Ahora que Majaz nos ha traído de nuevo el tema de la exclusión social (ver este excelente post de Daniel Salas haciendo un paralelo de este caso con el de la corresponsal del Comercio en España), quiero compartir algunas reflexiones sobre como extender la teoría de la exclusión desarrollada por el profesor Figueroa en la Sociedad Sigma y en trabajos previos. Creo que esta extensión puede ayudarnos a conciliar de mejor modo los “factores moralmente responsables” y los “factores moralmente arbitrarios” que discutiéramos en los posts sobre igualdad de oportunidades. Aquí me baso en cosas que he escrito en otros textos.
Como dije, Figueroa construye una sociedad abstracta denominada “Sigma” en la cual los individuos participan dotados de diferentes cantidades de activos sociales (los cuales pueden ser económicos, políticos y culturales) en los mercados básicos de crédito, trabajo y seguros, a los cuales denomina “no walrasianos” por tener la particularidad de operar bajo exceso de oferta o de demanda sin que los precios de mercado operen como mecanismo de racionamiento. Dada una distribución desigual de los activos entre la población y una escala de valoración social históricamente construida que privilegia ciertas posiciones en la escala social frente a otras (ambas determinadas exógenamente), la teoría predice que los grupos dotados de menores activos sociales resultarán siendo excluidos de los procesos de mercado, en particular del mercado laboral, considerado el mercado básico por excelencia. ¿Cuáles serán estos grupos? De acuerdo con Figueroa serán las poblaciones históricamente marginadas, como es el caso de los grupos indígenas y afrodescendientes, las que resultarán excluidas de los procesos de mercado debido a su menor dotación de activos sociales, lo cual, en el caso del mercado laboral, se expresará en una sobre-representación de estos grupos en el sector de pequeña producción urbana y agrícola. Así, la exclusión social no será aleatoria.
A pesar de la elegancia lógica y el rigor formal de la teoría de Figueroa, esta nos dice muy poco respecto al proceso por medio del cual se origina una distribución desigual de activos. De hecho, la teoría Sigma “supone” la desigualdad, puesto que se basa en el supuesto exógeno de distribución desigual de los activos entre la población, el cual luego permite explicar la exclusión de los procesos de mercado y luego la desigualdad del ingreso. Así, Figueroa supone la desigualdad de activos para explicar la desigualdad del ingreso. Ciertamente, esto no constituye un error de carácter epistemológico en la medida que el objetivo de su trabajo es explicar la desigualdad del ingreso y no la desigualdad de activos, por lo que es licito suponer esta. A pesar de ello, Figueroa justifica su supuesto a partir de trabajos recientes en el campo de la historia económica que explican la persistencia de la desigualdad en el tiempo debido a la “viscosidad” de la estructura institucional de las sociedades que emergen a partir de un shock fundacional, como es el caso de los procesos de conquista y colonización que experimentaron sociedades como la nuestra.
Sin embargo, son precisamente los mecanismos mediante el cual los individuos adquieren sus activos los cuales deberían concentrar nuestra atención si es que lo que nos interesa es avanzar en el diseño de reformas institucionales que permitan una mejora en la distribución de los activos, y por tanto, una mejora en la distribución del ingreso y otros recursos considerados valiosos por los individuos. Es por eso que resulta siendo una paradoja que la teoría sugiera en términos de políticas públicas hacer precisamente aquello que no nos explica porque es considerado exógeno. Así, es importante endogenizar el proceso de adquisición de activos a fin de avanzar en la dirección señalada. Asimismo, es importante también ampliar nuestra concepción de activos de modo tal que podamos manejar una visión más completa del proceso distributivo, en la cual se tome en cuenta que la distribución del ingreso es el resultado conjunto de factores bajo el control de los individuos y que dependen de su esfuerzo moralmente responsable, como de factores que están más allá de su control y que podemos considerar “moralmente arbitrarios”. Estas dos modificaciones son de vital importancia a fin de avanzar conceptualmente en la comprensión del fenómeno de exclusión social que caracterizan a nuestras sociedades.
