimentel escribió un comentario que me parece que es probablemente el mejor de los que he leído en la web. Lo copio completo:

“Quisiera hacer un comentario respecto al mal llamado “Síndrome Romerito” y a lo injusto que me parece que se le utilice como símil del fracaso. Romerito fue descubierto por casualidad por un empresario boxístico que buscaba talentos en Trujillo y lo eligió del mismo que modo que los norteamericanos reclutan desadaptados en el Bronx: el box no es un “deporte” en tanto no hay nada lúdico (o metafórico) en su esencia: un gol duele simbólicamente (una pelota entró al arco) pero un golpe duele realmente, en el hígado o la cara (ver On Boxing, Joyce Carol Oates). Los candidatos ideales para ello son entonces supervivientes, sobre todo de entornos precarios. ¿Un ejemplo? Las barriadas de Trujillo en los años 70s de donde salió Romerito.

Él tuvo el mérito de vencer su coyuntura y, como bien dice Kike Pérez, sin “esquina” ni preparación comparable a la que tiene acceso un profesional de verdad, llegó a retar a uno de los mejores púgiles de su categoría en la historia: Boom Boom Mancini, quien venía de matar a un coreano en su pelea anterior. Mancini, sobra decirlo, contaba con un equipo y una preparación de alta competencia, mientras que Romero contaba son su talento y una asesoría absolutamente amateur.

Después de esa pelea el Perú le reservó a Romerito un puesto como sereno de Jesús María. El “sistema deportivo peruano” (si existe algo que merezca ese nombre) ni siquiera lo recicló de entrenador o buscador de talentos o profesor de Educación Física. No. Sólo sereno. Luego emigró de ilegal a España, se regularizó, gracias a compatriotas asentados (Caballo de Troya) puso un restaurante temático, y hoy vive cómodamente usufructuando las regalías de su paso por el Madison Square Garden. En España no pueden creer la pelea que le hizo a Mancini, y los especialistas consideran que el triunfo del ítalonorteamericano se debió a un “lucky punch”. Negarle méritos o usarlo como metáfora del fracaso (Bye Bye Romerito, El Síndrome Romerito) me parece de una mezquindad enorme.

Ahora voy a correr el riesgo de hacer el papel de aguafiestas –no lo soy, no quiero serlo, pero la argumentación puede dar a entender eso- matizando el logro de Kina Malpartida, logro que por supuesto celebro y disfruto como amante del box. Pero comparar un campeonato de box femenino, que prácticamente es una competición en ciernes y semiamateur (baste ver el récord de las contendientes, su condición técnica y la semiclandestinidad con la que se practica –no existe vídeo serio de la contienda-), con una final contra Boom Boom Mancini en el estelar de una noche en el MSG, es por lo menos descabellado. Sucede que el Perú es un país que, desde la obsesión por el fracaso, añora el triunfo al punto de haber hecho del éxito la medida de todas las cosas, ensalzando así lo que tiene a mano y denigrando lo que pudo ser pero no fue. ¿Es que un cinto hace mejor a un deportista respecto a otro? Los que amamos los deportes en general, y el box en particular, sabemos que ambas trayectorias son difícilmente comparables, y aprendemos a asumir la relativa aleatoriedad de la victoria ante condiciones parejas como un atractivo más de lo que vemos. ¡Pobre de aquellos que buscan idiosincrasias nacionales en un deporte que ni siquiera califica como tal! ¡Pobre del país que necesita héroes (Brecht-Galileo) y los encuentra en el boxeo femenino! La de Kina Malpartida es una gran victoria suya, un campeonato plausible digno de toda celebración, pero no por eso debemos satirizar o denigrar otros triunfos que las anteojeras del éxito nos impiden ver. A Romerito nadie le regaló nada. El Perú quiso de él un sereno o un delincuente, y él fue un boxeador de élite. Ni tampoco nadie regaló nada a Rivadeneyra, ni al mejor boxeador de toda nuestra historia, el gran Mauro Mina, que nunca fue campeón por obra de las mafias del box estadounidense (siendo el primero en el escalafón no se le dio la oportunidad de retar al campeón), pero que no por eso deja de estar a años luz en calidad técnica y victorias de la buena y reinante “Dinamita” Malpartida.”

