viernes, 31 de octubre de 2008

Tantas veces Argentina: el saqueo de los fondos de pensiones

Argentina es uno de esos países que son difíciles de comprender, inclusive para quienes hemos tenido la suerte de vivir una temporada por allá. En particular, es el mejor ejemplo que existe para argumentar en contra de la idea de que países que tienen mejor capital humano son capaces de diseñar e implementar mejores políticas públicas. Prometo escribir respecto al tema de pensiones en Argentina con más detalle pronto. Mientras, comparto un texto escrito por Mariano Scapin, amigo y compañero de estudios de la maestría en economía de la Universidad de San Andrés (ahora haciendo su doctorado en la Universidad Carlos III de Madrid) sobre el tema. Mariano trabajo con Roberto Cortes Conde, probablemente el mejor historiador económico de América Latina, por lo que no es casualidad la apelación al recurso de la historia en el texto que comparte desde Madrid.

SMZ

Las AFJP al Estado.
Reflexionemos, por que la historia argentina otra vez se repite…
Tomó público conocimiento el proyecto del Ejecutivo Nacional de apropiarse de
los fondos invertidos por particulares en las Administradoras de Fondos de
Jubilaciones y Pensiones, cifra cercana a las 4,5 miles de millones de dólares,
fruto de los aportes de los contribuyentes argentinos y de las inversiones que de
estos fondos realizaron las administradoras en sus más de quince años de
historia.


El sistema fue creado en los 90 por el entonces Presidente de la Nación, Carlos
Saúl Menem y el entonces Ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo.
Entre los objetivos centrales se encontraba el de controlar el Gasto Público, ya
que era moneda común hasta entonces utilizar los ingresos en concepto de
cargas sociales aportados por los contribuyentes para cubrir gastos corrientes en
vez de reinvertirlos para asegurar mayores retornos a los futuros jubilados. La
triste experiencia inflacionaria primero, e hiper inflacionaria después,
enseñaron a los políticos argentinos que los abultados excesos en el Gasto
Público no solo eran no eran neutros, sino desbordaban en aumentos sostenidos
de precios.

El tránsito no fue sencillo, ya que el grueso agujero fiscal que se produjo al
reducir los ingresos provenientes de los aportes jubilatorios, sumados a la
inflexibilidad del Gasto Público argentino, llevó – entre otras razones no
menores – al triste colapso de 2001.

Sin embargo, se enseñó a los contribuyentes argentinos a responsabilizarse de
su futuro, a darles la oportunidad de elegir como invertir el fruto de su trabajo
y como preparse para su retiro.

Estos quince años las AFJP sufrieron ataques sistemáticos contra sus aportes.
Primero Domingo Cavallo, durante su segundo Ministerio, forzó a un canje de
parte de los activos líquidos de las Administradoras por Bonos del Estado
Nacional. El Presidente Previsional Adolfo Rodríguez Saá al declarar el default
de la deuda omitió incluir estos bonos, sabiendo que perjudicaba sensiblemente
el ahorro de los trabajadores argentinos. Sin embargo, durante el gobierno de
Kichner y su entonces Ministro Lavagna se extendió el no pago a estos bonos.
Pese a esto, cuando a finales del año pasado de abrió la posibilidad de cambiar
de sistema – esto es, pasar del privado (o capitalización) al público (de reparto)
más del 80% de los aportes decidieron seguir en el primer sistema.

La decisión del gobierno nacional atenta contra la libertad de los ciudadanos, de
elegir su forma de financiar su futuro de la manera más conveniente para ellos.
En definitiva, estamos nuevamente ante otro de los tan comunes atropellos a la
voluntad ciudadana del individuo. Y para el trasnochado que diga que el objeto
del Estado es redistribuir la riqueza, se le puede decir: para eso están los
impuestos. No solo uno paga impuestos para seguridad y defensa, sino también
para educación y salud. Por lo tanto, exigir que además de los impuestos los
ciudadanos tengan que aportar sus ahorros al Estado, es un disparate.

Corría el año 1946 en la Argentina, segundo año del primer gobierno de Perón.
Hasta entonces, no existían en el país un sistema jubilatorio público. Sin
embargo, una persona que ahorrara un equivalente al 11% en Cédulas
Hipotecarias del Banco Nacional Hipotecario, podría obtener tras 30 años de
ahorro un retorno equivalente al 75% de su salario en actividad, ajustables por
inflación, utilizando tanto los intereses como la amortización del capital
invertido (véase Cortés Conde, 2006). La nacionalización de las jubilaciones – y
la eliminación del sistema de cédulas hipotecarias por el de redescuentos
discrecionales de fondos del Banco Central de la Nación Argentina - promovió
la expropiación de millones de pesos de entonces desde los bolsillos de los
ciudadanos a las arcas del Estado, quien discrecionalmente repartió estos
fondos a gastos corrientes. Fue el inicio de la fiesta peronista y que, continuada
con otras medidas de tinte expropiatorio y populistas, creo uno de los mayores
sistemas de estafas planificadas: el sistema jubilatorio de reparto.

Más allá de los fondos, más allá del debate sobre el tiempo y las causas de la
expropiación del gobierno de Cristina Kirchner, debemos hacer mención en el
punto fundamental de la discusión. Bajo ningún concepto el Estado, entidad
creada bajo la idea de velar por la seguridad física y material de los ciudadanos,
puede extraer de su bolsillo sus ahorros, cuando no ya sus legítimos ingresos.

Este artículo, si bien breve y por lo tanto incompleto, simplemente trata de
hacer comprender la idea de que nosotros somos el Estado, y bajo ningún
concepto y/o causa puede este abrogarse el derecho de forzanos a elegir a
nosotros cómo, cuándo y qué ahorrar. Al menos, tengamos la conciencia limpia
de que al llegar a la tercera edad y, al mirar hacia atrás, hacia nuestras vidas,
podamos estar orgullosos de que fuimos responsables. De que decidimos por
nosotros mismos.


Mariano Scapin
scapinmariano@gmail.com

viernes, 24 de octubre de 2008

Yo tambien quiero ser un arbol

Ahora que acabo de terminar con los midterms, solo me quedan ganas de cantar esta cancion con Rafo Raez.

martes, 21 de octubre de 2008

Especial de The Economists' Voice sobre la Crisis Financiera

Viene con articulos de Varian, Stiglitz y Zingales, entre otros, sobre la crisis financiera.

http://www.bepress.com/ev/vol5/iss5/

The Economists' Voice
Volume 5 / Issue 5 (September 2008)
Financial Regulation, Financial Crisis, and Bailouts

New and related articles

Columns
Hedge Fund Wizards
2Dean P. Foster and H. Peyton Young

Investment Banking Regulation After Bear Stearns
4Dwight M. Jaffee and Mark Perlow

Why Paulson is Wrong
6Luigi Zingales

Dr. StrangeLoan: or How I Learned to Stop Worrying and Love the Financial Collapse
8Aaron S. Edlin

Questioning the Treasury's $700 Billion Blank Check: An Open Letter to Secretary Paulson
10Aaron S. Edlin

Auction Design Critical for Rescue Plan
12Lawrence M. Ausubel and Peter Cramton

A Better Plan for Addressing the Financial Crisis
14Lucian A. Bebchuk

Please Think This Over
16Edward E. Leamer

Good Bailouts and Bad
18David O. Beim

We Aren't Done Yet: Comments on the Financial Crisis and Bailout
20Joseph Stiglitz

Quashing the Financial Firestorm
22Aaron S. Edlin

Pitfalls of the Paulson Plan
24Jonathan Carmel

Compensation and Incentives in the Mortgage Business
26John M. Quigley

The Case against Housing Price Supports
28Edward L. Glaeser and Joseph Gyourko

Letters
Letter: Another Take on "Why Paulson is Wrong"
30Allen H. Barton

Letter: How to Drink the Sub-Prime Kool-Aid
32Hal R. Varian

Letter: Republican Opposition to Debt Reduction in Financial Crises--The Great Depression and Today
34Howard L. Rosenthal

Letter: The Dangers of Forgetting Moral Hazard
36Manfredo A. Dix

Letter: The Bailout and What Next
38Lok Sang Ho

domingo, 19 de octubre de 2008

La sociedad sigma con heterogeneidad geográfica y un sistema centro-periferia

Luego de analizar las implicancias del esquema centro-periferia y el rol de las condicionantes geográficas, integremos nuestra discusión dentro de la teoría de la sociedad Sigma desarrollada por el profesor Figueroa en su trabajo “La Sociedad Sigma. Una teoría del desarrollo económico”. Todo lo aquí escrito esta en versión borrador, pero espero motive alguna discusión respecto a cómo teorizar la sociedad peruana incorporando el rol de la heterogeneidad geográfica.