Teniendo en cuenta lo anterior, en las líneas que siguen proponemos una teoría de exclusión que hace hincapié en el proceso mediante el cual los individuos adquieren sus activos. A nuestro entender, dicho proceso consta de las siguientes etapas: a) la “lotería del nacimiento”; b) la competencia por activos, y c) la realización en los mercados básicos. Antes de discutir en detalle cómo operan los mecanismos institucionales que facilitan la distribución de los activos, es preciso ahondar en la naturaleza de estos últimos.
En todo sistema social, los individuos participan en los procesos de intercambio social dotados de un conjunto de activos. Este conjunto de activos, que denominaremos de ahora en adelante dotación, está compuesto por dos grandes clases de activos: los activos naturales y los activos sociales, dividiéndose estos últimos a su vez en tres tipos de activos: los activos económicos, los políticos y los culturales. Provistos de estos activos, los individuos participan en los diversos procesos sociales relacionados con la organización económica (sistemas productivos y mercados), el ordenamiento político-institucional y la cultura (Figueroa, Altamirano y Sulmont 1996).
Empecemos diciendo algo sobre los activos sociales. En primer lugar tenemos los activos económicos, con los cuales nos referimos a los recursos productivos en general, tales como las tierras, el capital físico, el capital financiero y el capital humano. Por los activos políticos entendemos el acceso que tienen los individuos a los derechos universales establecidos por la sociedad, y a las posibilidades reales para el libre ejercicio de la ciudadanía, mientras que cuando hablamos de los activos culturales hacemos referencia a las características personales de los individuos, tales como el lenguaje, género, religión, casta, origen regional, costumbres, entre otras, que están sujetas a valoración social, dada una jerarquía históricamente determinada (Figueroa, Altamirano y Sulmont 1996, Figueroa 2003). Por otro lado, al hablar de activos naturales, nos referimos a las características y habilidades innatas de los individuos, entre las debemos considerar, por ejemplo, el talento, la fortaleza física, y en general todas aquellas ventajas que son producto de la conformación biológica de las personas (Zynda 2001).
Digamos algunas cosas más respecto a la naturaleza de los activos. En primer lugar, es fundamental señalar la distinción fundamental entre el carácter interno y externo de los activos. Claramente el capital físico y la tierra son de carácter externo (y por tanto transferibles), mientras que el talento y la fortaleza física son obviamente internos (y por ende intransferibles). Esta distinción es clave para comprender las limitaciones de las políticas redistributivas para el logro de la igualdad, pues aunque es posible redistribuir los activos transferibles, nunca será posible hacer lo mismo con los activos intransferibles, siendo por tanto la igualdad perfecta imposible de alcanzar. En segundo lugar, es importante señalar que los activos culturales no tienen retornos directos per se. Un activo cultural es un atributo de un agente que tiene valor únicamente por la naturaleza de los arreglos sociales en una sociedad; es decir, no tienen un valor productivo directo, pero su posesión lleva a un mayor bienestar en la medida de que existe una jerarquía de valoración social históricamente determinada que privilegia ciertos atributos en desmedro de otros. Finalmente, es necesario distinguir entre el retorno directo de los activos y su valor social (Mailith y Postlewaite 2003:3). Los activos sociales suelen tener, además del retorno directo característico, un valor adicional producto también de la naturaleza de los arreglos sociales en una sociedad determinada. La educación, por ejemplo, genera retornos a los individuos no solamente por su efecto directo sobre la productividad sino también por el status que conlleva a quienes han tenido la oportunidad de acceder a ella. El tamaño de este valor adicional de los activos dependerá del grado de desigualdad en su distribución. Es decir, en la medida en que el activo esté en manos de pocas personas, la valoración social que se le otorgue será mayor y por ende será mayor el retorno indirecto que genere. Con ello, su impacto sobre la desigualdad del ingreso será más elevado.