Mas que un signo del fracaso, Romerito es una expresión del peruano que logra hacerse un lugar a pesar de la adversidad. Al igual que Kina, Romerito tuvo que enfrentar todas las limitaciones asociadas a ser peruano. A diferencia de esta, Romerito vino de atrás, de los barrios pobres de Trujillo, con todas las desventajas asociadas a nacer y crecer en la pobreza y la marginalidad. A pesar de ello, Romero llegó a la pelea con Mancini invicto, con 14 victorias a cuestas, y tumbó a este último hasta en dos oportunidades antes de ser vencido. Como dice Pimentel, Romerito pudo haber terminado siendo un delincuente pero fue un boxeador de elite que retó al campeón mundial a pesar de todas las limitaciones que enfrentó, careciendo de apoyo técnico y soporte profesional. Si Kina no hubiera sido boxeadora, tal vez hubiera seguido haciendo tabla o quizás estaría ahora dedicada al modelaje. Tenía oportunidades, posibilidad de elegir. Dudo mucho que decir lo mismo de Romero.

Con esto no quiero restarle merito a nadie. Kina es campeona mundial sin discusión y es un orgullo tenerla de compatriota. Solo quiero reivindicar a Romero porque en un país en donde los pobres carecen de oportunidades, hacer lo que él hizo es para quitarse el sombrero. Porque al final del día, reivindicar a Romero es reivindicar -de algún modo- a tanto compatriota que lucha por progresar a pesar de la pobreza y la carencia de oportunidades, haciendo lo posible por ser más de lo que el Perú espera de ellos. Algunos lo logran, otros –como Romero- quedan muy cerca de la gloria, y no pocos se quedan en el camino.

Todavía queda mucho por hacer para que, aquellos que logran superar la adversidad, no sean una pequeña minoría. Y tengo la impresión de que eso tiene poco que ver con recursos y más con el combate contra las prácticas excluyentes que se reproducen cada día en el país. Para volver al ejemplo académico con el que empecé esta discusión, ¿Por qué uno casi no encuentra egresados de universidades públicas haciendo el doctorado en el exterior? Mi hipótesis es que ello se debe a las barreras que existen en la academia local. En Argentina por ejemplo, un egresado de una universidad pública como la UBA, si es lo suficientemente bueno, puede trabajar con algún profesor de una universidad privada de prestigio y conseguir una carta de recomendación. Ello es posible porque existen espacios académicos más abiertos, en donde los estudiantes de universidades públicas pueden presentar sus investigaciones y ganar atención en función a la calidad de su trabajo. En el Perú esos espacios casi no existen y por asimetrías de información los centros de investigación existentes no contratan egresados de universidades públicas. La paradoja es que mucho capital humano valioso puede terminar perdiéndose aun cuando podría ser más rentable contratar a un egresado de nivel de universidad pública.

La otra diferencia es que los programas de postgrado en Argentina compiten por los mejores estudiantes del país otorgándoles becas y otras ventajas. El incentivo es atraer estudiantes que se espera luego tendrán una performance exitosa en los programas de doctorado, lo cual redundaría en el prestigio del programa. En el Perú, los programas de maestría no tienen ese tipo de incentivos. Aun los programas que tienen una lógica similar de colocar a sus egresados en el exterior todavía son muy nuevos y no tienen una plana docente completamente académica como las que uno ve en Argentina o Chile. En ese contexto, el egresado de pública que quiere avanzar tiene que hacer un salto al exterior para seguir progresando. Así, mientras que en Argentina, un egresado de una universidad pública puede tener oportunidades de investigación en la academia local y acceso a programas de postgrado que le permitan luego ir un doctorado de nivel, en el Perú se debe salir del país si es que uno se quiere dedicar a la investigación. No es raro, entonces, que uno se encuentre con egresados de la UBA haciendo el doctorado en el MIT, Princeton, Stanford, Yale, por mencionar solo algunas de las universidades rankeadas en las que estos están. Una academia abierta y competitiva es, a mi entender, la explicación más sencilla a lo anterior.

OTRO SI DIGO:

Para una vision contraria a mi reivindicacion de Romero, ver este articulo de Renato Cisneros en el Comercio:

http://elcomercio.pe/impresa/notas/bye-bye-romerito/20090223/249884