Sigma es una sociedad abstracta multicultural y multiétnica. En esta sociedad abstracta los agentes participan en el intercambio social dotados de activos económicos, políticos y culturales. Dichos activos están desigualmente distribuidos en el espacio, lo cual condiciona una desigual distribución de las capacidades y de los derechos, tanto a través del espacio de la sociedad como internamente en las regiones. Dicha situación crea una estructura jerárquica entre los individuos de una región y entre los individuos de las diversas regiones, expresado ello en la existencia de distintas clases de ciudadanos, de grupos con diferentes status social.

En esta sociedad abstracta existen 2 tipos de regiones: el centro y la periferia. El centro produce productos industriales y servicios, y la periferia produce recursos naturales. El centro tiene una economía basada en economías de escala en la industria con economías de aglomeración y externalidades sobre cuya base se generan rendimientos crecientes de escala que refuerzan su posición hegemónica. El centro concentra actividades económicas de naturaleza oligopólica y de competencia monopolística.

La periferia, por su lado, tiene una economía basada tanto en la renta de los recursos naturales como en actividades agrícolas de subsistencia. Estaremos frente a la Periferia Exportadora en el primer caso, cuando las actividades productivas desarrolladas utilizan una tecnología intensiva en capital, lo cual genera una débil demanda de trabajo, teniendo escasa repercusión en los mercados de bienes y factores. Dado que produce recursos naturales, no ha generado eslabonamientos en la producción. Por otro lado, llamaremos Periferia de Subsistencia a aquella periferia en donde se realizan actividades agropecuarias no intensivas en capital. La baja productividad de la misma genera una economía de subsistencia.
El centro no exporta productos industriales por lo que las divisas generadas por la periferia exportadora sostienen la actividad industrial del centro.

Sigma es una sociedad geográficamente heterogénea. En el caso del Centro, la presencia de un entorno geográfico favorable condiciona positivamente el asentamiento de la población y la localización de las actividades productivas industriales debido a la actuación de las condicionantes geográficas como el clima, la altitud, la temperatura, y otros factores naturales, sobre la operación de las fuerzas tendientes a la aglomeración. Por su parte, la Periferia cuenta con un entorno geográfico adverso y altamente fragmentado, lo que deriva en una alta dispersión poblacional, elevados costos de transporte y una alta dificultad para el desarrollo y la integración de los mercados. A su vez, dicha heterogeneidad geográfica permite el desarrollo de yacimientos de recursos metálicos y no metálicos, cuya exportación produce una alta renta a la vez que no genera eslabonamientos productivos en la región.

Sigma es una sociedad “sobrepoblada”. El stock de capital disponible no permite incluir bajo relaciones de producción capitalistas a la totalidad de la fuerza laboral. Sólo una fracción de la misma se ubica en el llamado “sector de capitalista”. La otra fracción se inserta en el llamado “sector de subsistencia”. La composición y el grado de inserción en el mercado de trabajo por parte de la fuerza laboral varían a través del espacio, lo cual se debe a la desigual penetración del capital en los espacios regionales de Sigma. Así, las relaciones capitalistas están más desarrolladas en la “región central” que en las “regiones periféricas”.

En esta sociedad abstracta el sistema de mercado opera con mercados walrasianos y no walrasianos. Entre los primeros tenemos los mercados walrasianos con estructura de mercado oligopólica y de competencia monopolística. Los últimos incluyen los mercados de crédito, trabajo y seguros. Sin embargo, todos estos mercados están desigualmente desarrollados a través del espacio de Sigma. En general, tanto los mercados walrasianos como los no walrasianos estarán más desarrollados en el centro mientras que son incompletos o no existen en las regiones periféricas.

En la sociedad Sigma los agentes se guían por su racionalidad de homo oeconomicus. Los capitalistas buscan 2 objetivos particulares: mantener su posición social y maximizar las ganancias. Así, los capitalistas invertirán sus capitales en aquellas regiones en donde su rentabilidad sea máxima. De esta manera, y a nivel agregado, el capital adquirirá una lógica espacial. Dicha lógica condicionará que determinadas regiones acumulen mayores stocks de capital que otras, dada la naturaleza de las actividades productivas que en ella puedan realizarse. Así, el proceso de acumulación será desigual a través del espacio. Dadas las condiciones anteriormente señaladas, el centro ofrecerá una mayor tasa de beneficio para las actividades industriales que para las actividades extractivas mientras que en la periferia exportadora se cumplirá la relación inversa. En el caso de la periferia de subsistencia no se cumplirán ninguna de las dos; es decir, no son rentables ni las actividades extractivas intensivas en capital ni las actividades industriales.

¿Cuál es el rol del Estado en Sigma? La proposición teórica que defenderemos aquí es que el comportamiento del estado es endógeno a la lógica espacial de la acumulación del capital. Así, el Estado reforzará con su accionar la centralización productiva y acentuara las disparidades regionales de bienestar a través de la distribución espacial de los medios que permiten la expansión de los derechos y la generación de las capacidades. Esta proposición puede sustentarse por medio de las siguientes razones (Gonzáles 2000):

a) La concentración económica espacial de las actividades industriales y la población facilitan la aparición de estructuras de mercado imperfectamente competitivas que el estado tiene que regular, sujeto a presión de fuertes grupos de interés económico que pugnan por impuestos y gastos fiscales que los favorezcan.

b) La dispersión geográfica de la periferia y el predominio de actividades primarias con rendimientos constantes o decrecientes definen una relativa debilidad económica y política de la periferia.

c) La concentración económica espacial favorece la centralización fiscal. Así, la recaudación de impuestos es mayor en el centro que en la periferia, lo cual refuerza el centralismo político del sistema.

d) La concentración de la población en el centro hace de él la principal plaza electoral lo cual condiciona la asignación del gasto público. Así, el estado distribuirá espacialmente el gasto teniendo en cuenta el impacto del mismo en términos de la conservación del poder para el grupo que lo controla.

Dadas estas condiciones, el Estado actuará como agente reforzador de la acumulación espacialmente centralizada del capital, lo cual incidirá indirectamente en la distribución espacial del bienestar. Asimismo su accionar tendrá un efecto directo sobre esta distribución pues la asignación espacial del gasto público condiciona la provisión de los servicios sociales básicos y la inversión social y productiva que condiciona la expansión de los derechos y la generación de capacidades.

¿Cómo se reproduce Sigma? A través del tiempo se observará un nivel de producto y un resultado distributivo como consecuencia del proceso económico. Dada la distribución espacial inicial de los activos sociales y la configuración originaria del centro del sistema, se tendrá que la dinámica de la acumulación espacial del capital en Sigma conllevará a una distribución espacial del ingreso y el bienestar a la par de un nivel de producto cuya generación adquirirá también una dimensión espacial. Este proceso será marcadamente desigual a través del espacio debido a que la lógica espacial del capital se caracteriza por ser marcadamente concentradora, resultado natural del predominio de las fuerzas de aglomeración sobre las fuerzas de dispersión y de la influencia de los condicionantes geográficos sobre éstas. Así, el centralismo es endógeno a la lógica espacial del capital adquiriendo el bienestar una distribución espacial no aleatoria.

