sábado, 20 de septiembre de 2008

Una versada contrarréplica desde el margen sobre relativismo, desigualdad y encuestas de hogares

Raúl Mauro ha escrito una respuesta a mi post anterior aquí:
http://politekon-peru.blogspot.com/2008/09/versos-apasionados-al-margen-sin.html
Más allá de la ironía, aquí van mis respuestas a sus comentarios:

1. Respecto a los errores de interpretación, debo anotar que utilice esa frase no para referirme a Mauro en particular, sino más bien a Campodónico y a Manrique, quienes también escribieron al respecto y que espero comentar. La idea básica tiene que ver con la forma en que se lee la evidencia, y que es un error obvio cuando, por ejemplo, Campodónico utiliza los datos de 3 periodos para evaluar el patrón distributivo de un modelo que se instauró hace 18 años en el país. Sin embargo, el relativismo en el que incurre Mauro es sorprendente:
La realidad puede tener múltiples interpretaciones y todas pueden ser igualmente válidas y cada quien tiene libertad para suscribir, o discrepar porque hay libertad para hacerlo”.
Depende de la epistemología que se tenga detrás. En mi concepción, el relativismo epistemológico y posmoderno es una estafa. El filosofo argentino Mario Bunge llamaba, hace poco, a criticar “… el posmodernismo por renunciar a los valores de la ilustración, empezando por la racionalidad, el escepticismo moderado (metodológico), la objetividad, la búsqueda de la verdad y la propiedad común del conocimiento básico (a diferencia del técnico). Es preciso denunciar el posmodernismo como una estafa cultural que, de triunfar, nos retrotraería un milenio. En los recintos académicos no hay que tolerar a los enemigos de la razón y la objetividad, tales como el irracionalismo, el relativismo, la filosofía confesional y la llamada «filosofía feminista»….” Ser, saber y hacer. Editorial Paidos, 2002.

Mauro esta en todo su derecho de tomar la postura que estime conveniente. Pero ello no le da derecho a emitir juicios ligeros respecto al trabajo que realizan los profesionales que trabajan en el INEI en la producción de estadísticas. Tiene que poder demostrar lo que afirma.

2. Sobre la politización del INEI es importante notar a que no estamos refiriendo con ello. Concuerdo en que lo ideal sería un INEI que funcione con un directorio elegido como en el BCR. Pero ese no es el punto que pretendía abordar con mi crítica. En el fondo, mi crítica tiene que ver con la facilidad que mucha gente en el Perú pone en cuestión la honestidad profesional y calidad académica de la gente que trabaja o asesoran a instituciones como el INEI. Ello fue notorio en la reciente discusión sobre las cifras de pobreza, en donde con mucha facilidad gente como Hildebrandt o Wiener se mandaron con comentarios insultantes contra el INEI y que de paso trataban muy mal a gente que colaboró en la producción de las estadísticas. Es parte de esa detestable costumbre muy peruana de pensar que eres culpable a menos que sea capaz de demostrar tu inocencia. Como las cifras no son lo que uno espera en función a creencias e ideología, entonces las cifras deben haber sido manipuladas.

Ahora, Mauro tiene una serie de razones para dudar de las cifras del INEI. Coincido con el que en muchos aspectos uno puede formularse reparos respecto a la calidad de los productos estadísticos del INEI. Personalmente, me he encontrado muchas veces con problemas de consistencia en las encuestas de hogares, como por ejemplo los datos de educación de la ENAHO del 2005. Sin embargo, de ahí a decir que esto es producto de una manipulación interesada hecha con el propósito de favorecer a los que están en el poder, me parece exagerado y malintencionado. Más aun cuando el INEI es, en mi opinión, uno de los institutos de estadística más transparentes de la región. De ahí, que podamos detectar las falencias de las que Raúl habla en su post. En los últimos dos años trabaje con encuestas de hogares de 18 países de la región desde el puesto de Junior Professional Associate para el Departamento de Desarrollo Humano para América Latina del Banco Mundial en Washington y el INEI es el único instituto de estadística que pone a disposición de los usuarios las rutinas utilizadas para el computo de indicadores así como todos los códigos de las variables calculadas a partir de los datos originales recogidos en el campo. En la mayoría de los casos, los institutos de estadística apenas si ponen a disposición de los usuarios las bases de datos y los cuestionarios. Muchas veces, aun siendo funcionario del Banco Mundial, tuve que lidiar con funcionarios de los institutos de estadística que ponían reparos a pedidos de acceder a los códigos para el cómputo de las variables agregadas de las encuestas, como por ejemplo el gasto. Es por esa razón que las acusaciones ligeras de manipulación como las que formula Mauro me parecen fuera de lugar.