miércoles, 4 de febrero de 2009
Una teoría sobre la exclusión social: Una aproximación de competencia por activos (I)
Etiquetas:
Desigualdad,
Distribucion del Ingreso,
exclusion social
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Últimas Entradas
- Gracias Chorri
- Jess Benhabib sobre democracia y distribución
- Sobre la eliminación de compra de libros obligatoria en la educación básica
- Curso de Microeconometría en San Marcos
- Resultados del II Curso de Econometria Aplicada para la Investigación Economica
- Últimos días para aplicar al II Curso de Econometría Aplicada para la Investigación Económica
- International Society for New Institutional Economics meeting en Stanford
- Manuel Dammert y la oferta humalista del gas a 12 soles
- ¿Crónica de un fracaso redistributivo anunciado? (I)
- Reflexiones post-electorales
- “Poor Economics” y “More than Good Intentions”: Los nuevos libros de los randomistas
- PACDEV 2011 en Berkeley
- Syllabus del curso “Latin American Politics” de Ruth Collier y el unmaking of a “trucho” comparativist
- Congresistas en spot televisivo
- El electarado: evidencia empírica
- La maldita desigualdad
- Los ídolos de barro de la prensa peruana
- Entrevistando a científicos sociales: David Collier
- Contrafactuales municipales: ¿y si no hubieran tachado a Kouri?
- Sobre como los analistas políticos patinaron con sus predicciones electorales
3 comentarios:
Que tal Stanislao..
Primero felicitarte por el espacio y lo muy interesante de tus comentarios..
Bueno, ya que has tocado al profesor Figueroa del cual he tenido el privilegio de haber sido alumno de su curso de Teoría del Desarrollo en el pre-grado voy a intentar esbozar algunas reflexiones a tu post
En primer lugar, uno como economista y a lo largo de su carrera se plantea el perfil de científico social que desea ser. Y dentro de ese mosaico de posibilidades esta el de ser un “policy maker” en búsqueda de políticas. Y también esta el ser un científico que se centre esencialmente en explicar los factores subyacentes de relaciones sociales de los agentes económicos.
Creo yo que este segundo camino es una condición “sine qua non”, más no suficiente (entre las otras condiciones en un post planteo el SERUM para economistas que desean postular a cargos públicos – http://homoreciprocans.blogspot.com/2008/10/mi-mejor-clase-de-polticas-econmicas.html- ) para llegar a asumir de forma responsable el rol de un “policy maker”.
Ahora bien, el profesor Figueroa optó por la segunda y creo que en el país debe ser uno de los académicos más importantes en temas de desarrollo económico con una pulcritud desde el hacer suyo el discurso epistemológico de Popper, plantear la metodología alfa-beta, explicar el funcionamiento de sociedades, plantear la teoría de la inclusión-exclusión y llegar a conclusiones(desde la persoectiva popperiana)
Por otro lado, Figueroa no se quedo en el escritorio con minuciosas y sofisticadisimas exégesis a las encuestas de hogares, sino que a la par se interno en las alturas de la sierra peruana con un equipo de investigación para convivir, escuchar, observar y entender mucho mejor a la economía campesina, de la cual también tiene un libro de texto.
Ahora bien, para plantear políticas tienes que tener un buen diagnóstico y creo que en este punto es en el que más han fallado los “policy makers” en los países sub desarrollados ya que han reducido su “recetario” a políticas importadas sin considerar las condiciones iniciales de una economía como la nuestra (heterogénea y sobrepoblada) y menos a hacer el esfuerzo de escuchar al “otro” dada la fuerte heterogeneidad cultural, social y étnica.
Por lo mismo que mejor aporte para una política que un muy buen diagnostico: “Teoría de la inclusión-exclusión”, desde mi punto de vista hasta el momento el más certero de los diagnosticos en términos de desarrollo económico.