A partir del marco teórico se pueden derivar algunas predicciones y observaciones empíricas. En una sociedad Sigma geográficamente heterogénea y con un sistema centro-periferia deberíamos observar que:

a) El desarrollo regional tiende a ser desigual. El centro acumulará más y a mayor velocidad que la periferia. La menor inversión relativa de la periferia se debe a que el centro concentra su ahorro por las mayores rentabilidades ocasionadas por las economías de aglomeración (economías de escala y externalidades, menores riesgos, y el tamaño de la demanda).

b) La concentración de los ingresos, tanto en la distribución funcional como en la personal, será marcada. Este proceso tiende a reproducirse y acentuarse a través del tiempo. Así, el centralismo es endógeno a la lógica espacial del capital. De esta forma la desigual distribución de las capacidades y de los derechos de los individuos por un lado, y las desigualdades productivas generadas por el proceso centralizado de acumulación de capital, afectan en última instancia las posibilidades de los individuos que residen en las regiones periféricas de acceder a las libertades de acción y de decisión.

c) La sociedad Sigma funcionará con exclusión. Esta exclusión tendrá 2 dimensiones: la exclusión intrarregional y la exclusión interregional. Dada la heterogeneidad de los agentes, en cada región se observará exclusión de los agentes con menores stocks de activos sociales en su conjunto de derechos de participar en los intercambios de los mercados básicos. Por otro lado, a través de las regiones se observará la exclusión de agentes que, a pesar de disponer el mismo stock de activos sociales que un agente incluido en la región centro, serán excluidos por la inexistencia de los mercados básicos o su poco desarrollo. Aquí, vivir en la periferia restringe las capacidades y las libertades reales que pueden disfrutar los individuos. Esta situación adquiere una dimensión particular en el caso de la población indígena, a la postre la población ubicada en la base de la pirámide social. Así, se deberá observar una estrecha relación entre la ubicación geográfica de ésta población y su acceso relativo al bienestar. El escaso desarrollo de las actividades intensivas en trabajo, debido a las adversas condicionantes geográficas del medio, no permitiría la inclusión de esta población en los mercados básicos, escasamente desarrollados debido a la poca penetración del capital, lo cual restringiría severamente su acceso al bienestar. Asimismo, el no constituirse en una demanda atractiva para la inversión en actividades industriales, no generaría incentivos para el desarrollo en actividades intensivas en trabajo. Por otro lado, su relativamente poca capacidad para influir sobre el Estado derivaría en una baja asignación del gasto para servicios sociales básicos que les permitiría extender sus derechos y ampliar sus capacidades.

d) La abundancia de recursos naturales en la periferia, producto de la heterogeneidad geográfica característica de la misma, no se constituiría en un factor que dinamice el desarrollo de la región. La lógica de los capitalistas los llevaría aprovechar rentísticamente dicha abundancia, sin generar eslabonamientos productivos. De esta manera, se deberá observar que en la periferia no se desarrollaran actividades productivas que permitan la integración de la población en los mercados de bienes y factores, con las consecuencias negativas que esto tiene sobre las condiciones de vida de las mismas. Así, la abundancia relativa de recursos no se traducirá en mejores niveles de vida para los habitantes de la periferia.

e) Dada la lógica espacial del capital, se deberá observar que en el centro los niveles de desigualdad serían mayores que en la periferia, a la par que los niveles de pobreza serán menores. Ello se debería a la desigual penetración del capitalismo en los espacios regionales de Sigma. Así, el escaso desarrollo del capitalismo en la periferia se expresaría en niveles elevados de pobreza, ello debido al escaso desarrollo de los mercados. Por otro lado, el mayor desarrollo relativo del capitalismo en el centro se expresaría en mayores inequidades, debido a la naturaleza intrínsecamente desigualadora del sistema.

El predominio del centro se acentuaría a través del tiempo, limitando con ello el desarrollo de la periferia. Ello sería así tanto por la operación de las fuerzas tendientes a la concentración como a la lógica del Estado. En este último caso se debería observar en Sigma una asignación espacial del gasto público altamente concentrada en el centro, debido a su importancia política. Esta distribución del gasto afectaría indirectamente el bienestar de la población debido a la baja inversión productiva estatal en la periferia y directamente por la asignación presupuestal del gasto en servicios sociales básicos.

Recursos naturales y heterogeneidad geográfica en el sistema centro-periferia peruano

Sigo con algunas reflexiones sobre geografía económica, a partir de mis post anteriores motivados por el Nobel otorgado a Krugman.

En la configuración espacial del sistema centro-periferia peruano han jugado un rol importante la extrema heterogeneidad física y diversidad ecológica del país. El Perú cuenta con tres macrorregiones naturales y ocho pisos ecológicos, lo cual ha permitido una enorme variedad de flora y fauna, así como importantes yacimientos mineros, elementos que han condicionado los patrones de asentamiento de la población y de localización de las actividades productivas.

La macrorregión costa cuenta con 57 valles intercaladas en una franja desértica. El acceso al mar y la presencia de valles cultivables con climas templados-cálidos han favorecido el asentamiento de la población y el desarrollo de actividades industriales debido a la concentración de la demanda y el tamaño de mercado. Por su parte la macrorregión sierra está definida por la cordillera de los Andes, la cual determina la existencia de un territorio bastante accidentado y de altitudes variable, lo cual ha condicionado la multitud de microclimas y una enorme variedad de recursos naturales, en especial mineros, a la par de tierras de cultivo dispersas y continuas. En particular, y dada la altitud, se disponen de yacimientos mineros de muy buena calidad, lo cual ha condicionado la constitución de ventajas comparativas en la explotación y exportación de productos como el cobre, el petróleo, el zinc, el hierro y la plata.

El rol que ha jugado la minería en la conformación del sistema centro-periferia peruano ha sido fundamental. De acuerdo con Gonzáles (2000), son cuatro las características principales de este rol jugado por la minería:

1. Utiliza una tecnología intensiva en capital, que ha generado una débil demanda de trabajo regional y que, en consecuencia, ha repercutido poco en los mercados de factores y bienes y servicios regionales.

2. La mayor parte de su producción se ha exportado como materia prima, lo que no ha generado eslabonamientos con la industria regional o con la del centro. Por ello, la minería ha sido un modesto factor de desarrollo regional y no ha contribuido a crecer factor de desarrollo regional y no ha contribuido a crecer centros urbanos regionales alternativos a los que ya existen, a pesar de la envergadura de sus inversiones.

3. Ha sido la principal generadora de divisas, utilizadas en gran parte por el sector industrial del centro y de las ciudades principales para importar bienes de capital, insumos, tecnología y bienes de consumo urbano.

4. La generación de divisas, no utilizadas directamente por el sector minero en cada región, y de impuestos a la exportación minera hasta los años setenta, constituyeron la base de la intervención estatal. Esto hizo que el Estado se convirtiera en el gestor del crecimiento urbano-industrial y en el regulador de las relaciones entre el centro y la periferia.

Así, de acuerdo, con este autor, la centralización y el centralismo peruano de los últimos cincuenta años obedecen a la combinación de este tipo de minería con una industrialización que depende de las importaciones, bajo la acción de un Estado organizado sobre esta economía de dos ejes.

