martes, 10 de noviembre de 2009

El cuento de la boca del cocodrilo

Leo en la última columna de mi columnista favorito, Humberto Campodonico:

“En el 2008, último año del “boom” de crecimiento económico, la participación de los salarios en el PBI continuó cayendo, como ha sucedido indefectiblemente cada año desde el 2002, cuando representaba el 25% del PBI. Hoy la cifra es de solo el 20.9%. Lo exacto inverso ha sucedido con las ganancias empresariales, pues el excedente de explotación subió de 58.7% del PBI en el 2002 a 63% en el 2008.

Estos datos (que acaban de ser publicados por el INEI) demuestran claramente que la distribución de los beneficios del “boom” no favorece a los asalariados, que cada vez reciben un pedazo más chico de la torta nacional. Al analizar lo que ha sucedido desde 1991 hasta la fecha, vemos que los trabajadores han perdido 9.2% del PBI (30.1 menos 20.9), lo que equivale a un menor ingreso de los asalariados de S/. 34,375 millones, solo en el 2008 (el PBI del 2008 fue S/. 377,500 millones).

De su lado, el excedente de explotación (que incluye el ingreso de los independientes) ha aumentado su participación en 10.3% del PBI desde el 2001 (63.0 menos 52.7), lo que equivale a un mayor ingreso de S/. 39,000 millones (también, solo en el 2008). Más claro, ni el agua. La boca de cocodrilo ha crecido aún más en el 2008 (ver “Se abre más la boca del cocodrilo, 6/04/09 y 12/11/2007, en www.cristaldemira.com).” Ya no puede más la boca del cocodrilo.

Más adelante, nos dice lo siguiente:

Estas cifras también demuestran que las quejas de los empleadores con respecto a los “sobrecostos” laborales son falsas, lo mismo que la supuesta “rigidez” de la legislación. Nada que ver. Desde que Fujimori cambió las leyes laborales después del 5 de abril de 1992, poco o nada se ha hecho para mejorarla.”

Me sorprende la facilidad con la que algunos analistas económicos cometen errores que serian imperdonables aún para estudiantes de pregrado. Sin embargo, en vez de maletear al autor del artículo de marras (el lector interesado puede buscar bajo la etiqueta narradores de cuentos en este blog), supongamos que usted amigo lector es un investigador serio que se encuentra con los datos mencionados por Campodónico y quiere utilizarlos como evidencia para probar la falsedad de la hipótesis de que los sobrecostos laborales constituyen una restricción para la generación de empleo en una economía como la peruana.

Lo primero que haría cualquier investigador serio, seria estudiar los datos con que cuenta. Tomaría nota que entre 1993 y el 2003 la participación de los salarios en el PBI fue esencialmente la misma (25%), lo que –teniendo en cuenta que dicho periodo se caracterizo por altas tasas de crecimiento- significa que la masa salarial estuvo creciendo. Notaria también que, dado que entre el 2003 y el 2008 la participación de los salarios cae, no se puede descartar que la masa salarial haya crecido o se mantenido constante. Para tener una imagen más certera de la distribución de la torta, debería tener alguna idea de la composición de cada sector, saber cuál es la fracción de la población que pertenece a cada grupo.

Ahora, ¿significa esto que la distribución de los beneficios no han beneficiado a los asalariados? Los datos solo sugieren que en términos relativos la participación de los salarios en el PBI ha caído. Para argumentar que los asalariados se han visto perjudicados, necesitaríamos evaluar el tamaño de la fuerza laboral asalariada. Si la proporción de asalariados dentro de la fuerza laboral se mantiene constante y el tamaño de la torta es fijo, entonces la caída la participación de los salarios en el PBI efectivamente se traduciría en un deterioro del bienestar para los asalariados. Sin embargo, lo cierto es que la masa salarial ha venido creciendo y los cambios radicales ocurridos en el país a partir de la implementación de las reformas de mercado alteraron la estructura del mercado laboral. En particular, una fracción de la fuerza laboral asalariada se movió hacia el sector informal. Sin mayores detalles, es muy poco lo que podemos afirmar.