Ahora bien, totalmente de acuerdo contigo hay que endogeneizar el origen del problema, por eso es que en clase manifesté mi duda al profesor: Si el factor subyacente de la “Teoría de la inclusión-exclusión” es exógeno ¿Estamos condenados?, y su respuesta fue que la alternativa es la un shock refundacional. No obstante, él no veía que el Estado -que es el agente económico que en principio debería tener dicha función objetivo- hacia propio dicho objetivo. Sino mas bien para Figueroa había evidencia empírica –en ese momento asesoraba la tesis de un alumno en este tema, con primeros resultados empíricos - que su función objetivo es la de MAXIMIZAR VOTOS sujeto al Presupuesto Público.
Y manifestaba que los únicos que tenían dicha función objetivo – la población excluida- no tenían los medios para implementarla y quienes tenían los medios (privados) no tenían incentivos para buscarla.
Así que le planté la alternativa del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación como oportunidad de un shock refundacional en nuestra sociedad, alternativa que considero interesante, pero que en todo caso dio como oportunidad pérdida, que en efecto lo fue.
P.D. Soy nuevo en esto de los blogs así que te dejo el mío
http://homoreciprocans.blogspot.com/
El tema es fascinante, y me queda mucho en el tintero, pero por ahora lo dejo allí.
Hola Stanislao. Muy interesante post. Te dejo un comentario sobre lo del mercado laboral no-walrasiano y la exclusión por origen étnico.
Creo que en términos generales, la teoría de Figueroa refleja más la realidad de un Perú pre-velasquista o colonial, que del Perú actual.
Actualmente, las condiciones en las cuales las personas de origen indígena y afrodescendiente participan del mercado laboral responden más a la pobreza de sus activos sociales, que a una exclusión derivada de la valorización de éstos.
En otras palabras, la situación actual responde más a la distribución desigual de activos, que a algún mecanismo de exclusión derivado de su valor social.
Por lo tanto, creo que la teoría Sigma describe una etapa transitiva. Falta modelar el "antes", que es como tu dices, endogenizar la desigualdad de activos (los trabajos de Acemoglu sobre la formación de sociedades coloniales van en ese sentido por ejemplo). Pero falta también el "después", un modelo post sociedad sigma, donde el mayor driver de la desigualdad de ingreso sea una desigualdad de activos en mercados walrasianos, y no así la exclusión. Creo que la teoría que presentas va muy bien en ese sentido.
Ahora, otra cosa. El uso de la palabra "activo" induce en una especie de marco conceptual “contable” del desarrollo. En ese sentido, los activos intransferibles parecen ser más como el Patrimonio de las personas (i.e. la conformación genética, las dotaciones de riqueza fruto de transferencias intergeneracionales, etc.).
Por otro lado, si hay activos, estos también deben tener su contraparte contable a forma de pasivos: en general, cualquier condición o circunstancias desfavorables al desarrollo de las personas (un mal genético dormido es un pasivo contingente, por ejemplo).
El estado en el Perú falla justamente en nivelar el nivel de juego: no subsana los pasivos de los cuales las personas no son moralmente responsables (i.e. salud), pero tampoco brinda activos que puedan ser rentabilizables (i.e. educación), y que puedan compensar así la desigualdad transferida de generación en generación, y que pudo haberse originado y/o acentuado en la etapa de sociedad sigma. En otras palabras, la falta de políticas de formación y acumulación de capital humano, hace que la desigualdad de activos y de ingreso persista y se acentúe.
Tu teoría toca bastante de fondo. Está interesante y hace pensar bastante. Sigue dándole vueltas. Saludos,
Ah, se me paso. Mi primera afirmación se basa en cierta evidencia empírica. Hay algunos trabajos han probado la hipótesis de exclusión de origen étnico en el mercado laboral, y no han encontrado evidencia que la soporte. Por ejemplo un trabajo de Hugo Ñopo que alguna vez fue comentado en el GCC, aquí. Saludos,
Publicar un comentario