Finalmente, la selva amazónica está conformada por un enorme bosque natural tropical, con yacimientos petrolíferos y de gas. Presenta el 51% del territorio nacional. Las condiciones climáticas adversas dificultan notablemente el desarrollo de actividades industriales, a no ser de aquellas relacionadas directamente a actividades extractivas altamente intensivas en capital. Por otro lado, la difícil geografía y el clima tropical elevan los costos de mantenimiento de las redes viales, lo cual redunda en el incremento de los costos de transporte. Su escasa densidad poblacional por su parte, no crea incentivos para el establecimiento de la industria debido al reducido tamaño de mercado.

De esta manera, y a partir de este breve análisis, es claro que el espacio físico y los recursos naturales son condicionantes tanto de los asentamientos poblacionales como del tipo de producción. Esta heterogeneidad dificulta enormemente la integración física y económica del país, condicionando desarrollos regionales antes que un desarrollo integrado nacional.

sábado, 18 de octubre de 2008

El enfoque centro-periferia en sociedades desiguales y geográficamente heterogéneas

Ahora que estamos con Krugman, propongo algunas ideas como para ir pensando en cómo estas teorías de localización espacial pueden ser útiles para comprender el funcionamiento de la sociedad peruana.

Los modelos centro-periferia se encuentran vinculados al nombre del economista argentino Raúl Prebisch y a toda la pléyade de intelectuales latinoamericanos reunidos en la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL) durante todo el tiempo que éste estuvo al frente de dicha organización. Recientemente, a principios de la década pasada, Krugman dio un poderoso impulso a este enfoque en su trabajo “Geography and Trade”, publicado en 1991.

La idea fundamental de este enfoque es que los países y regiones se organizan espacialmente mediante el establecimiento de ciertas reglas de subordinación económica. De esta forma, ciertas regiones logran articular bajo relaciones asimétricas a un conjunto de otras, relaciones que implican la especialización en determinadas actividades productivas reflejadas en el flujo de intercambio de bienes. En la versión original de Prebisch, esto era resultado histórico del proceso de industrialización que generó, desde sus primeras etapas, una división internacional del trabajo en la cual la periferia suministra materias primas al centro. En estas condiciones, el cambio en la estructura productiva opera como un sesgo sistemático contra los países en desarrollo. Así, al tiempo que los excedentes de mano de obra generados por la pérdida de importancia relativa de las actividades primarias se concentran en la periferia, existen obstáculos de diverso tipo que impiden redistribuir trabajadores hacia nuevos sectores económicos, obstáculos relacionados con restricciones de orden político a la migración y la existencia de disparidades de orden tecnológico.

Dadas estas condiciones, los cambios estructurales tienden a generar un exceso de mano de obra dedicada a actividades primarias en la periferia, que presionan a la baja de los ingresos de estos trabajadores. Al mismo tiempo, los trabajadores de las regiones centrales tienen la capacidad de aumentar el nivel de sus remuneraciones e ingresos durante las fases expansivas, y de defenderse ante una contracción cíclica. Así, la disminución del tamaño relativo del sector primario genera de esta manera una tendencia al deterioro de los salarios relativos de los trabajadores de la periferia.

Esta reducción en los salarios relativos propende a manifestarse a su vez como una tendencia al deterioro de los términos de intercambio de los países en desarrollo. En la concepción de Prebisch, el efecto conjunto de la evolución de los salarios y la productividad implica que, mientras en el centro es posible captar los aumentos de la productividad de la mano de obra mediante mayores ingresos reales para sus trabajadores, la periferia se ven obligados a “exportar” el cambio tecnológico por medio del deterioro de sus términos de intercambio (Ocampo 1995).

En las versiones de Krugman (1992) y Fujita, Krugman y Venables (1999) la preocupación teórica es distinta a la de Prebisch. Estos autores no buscan explicar las relaciones asimétricas entre el centro y la periferia en términos de si los flujos de comercio y la especialización espacial del trabajo que estas -suponen- tienen consecuencias desniveladoras, si no más bien entender “... how interactions among increasing returns at the level of the firm, transport costs, and factor mobility can cause spatial economic structure to emerge and change”. Fujita, Krugman y Venables (1999:61).

Sin embargo, estos modelos necesitan ser modificados con el propósito de entender la naturaleza de los sistemas centro-periferia en el capitalismo subdesarrollado andino, puesto que, a diferencia de otras economías, aquí es la periferia la que exporta y no el centro. Como señalan Gonzáles y Lévano (2001): “Esta teoría debe ser adaptada a países como Perú, Bolivia, Ecuador, en los cuales la periferia es la que exporta, en general materias primas, mientras que el centro importa, para mantener una industria dependiente de insumos importados. Así, el modelo centro-periferia para ser aplicado a países en los cuales deberá tener características casi inversas a los países industriales exportadores”.

Dicho esto vamos ahora como se distribuye espacialmente la producción en un sistema centro-periferia como el mencionado. La distribución regional de la producción tiene básicamente dos características. En primer lugar, las actividades extractivas e ubican en aquellos lugares con recursos naturales y abundantes. Esto es el caso, por ejemplo, de la actividad minera en el país, la cual se ha caracterizado históricamente por generar débiles eslabonamientos productivos dentro del ámbito regional en el que se inserta. En segundo lugar, la producción industrial se concentra solo en determinados lugares, debido al predominio de fuerzas centrípetas. Estas surgen, como vimos anteriormente, de la interacción en el espacio entre economías de escala, tamaño de mercado y costos de transporte (Gonzáles y Levano 2001).

Dada esta distribución espacial de la producción, tendremos una región central en la que se realiza la producción de bienes industriales y que, por efecto de las fuerzas tendientes a la concentración, desarrolla condiciones para la preservación de su posición hegemónica. Sin embargo, dichas condiciones no son producto exclusivo del predominio de las fuerzas centrípetas. Y, por un lado, fuerzas y condicionantes que inciden directamente en la conformación espacial del sistema centro-periferia y, por otro lado, fuerzas que inciden indirectamente a través de su influencia sobre las fuerzas centrípetas y centrífugas.

Ello se debe a que la actuación de las “petas” y las “fugas” no se dan en el vacío. Estas fuerzas actúan sobre un determinado espacio geográfico cuya estructura potencia o inhibe los efectos de estas fuerzas en la conformación del sistema centro-periferia. Los modelos desarrollados por Krugman y compañía asumen implícitamente la asistencia de un espacio físico homogéneo en el cual sólo variables de orden económico explican que una región determinada asuma el rol de centro y que otras asuman el papel de periferias.

Levantar ese supuesto nos permitirá introducir el análisis de las condicionantes estrictamente geográficas en la conformación de un sistema centro-periferia. Más aún, podemos ir más allá e incluir otras condicionantes de tal manera que podamos ofrecer una perspectiva más omnicomprensiva del problema que nos interesa discutir. Ilustremos ahora las implicancias de esta perspectiva. Tal y como se desprende de las versiones originales de Krugman, en teoría cualquier lugar podría cumplir el rol del centro del sistema. Bastará que las fuerzas de concentración predominen sobre las fuerzas de desconcentración. Así, bajo esta propuesta teórica tanto Lima como Huancavelica o Puerto Maldonado podrían ser centro del sistema. ¿Por qué cumple Lima y no Huancavelica o Puerto Maldonado el rol de centro en el sistema Centro-periferia peruano? Evidentemente que detrás de la conformación de Lima como centro del sistema hay factores que van más allá de las fuerzas anteriormente mencionadas.

Consideremos que en la génesis del centro del sistema en particular, y en la conformación y consolidación del sistema en general, intervienen factores no sólo de naturaleza económica, sino también condicionantes de naturaleza político-institucional, cultural-histórica y de orden geográfico. Estos elementos influyen en la conformación y reproducción del sistema por medio de su impacto directo sobre el mismo, e indirectamente a través de su efecto sobre las fuerzas de aglomeración y dispersión.