Por si fuera poco, el INEI permitió la auditoria de sus cifras de pobreza por parte de un comité de expertos del BID y del Banco Mundial, así como de académicos peruanos. Más allá de las típicas discusiones metodológicas, lo cierto es que no escuche ningún reparo serio de ningún miembro del comité. Y no me imagino a Javier Herrera del IRD de Francia o a Renos Vakis del Banco Mundial poniendo en riesgo su prestigio académico y profesional para favorecer al APRA. ¿Un poco difícil, no?

3. El tercer contra-argumento de Raúl tiene que ver con la comparación entre las encuestas del INEI y la de Apoyo. Dice Raúl que estas son inconmensurables. Creo que el argumento es parcialmente cierto, pues puede argumentarse que existirían diferencias importantes en su diseño. Pero tengo la impresión de que Raúl exagera. Uno podría plantear también que las encuestas de empleo y las de niveles de vida son inconmensurables puyes tienen objetivos distintos, pero lo cierto es que, en tanto ambas recogen información sobre las condiciones de vida de la gente -aunque con diferente énfasis e intereses- tienen algún nivel de comparabilidad que sería preciso determinar a partir de un análisis de la documentación sobre los aspectos metodológicos de ambas encuestas. Dicha análisis comparado no es posible en este caso porque dicha información está disponible para el caso de la ENAHO pero no para la encuesta de Apoyo. Pero, mas allá de lo anterior, lo que argumente en mi post anterior es que, dada sus características, difícilmente la encuesta de Apoyo, por más énfasis que tenga en capturar los niveles de vida del los ricos, puede ser un mejor instrumento que la ENAHO debido a su tamaño de muestra. Dado que la característica relevante es compartida por un segmento muy reducido de la población (5 % según Apoyo, que más o menos concuerda con estimaciones que hiciera el profesor Figueroa en su libro Reformas en Sociedades Desiguales), los resultados son muy sensibles al tamaño de la muestra. En las simulaciones que hice mostraba como el margen de error es importante cuando el atributo de interés (en este caso la riqueza) y la muestra son muy pequeños.

Finalmente, quiero hacer notar que no me anima ningún tipo de fanatismo a la hora de formular críticas como esta. Tomen nota que no he defendido ninguna “verdad” en mi crítica; lo único que hecho es hacer notar que no se puede formular hipótesis tan fuertes con evidencia tan débil. En ese sentido, he hecho precisamente lo contrario de lo que Mauro me acusa.

1 comentario:

Roberto dijo...

Un pequeño apunte epistemológico.

Tú criticas el relativismo de Mauro con un párrafo que empieza con la siguiente fórmula: "Depende de la epistemología que se tenga detrás. En mi concepción..."

Es decir, opones que "la realidad puede tener múltiples interpretaciones" al hecho que eso depende de la epistemología. Hay por tanto, varias epistemologías, cada una igualmente válida y cada quien tendría entonces libertad para suscribir, o discrepar porque hay libertad para hacerlo.

Es decir, relativizas el debate epistemológico a una aparentemente simple cuestión de opción. Yo podría también acusar (como otros lo han hecho) a Bunge de estafador y que renuncia al debate racional.

Pienso en las riquísimas reflexiones racionales al interior de la epistemología como disciplina filosófica, de Kuhn, Lakatos y Feyerabend. Este último sobre todo, al que no creo que se le pueda acusar de que renuncie en modo alguno a: la racionalidad, la objetividad, la búsqueda de la verdad. Lo interesante de su "Tratado contra el método" es la denuncia de posiciones aparentemente racionales como las de Bunge.

Lo de la posmodernidad es otro chiste, argentino imagino. La posmodernidad no es un momento en el que "todo es relativo" (frase que en algún momento se imputó a Einstein, quien jamás dijo algo así), sino por el contrario, se le considera un momento cultural y social, cuyas características, entre otras se da cuando aparece esta suerte de "desencanto del desencanto", la crisis del mito del progreso y de la Historia con H mayúscula.

Me imagino además que con el posmodernismo Bunge quiere meter en el saco a varias de las corrientes de los últimos años, como el post-estructuralismo, por ejemplo. Creo no conocer disciplinas dentro de las ciencias sociales más disciplinadas y obsesivas por el registro.

En fin, cada uno hace lo que quiere (dentro de los márgenes o condiciones que la realidad impone a priori).