Noten que dentro del excedente de explotación están precisamente incluidos los ingresos de los independientes, como menciona Campodónico sin casi darle importancia. Dado el crecimiento del producto y el incremento de la participación del excedente, ciertamente este sector se ha beneficiado particularmente en estos últimos años. Pero en una economía en la que los asalariados son apenas el 40% de la fuerza laboral, el incremento del excedente de explotación podría estar reflejando también un incremento de las ganancias del sector informal. Nuevamente, sin mayor información al respecto es difícil saber qué está pasando. Podría ser que los ingresos de los pequeños productores estén estancados y el incremento del excedente de explotación refleje exclusivamente el incremento de las ganancias de la mediana y gran empresa. Sin datos más desagregados, no puede saberse.

Debería quedar claro que los datos presentados no necesariamente sugieren un deterioro de distribución en el país. Dado que buena parte de los pobres trabajan en pequeñas unidades productivas urbanas y rurales, el incremento del excedente de explotación podría estar asociado con la mejora de sus niveles de vida. De hecho, ello sería consistente con estimados que sugieren que los ingresos de los deciles más pobres han venido creciendo más rápido que los ingresos de los deciles más ricos (ver este post). Los argumentos de Campodónico tendrían sentido en una economía con altos niveles de formalidad en donde los asalariados sean mayoría dentro de la fuerza laboral. En ese contexto, la caída de la participación de los salarios en el PBI podría estar asociada con una reducción en el bienestar de los trabajadores. Alternativamente, tendrían sentido bajo una concepción muy pesimista sobre la informalidad.

En suma, en ausencia de información detallada, los datos presentados no son suficientes para respaldar los argumentos de su autor. Mucho menos para “probar” la falsedad de la hipótesis que sugiere que los sobre-costos laborales operan como una restricción a la creación del empleo. De hecho, alguien podría argumentar que la caída de la masa salarial y el incremento del excedente de explotación son consistentes con la existencia de barreras a la contratación debido a los sobre-costos laborales. El argumento seria que, asumiendo que dichos costos son altos, el crecimiento del producto observado en los últimos años habría estado asociado con un incremento de la demanda de fuerza de trabajo de los independientes, cuyos ingresos se recogen en el excedente de explotación. Los altos costos laborales desalentarían la contratación formal y alentarían la informal, lo cual sería consistente con el cuadro presentado en el artículo.

Entonces, ¿qué queda del argumento del artículo en cuestión? No mucho. Ninguno de los argumentos fundamentales sugeridos por el autor pueden ser sostenidos con estos datos. Es solo una relación empírica que amerita un estudio más cuidadoso y menos sesgado. Algo que a veces es difícil de encontrar en columnas de periódico como esta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sostienes: Noten que dentro del excedente de explotación están precisamente incluidos los ingresos de los independientes, como menciona Campodónico sin casi darle importancia. Dado el crecimiento del producto y el incremento de la participación del excedente, ciertamente este sector se ha beneficiado particularmente en estos últimos años. Pero en una economía en la que los asalariados son apenas el 40% de la fuerza laboral, el incremento del excedente de explotación podría estar reflejando también un incremento de las ganancias del sector informal. Nuevamente, sin mayor información al respecto es difícil saber qué está pasando. Podría ser que los ingresos de los pequeños productores estén estancados y el incremento del excedente de explotación refleje exclusivamente el incremento de las ganancias de la mediana y gran empresa. Sin datos más desagregados, no puede saberse.

Comentario: Este un punto débil del argumento del Prof. Campodónico. Pues si el excedente incorpora parte de los ingresos de los independientes, estos podrían estar mejorando su situación. Pero SM, no tienes porque identificar a estos como informales. Uno no implica lo otro y viceversa.
Sabemos que el ingreso promedio de estos debe estar relacionado a la remuneración del sector capitalista. Así se entenderìa como opera una economìa capitalista sobrepoblada y la fuerzas que están detrás de la determinaciòn serían similares. Pero, no crees que serìa un problema para la misma dinàmica del crecimiento de la economìa que finalmente, los independientes vean incrementar sus ingresos a un ritmo mayor que los asalariados. Pues en ese sentido, el costo de estar empleado en el sector capitalista serìa mayor, lo cual generarìa una reasignación de la fuerza laboral, imponièndole al sector capitalista una restricciòn tecnològica que finalmente frenarìa su crecimiento. En todo caso, ¿el Perú debe el crecimiento de su PIB al sector no capitalista?

Eloy Avalos