Supongamos por ahora que los condicionantes político-institucionales y los culturales-históricos solo cumplen un rol importante en la génesis del centro del sistema mientras que, una vez formado el centro, las fuerzas de aglomeración y dispersión actúan reforzando o debilitando la hegemonía del centro sobre la periferia. Asumamos además que las condicionantes geográficas intervienen tanto en la génesis del centro como en la reproducción del sistema en su conjunto.

De acuerdo con esta propuesta, podemos entonces resolver el problema de la aglomeración originaria. Ella dependerá de la historia del sistema social en donde se desarrolla el sistema centro-periferia. Así por ejemplo la constitución de Lima como centro del sistema se debe a una serie de factores históricos que hunden sus raíces en el período de dominación española, reforzado por el proceso de industrialización por sustitución de importaciones de los años cincuenta que dio lugar al modelo primario exportador semi-industrial dependiente (Gonzales 1992).

La industrialización por sustitución de importaciones (ISI) permitió que Lima desarrollase una economía basada en economías de escala en la industria, con economías de aglomeración y externalidades que permitieron la generación de rendimientos crecientes que terminaron por consolidar su posición hegemónica. Lima se convirtió en un polo de atracción de trabajadores que fueron construyeron progresivamente una demanda con una escala importante, que permitió retroalimentar el proceso de crecimiento de la oferta urbano-industrial (Gonzáles 2000).

¿Y cuál fue el rol que jugaron las variables geográficas?. Estas tuvieron (tienen) efectos importantes sobre los costos de transporte, el tamaño de la demanda y otras variables económicas, es decir, tienen efectos importantes sobre las fuerzas centrípetas y centrífugas.

Ilustremos esto resolviendo la pregunta que planteamos líneas arriba. ¿Porqué cumple Lima y no Huancavelica o Puerto Maldonado el rol de centro en el sistema centro-periferia peruano? Complementemos nuestra respuesta anterior añadiendo que en la generación del centro intervinieron elementos como la cercanía al mar, la presencia del valle, una baja altitud y un clima propicio para el desarrollo de las actividades productivas y el asentamiento de la población. Estos elementos han condicionado la operación de las “petas” y las “fugas” en favor de la concentración de la actividad económica en Lima.

En general, la estructura geográfica sobre la que se asienta el sistema centro-periferia condiciona su reproducción y sus mutaciones a través de sus efectos sobre la operación de las fuerzas de aglomeración y dispersión. Sin duda, esto es más relevante aun para el caso de sociedades geográficamente heterogéneas como la nuestra.

viernes, 17 de octubre de 2008

Geografía y teoría económica: A propósito del premio nobel en economía para Paul Krugman

He deserves it”. Esto fue lo que me respondió Brian Wright, mi profesor de economía del bienestar aplicada en Berkeley, al preguntarle sobre el premio nobel en economía otorgado hace unos días a Paul Krugman. No cabe duda que Krugman es una de las mentes más brillantes de la profesión –prosiguió Brian- para luego contarnos una sabrosa anécdota, muy motivadora para quienes estamos metidos en este hobbie caro e ingrato que le llaman ciencia.

Cuenta Brian que a fines de los 70 su esposa estaba en Yale haciendo un post-doctorado y que un día esta se encontró en la estación de trenes a un joven economista que le contó –algo deprimido- que varias revistas a las que había sometido artículos suyos le habían enviado cartas de rechazo y que la universidad de Yale había decidido no otorgarle una plaza académica. La mujer de Brian se quedó con la imagen de aquel joven apesadumbrado por su mala fortuna. Ese pobre muchacho era ni más ni menos que el mismísimo Paul Krugman! Si Brian pretendía prepararnos para el ingrato mundo de la academia, en donde la tasa de rechazo de un artículo es cercana al 70%, creo que por lo menos esta vez acertó con el ejemplo de Krugman.

Dejando las anécdotas de lado, conviene comentar un poco las ideas por las cuales Krugman ha sido elevado a esa suerte de Olimpo intelectual que es el Nobel. En particular, una de las contribuciones más importantes de Krugman han sido sus trabajos en el campo de la geografía económica. De hecho, Krugman es considerado como uno de los exponentes más importantes de la llamada “Nueva Geografía Económica”. Este enfoque tiene origen en su libro “Geography and Trade”, publicado originalmente en 1991, complementado posteriormente por una serie de artículos y libros, en especial el libro “The Spatial Economy: Cities, Regions and International Trade” (Fujita, Krugman y Venables 1999).

De acuerdo con Krugman, la “Nueva Geografía Económica” basa su programa de investigación en las dos preguntas clásicas de la economía espacial (Moncayo 2001):
• ¿Por qué se concentra la actividad económica en una determinada localización en vez de distribuirse uniformemente por todo el territorio?
• ¿Qué factores determinan los sitios en los que la actividad productiva se aglomera?
A estas interrogantes, Krugman añade la siguiente:
• ¿Cuáles son las condiciones para la sostenibilidad o la alteración de tales situaciones de equilibrio?

En el fondo, las preguntas planteadas por Krugman no expresan otro cosa que la inquietud por entender las desigualdades espaciales características del mundo real. De hecho, como afirman Henderson, Shalizi y Venables (2000), “The most striking factual the economic geography of the world is uneven distribution of activity”. Si ello es así, entonces la pregunta relevante en términos de nuestra discusión puede plantearse como sigue:
Why do these spatial inequality exist, and why are spatial differences in land rents and mages not bid away by firms and individuals in search of low cost or high income locations?” (Herderson, Shalizy y Venables 2000).

Para Krugman, la solución de esta pregunta pasa por entender los factores que explican la concentración espacial. Para ello, este autor ha construido diversos modelos en los que analiza la interacción entre las fuerzas que favorecen la concentración (llamadas “fuerzas centrípetas”) y aquellas que estimulan la desconcentración (conocidas como “fuerzas centrífugas”). Estas pueden verse en el siguiente cuadro:

Según Krugman (1999), las “fuerzas centrípetas” listadas en la primera columna son las tres clásicas fuentes marshallianas de economías externas. Un amplio mercado local crea, por un lado, eslabonamientos hacia atrás (esto es, lugares en mejor acceso a mercados amplios son preferidos para la producción de bienes sujetos a economías de escala) y, por otro, eslabonamientos hacia atrás (un amplio mercado local sirve como base para la producción de bienes intermedias, disminuyendo los costos por la corriente de productores. Asimismo, la concentración industrial sirve como base para un mercado de trabajo denso, especialmente para las destrezas especializadas, debido a que es mucho más fácil para los trabajadores encontrar empleadores y viceversa. Adicionalmente, la concentración local de la actividad económica puede crear economías externas puras a través de las “information spillovers”.

La segunda columna del cuadro contiene las “fuerzas centrífugas”. Los factores inmóviles, como por ejemplo la tierra y los recursos naturales, van en contra de la concentración tanto por el lado de la oferta (alguna producción podría ir donde están los trabajadores), como por el lado de la demanda (factores dispersos crean mercados dispersos, y alguna producción podría tener un incentivo para localizarse cerca de los consumidores). Concentraciones de la actividad económica, incrementan la demanda por tierra local, elevan la renta de la tierra y también desalientan la concentración adicional y las concentraciones de la actividad económica pueden generar deseconomías externas puras como la congestión.

De esta manera, la concentración de la actividad económica es resultado de la tensión, entre las fuerzas centrípetas y centrífugas. Ello determinará la estructura espacial que se moldee en una economía determinada.

Todo lo discutido puede resumirse, siguiendo a Fujita, Krugman y Venables (1999), en dos grandes ideas:
The first idea is that, in a world where increasing returns and transport cost are both important, forward and backward linkages can create a circular logic of agglomeration. That is, other things being the same, producers want to locate close to their suppliers and to their customers –which means that they want to locate close to each other. The second idea is that the immobility of some resources – land certainly, and in many cases labor-acts as a centrifugal force opposes the centripetal force of agglomeration. And the tension between these centrifugal and centripetal forces shapes evolution of the economy’s special structure”.

De esta forma podremos disponer de un menú de opciones a la hora de modelar teóricamente esta problemática menú que surge de las diversas combinaciones entre fuerzas centrípetas y centrífugas. De hecho Krugman ha hecho esto en los diversos trabajos que ha venido publicando desde su trabajo seminal de principios de los noventa.

Esta visión puede ser complementada con el trabajo de Henderson, Shalizi y Venables (2000), quienes resaltan, además de las fuerzas que llevan a la concentración, los resultados de dicho proceso. El cuadro siguiente presenta esta visión.

Si las fuerzas de aglomeración operan primariamente dentro de una industria particular y los factores son móviles, entonces el resultado será la aglomeración de industrias en locaciones especializadas. Las diferencias interlocacionales de los precios de los factores son pequeñas porque cada uno de estos centros solo contienen una pequeña fracción de posibles actividades, y porque muchos factores son móviles (celda superior izquierda del cuadro 2).

En el otro extremo, si los eslabonamientos en un nivel muy amplio y si los factores (especialmente el trabajo) son inmóviles, entonces la aglomeración (cuando esta ocurre), podría estar asociada con desigualdades en los precios de los factores y en los ingresos reales (celda inferior izquierda).

Entre ambos extremos, se encuentra, por un lado, la formación de ciudades y, por el otro, la tensión entre las ventajas comparativas y los clusters industriales. La primera es producto de la combinación de fuerzas de aglomeración amplias conjuntamente con débiles fuerzas de dispersión mientras que la segunda es resultado de la combinación inversa.

La “Nueva Geografía Económica” ha sido criticada por no resolver el viejo problema de la aglomeración originaria. ¿Por qué la especialización y la concentración se producen en una determinada localidad y no en otra? Así, se ha identificado como una falencia de la propuesta teórica de esta escuela el hecho de que no dé cuenta de la pregunta señalada líneas arriba, y que se tenga que apelar a la noción de “accidente de la historia” para salir del apuro. Sin embargo, creo también que en realidad dicha salida es innecesaria. Estos modelos no han sido formulados con el propósito de dar cuenta del problema de la acumulación originaria, por lo cual es epistemológicamente incorrecto sostener dicha crítica. El “accidente de la historia” al que se recurre puede ser fácilmente reemplazado por otros factores explicativos relacionados con elementos propios de la organización política y social sobre la que descansa el sistema económico.

Sin duda, estamos frente a un campo de investigación económica fascinante y de enorme relevancia para un país tan heterogéneo geográficamente como el nuestro. Uno de los que más ha trabajado en esa dirección ha sido el profesor Gonzales de Olarte, aunque un poco mas desde una perspectiva de economía regional. En otro post comentare algunas de las cosas que sobre el tema se ha escrito en el país.

jueves, 9 de octubre de 2008

miércoles, 8 de octubre de 2008

Sobre marxismo, horas de trabajo y epistemología: respuestas a Carlín

Acabo de leer la respuesta de Carlín a los comentarios que hiciera a su propuesta en este post. Lo primero que debo hacer notar, es que en mi post anterior reconocí no haber leído su libro. Es algo de lo que no me puede culpar: cuando se publico el libro yo ya no vivía en Perú y tampoco tuve conocimiento del mismo entre los colegas. Sin embargo, si vi la entrevista que lo hizo Giacosa a Carlin sobre el tema, la misma que Carlín estima expone el núcleo de su propuesta.

1. Sobre la evidencia empírica. Carlin, sin ofrecer un argumento convincente al respecto, afirma que las horas anuales no son una buena medida del fenómeno en cuestión. Luego sugiere que los datos de Maddison, los únicos que nos permiten hacer un análisis comparativo entre países, llevan al error, amparándose para ello en un par de estudios. En particular, menciona lo siguiente:
“Para el caso de Estados Unidos, Juliet Schor, en ”Overwoked American”, hace una exhaustiva revisión crítica de la estadística, y demuestra que cifras como las que cita ahora Maldonado llevan a equívoco, y que la tendencia es, clara y concluyentemente, al aumento de las jornadas de trabajo”.

Carlín debe explicar mejor lo anterior si es que pretende discutir seriamente con argumentos. En particular, sería necesario argumentar en qué medida las cifras que mencione nos inducen a una percepción errónea del problema. Más aun, si fuera cierto que existe evidencia basada en una mejor aproximación metodológica que sugiere un patrón distinto para el caso de USA que el que sugieren las cifras que presente, quedaría aun pendiente el explicar lo que ocurre para el caso de los demás países. Digo si fuera cierto porque lo cierto es que el estudio de Juliet Schor ha sido tipificado por Kristin Roberts y Peter Rupert de la Federal Reserve Bank of Cleveland como “falaz”. En particular, estos autores consideran que el número de horas no cambio sustancialmente entre mediados de los ochentas y noventas, pero lo que si ocurrió es que hubo un cambio en la composición del trabajo que se explica básicamente por el número de horas trabajadas por las mujeres en el mercado laboral. El estudio en cuestión se encuentra en el link siguiente:
http://www.clevelandfed.org/Research/commentary/1995/0115.pdf

Respecto al otro estudio, no he encontrado referencias entre economistas al respecto. Voy a ver si en algún momento puedo revisar el libro en mención para comentarlo.

2. Respecto a la teoría de Marx, Carlín recurre a una de las típicas estratagemas inmunizadoras a las que recurren los marxistas para explicar la falta de evidencia empírica para la hipótesis de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Dice Carlín:
“La evidencia empírica, que tanto preocupa a Maldonado, no muestra, en efecto, que la tasa de ganacia baje. Por mi parte, a manera de ejercicio, hice una revisión de la tasa de ganancia de las 500 empresas listadas en la revista Fortune durante 50 años, y, en efecto, no se presenta una reducción significativa de la tasa de ganancia. Pero el problema está en que no hablamos de ”la baja de la tasa de ganancia”, sino de ”la tendencia a la baja de la tasa de ganancia”, que es cosa distinta. La tendencia existe, y justamente porque existe, el capital se ve obligado a hacer varias cosas (todas ellas minuciosamente listadas y analizadas por Marx) PARA QUE NO BAJE.”

Entonces, la ausencia de evidencia empírica es tomada como una prueba de que el fenómeno en cuestión existe. No observamos dicha tendencia precisamente porque los capitalistas hacen todo lo posible para que ello no ocurra. Supongamos que eso es cierto. Veamos lo que nos dice Carlín luego:
“Las teorías científicas no pueden descartarse porque “no exista evidencia empírica” como parecen creer Maldonado y todos los académicos positivistas. Si así fuera, nadie tendría que haber hecho caso a Einstein, que elaboró una teoría que recién muchos años después pudo recoger evidencia empírica, ni tampoco a la teoría de las cuerdas, cuya evidencia empírica recién se intenta recoger hoy, con el costoso experimento del colisionador de Hadrones, que, por otra parte, ha sufrido serios tropiezos.”

OK. Podríamos decir, para no ser severos con Carlin, que lo que sucede es que en realidad estaríamos frente a lo que Lakatos llamaba un programa de investigación teóricamente progresivo pero no empíricamente progresivo. Es decir, una teoría que predice nuevos hechos no considerados por teorías anteriores pero que, en el momento, carece de evidencia empirica que los soporte. Ese fue el caso de las teorías de Einstein y la teoría de las cuerdas, pero es un exceso poner una teoría tan vieja y discutida como la de Marx en el mismo lugar. Sobre todo porque no es cierto que la teoría de Marx sea en la actualidad una teoría teóricamente progresiva en el sentido de Lakatos. Y no puede ser asi porque diversos académicos han mostrado las debilidades de la teoría en cuestión. En particular, un economista japonés mostró formalmente hace más de 50 años que, contrario a lo que creía Marx, la tasa de ganancia tendría tendencia creciente. Es lo que se conoce en la literatura como el Teorema de Okishio. Una presentación didáctica puede encontrarse en wikipedia:
http://en.wikipedia.org/wiki/Okishio%27s_theorem

Este teorema es aceptado por reputados economistas marxistas, como por ejemplo John E. Roemer (Ver por ejemplo su libro “A General Theory of Exploitation and Class”).

La mayoría de los (pocos) economistas marxistas dedicados a la teoría no tienen problema en reconocer que la llamada ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia carece de validez teórica y empírica. Y no hacen mucho drama de ello porque trabajan en otras aéreas en donde la tradición marxista, unida a nuevos y potentes instrumentos conceptuales, pueden contribuir a una mejor comprensión del capitalismo. Son los marxistas del verso los que se resisten a reconocer que este aspecto de la teoría marxista es inconsistente teórica y empíricamente. Por ejemplo, el filosofo Van Parijs escribió un artículo a principios de los ochenta tratando de defender la teoría en cuestión. Ver “The Falling-Rate-of Profit Theory of Crisis: A Rational Reconstruction by Way of Obituary” aqui:
http://rrp.sagepub.com/cgi/content/abstract/12/1/1

Entiendo que Carlín trate de defender la teoría en la que se basa para defender su propuesta. Lo cierto que esa teoría es considerada como falsa por la mayoría de los economistas marxistas que se dedican en serio a la investigación académica. Yo no creo que Carlín deba basarse en Marx para su propuesta de la reducción de la jornada laboral. Aquí Marx parece restar más de lo que aporta. Un poco menos de marxistas poco serios como Atilio Boron y un poco mas de marxistas rigurosos como Roemer (ver su libro “Un Futuro para el Socialismo”) en nuestras lecturas podría llevarnos por mejor camino.

domingo, 5 de octubre de 2008

El Mito de la Izquierda Igualitaria: Igualdad, ¿pero de qué?

A partir de mis últimas entradas sobre el tema de igualdad de oportunidades (ver aquí, aquí y aquí), voy a comenzar una serie de posts discutiendo el concepto de igualdad que se desprenden de los trabajos de economistas y filósofos modernos que han discutido el tema. En particular, mi propósito es poner en cuestión esa suerte de monopolio que pretende arrogarse la izquierda sobre la lucha por la igualdad y las condiciones de vida de los más necesitados. En realidad, la dimensión de recursos materiales es solo una de las dimensiones sobre la cual podemos evaluar las diferencias entre las personas. Una de las ideas básicas que trataré de mostrar es que la visión que tiene la izquierda respecto a la desigualdad es defectuosa comparada con otras visiones alternativas.

Gran parte de esta confusión tiene que ver con la forma en que la igualdad es percibida por el ciudadano común. Cuando se habla de igualdad, lo primero que muchos piensan es la igualdad en el vector de ingresos o, en un sentido más general, de bienes materiales. Los teóricos de la justicia modernos concuerdan que dicha visión, que es básicamente la defendida por la izquierda, es básicamente defectuosa, como se desprende de mis posts sobre igualdad de oportunidades y que espero desarrollar en los posts siguientes.

Antes de empezar nuestra discusión sobre a los problemas económicos y filosóficos de la desigualdad, es pertinente hacer explícitas dos cuestiones básicas señaladas por Amartya Sen respecto al tema distributivo. En primer lugar es preciso reconocer que el asunto de la igualdad, y las demandas que emergen en búsqueda de esta, no pueden obviar el hecho fundamental de que los seres humanos son esencialmente diversos, tanto en sus atributos internos como a los factores externos con los que se enfrentan. El no reconocimiento de estas diferencias puede derivar en la incapacidad para comprender la naturaleza y los alcances de la problemática distributiva.

En segundo lugar, existe una multiplicidad de variables a partir es posible juzgar la igualdad. De esta manera, la diversidad humana conduce a divergencias en la valoración de la igualdad cuando esta se contrasta con variables distintas. De allí la relevancia de plantear correctamente que entendemos por igualdad y sobre de qué tipo de ésta estamos hablando.

Los seres humanos somos muy diferentes en distintos respectos. Estamos sujetos a distintas características y circunstancias tanto externas como internas. Llegamos a este mundo provistos de diferentes dotaciones de activos, recursos y talentos. Tenemos distintos orígenes familiares, somos de razas diferentes y, claro está, de diversos géneros. Vivimos en ambientes naturales y sociales cuyas diferencias condicionan nuestras oportunidades y posibilidades de ser y hacer. Somos, en suma, producto de las diversas condiciones con las que empezamos nuestra existencia y de las circunstancias en la que ésta se desenvuelve.

Dependiendo de la forma en que estas diferencias se traduzcan en términos de disparidades de ingreso y riqueza es que podremos considerar a la desigualdad como un problema ético. Si la desigualdad distributiva es resultado, en parte, de las diferencias individuales en las dotaciones de activos y recursos que se constituyen por tanto en factores que escapan del control de los individuos (y por ende “moralmente arbitrarios”), estaremos entonces frente a una situación éticamente problemática, puesto que el conjunto de factores claves para la creación de riqueza resultan siendo “externos” al individuo. Sin embargo, las disparidades de ingreso y riqueza son reflejo también de diferencias individuales en materia de esfuerzo, ambición y disposición de asumir riesgos. Dado que estos factores pertenecen al ámbito de la responsabilidad personal resulta siendo evidente que no toda desigualdad del ingreso termina siendo un problema ético.

Entonces, las diferencias existentes entre los individuos en términos de atributos personales y de características externas son de vital importancia para evaluar la desigualdad. Ello es así puesto que la igualdad en un ámbito determinado generalmente suele ir acompañada con desigualdades en otros ámbitos alternativos. Si, por ejemplo, se lograse construir un sistema social en el cual se asegure un nivel de ingresos similar para todos los individuos, ello no nos garantizaría que todos estos logren alcanzar un mismo nivel de bienestar. Aquellos miembros de la sociedad que tuviesen, por ejemplo, algún tipo de falencia física se verían limitados para realizar la transformación del ingreso obtenido en términos de bienestar debido a la carencia de algunas capacidades básicas para llevar a cabo el tipo de vida que valoran. Así, la desigualdad con respecto a una variable (por ejemplo, ingresos) puede llevarnos en una dirección muy diferente de la desigualdad en el ámbito de otra variable (por ejemplo, derechos o bienestar).

Dada la pluralidad de variables sobre las cuales es factible centrar nuestra atención (ingreso, patrimonio, utilidades, recursos, libertades, derechos, calidad de vida, etc.) con el propósito de evaluar la igualdad interpersonal, resulta siendo difícil la elección del conjunto de éstas que constituirán nuestro enfoque de evaluación, elección sin duda crucial para una adecuada aproximación al tema que nos interesa.

Las distintas teorías normativas al respecto siempre han exigido la igualdad de “algo” en particular, en razón de la importancia intrínseca y/o instrumental de ese “algo”. Así, por ejemplo, encontramos en las propuestas de John Rawls un reclamo a favor de la igualdad de libertades e igualdad en el acceso a “bienes primarios”. Amartya Sen nos habla de igualdad de capacidades mientras que Donald Dworkin nos plantea la igualdad en el acceso y control de los recursos. Inclusive, aun quienes rechazan la noción de justicia distributiva abogan por un tipo particular de igualdad. Por ejemplo, Robert Nozick es partidario de la igualdad de derechos libertarios de los individuos.

Finalmente, y aunque no suele ser reconocido, en la postura utilitarista subyace un tipo particular de igualdad. Esta consiste tratar por igual a los seres humanos en el ámbito de ganancias y pérdidas de utilidades, asignándoles igual ponderación en la función objetivo utilitarista de las ganancias de utilidad de cualquier individuo. Como bien señala Amartya Sen, “...el utilitarismo concede exactamente la misma importancia a las utilidades de todos los individuos con respecto a la función objetivo, y esta característica, unida a la formula de maximización, garantiza que las ganancias de utilidad de cada individuo tengan igual ponderación en el ejercicio de maximización”.

¿Cuál es el enfoque es más adecuado para juzgar la (des)igualdad? Como en todo campo de conocimiento es difícil encontrar un enfoque que se encuentre exento de dificultades, tanto teóricas como prácticas. En los posts siguientes discutiré las visiones sobre justicia distributiva más conocidas.

sábado, 4 de octubre de 2008

Video del evento “Global Financial Market Turmoil: A Panel Discussion” en UC Berkeley

Me perdí el evento porque justo en ese momento me encontraba rindiendo un examen parcial, pero por suerte el video de la discusión está disponible para el público en el siguiente enlace (se necesita quicktime para poder verlo).


Global Financial Market Turmoil: A Panel Discussion

Booth Auditorium, UC Berkeley School of Law

The program is free and open to the public.

A panel of distinguished scholars from UC Berkeley will analyze how the recent financial market meltdown occurred, evaluate the government's response, and explain its impact on American households and global markets.

The Program will be webcast and a video recording of it will be available for on line viewing at:

BCLBE website: http://www.law.berkeley.edu/gfmt.htm

CIG website: http://igov.berkeley.edu/

Panelists:

George A. Akerlof (Moderator)
Koshland Professor of Economics
2001 Nobel Laureate in Economics

J. Bradford DeLong
Professor Economics
Department of Economics

Aaron Edlin
Richard W. Jennings Professor of Law
Professor of Law & Economics

Barry Eichengreen
George C. Pardee and Helen N. Pardee Professor of Economics
Professor of Economics & Political Science

John Quigley
Interim Dean, Richard & Rhoda Goldman School of Public PolicyI.
Donald Terner Distringuished Professor of Economics, Public Policy and Business

Nancy Wallace
Professor, Haas School of Business
Co-Chair, Fisher Center for Real Estate and Urban Economics

viernes, 3 de octubre de 2008

El Marxismo desfasado de Carlín y la jornada de 4 horas

Tenía este post pendiente desde hace un tiempo atrás, pero aprovechando la entrevista hecha a Carlin en Utero TV me animo a escribir algo sobre la propuesta de 4 horas que sostiene el autor. A pesar de que comparto la idea de que los aumentos de productividad deberían estar asociados a reducciones de la jornada laboral, me parece que Carlin se equivoca al tomar como punto de referencia a Marx. La razón es simple: la teoría de Marx sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia no tiene soporte empírico y está basada en una serie de supuestos bastante endebles, por lo menos en la argumentación que el mismo Marx hace en el Capital. Aquí van mis argumentos:

1. La teoría de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia es falsa. Este es el núcleo teórico sobre el que Carlin pretende basar su propuesta. En realidad, la lectura que Carlín tiene de Marx está bastante desfasada y no toma en cuenta el trabajo de economistas marxistas modernos como el realizado por los marxistas analíticos. Carlín se quedo en el marxismo de Marx y la lectura que nos ofrece de Marx, por lo menos en los comentarios que escribe en su blog Manifiesto del Siglo XXI, sugieren una lectura que no ha incorporado lo avanzado por los economistas que discutieron la propuesta de Marx en los últimos 50 años. No hay nada nuevo ni sugerente, mas allá de la usual exegesis a la que nos tienen acostumbrados los marxistas (después se quejan de porque los demás economistas y científicos sociales no los tomamos muy en serio!).

Veamos. Conceptualmente, la exposición de Marx (y que es la que Carlín ilustra en la entrevista) se basa en el supuesto de que el producto neto es constante y es ese supuesto el que permite armar el cuadro que muestra que la tasa de ganancia cae con la introducción de maquinaria. Cuando esto deja de ser cierto, no hay razón alguna para esperar que la tasa de ganancia vaya a caer, pues esto dependerá de que como especifiquemos la relación entre la tasa de ganancia y el producto por trabajador. Esto no es fácil de ver a primera instancia, pero para los interesados recomiendo la mejor exposición sobre el tema que he visto en el libro de Mark Blaug, Economic Theory in Retrospect, Capitulo 7. Otras críticas serias pueden encontrarse en el trabajo de la economista británica Joan Robinson, An Essay on Marxian Economics, y el famoso libro de Paul Sweezy, The Theory of Capitalist Development, los mismos que concuerdan en afirmar que la llamada ley de tendencia decreciente de ganancia no tiene nada de ley científica.

De un punto de vista estadístico, la relación sugerida por Marx tampoco es cierta. En 1956, J.M. Gillman escribió un libro con una de los primeros intentos de testear empíricamente esta relación y el resultado fue negativo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no es posible establecer una relación causal a partir de la evidencia existente. Sin embargo, la evidencia existente no parece soportar la hipótesis.

2. El que la teoría de Marx sea falsa (o, en el mejor de los casos, infalsable), no significa que al argumento de reducción de la jornada laboral no sea admisible. Hay que descartar la paja del trigo. Mientras puedo aceptar el argumento del Carlín, no aceptare que de paso me pretenda vender la teoría marxista en la que se basa. Y esto es así porque no hay nada en la teoría económica moderna que no nos permita admitir el argumento de Carlin. En particular, el incremento de la productividad del trabajador puede llevar a modificaciones en su asignación ocio-ingreso. Todo estudiante de primer año de economía aprende que, un aumento en el ingreso (en este caso, derivado de incrementos en la productividad), puede llevar a cambios en la oferta laboral, los cuales dependiendo de la magnitud del efecto ingreso, puede explicar perfectamente la reducción de la jornada laboral. De ahí que la crítica que Carlín hace a los economistas en la entrevista refleje su ignorancia sobre la profesión.

Sin embargo, eso no significa que el resto de los argumentos de Carlín sean ciertos. En particular, su argumento respecto a que la jornada laboral este incrementándose no resiste a la evidencia empírica global. Veamos los datos colectados al respecto por el historiador económico Angus Maddison en su web http://www.conference-board.org/economics/database.cfm :

a) El número de horas trabajadas por trabajador en USA se redujo de 2008 horas por año en 1950 a 1777 horas anuales en el año 2007. Una reducción de 230 horas anuales.

b) Para el caso peruano, dicha caída fue de 2157 horas en el año 1950 a 1926 horas en 1998, ósea, poco más de 200 horas. No hay datos hacia el 2008.

No he visto que Carlín presente evidencia sistemática al respecto, por lo menos no en su blog. La tendencia global indica que las horas de trabajo al año en los últimos 50 años ha estado cayendo, salvo para el caso de unos pocos países. Habría que revisar con más detalle la evidencia, pero a primera vista contradice uno de sus argumentos básicos.

Me parece condenable la crítica que muchos hacen a Carlín por su condición de arquitecto, como si ello le restara capacidad para abordar temas tan fascinantes como este. Sin embargo, lo que si encuentro condenable es la exegesis vulgar y el aparente desconocimiento del marxismo moderno que se desprende de los argumentos esbozados en los artículos de su blog, así como sostener hipótesis que no resisten la evidencia empírica. Carlín no puede seguir tan literalmente a Marx en un tema tan controversial que ha sido ampliamente estudiado por teóricos marxistas y no marxistas, y mostrar desconocimiento de la literatura que muestra las debilidades del pensamiento marxista en este aspecto. Mucho peor todavía es basar una propuesta tan ambiciosa como la que siguiere con una base científica tan endeble.

Creo que a Carlín no le vendría nada mal revisar mejor la literatura y la evidencia empírica para la próxima que se mande con un rollo como este.