viernes, 10 de junio de 2011

Reflexiones post-electorales


Acabó el proceso electoral y ahora tenemos como presidente a Ollanta Humala. Hasta hace poco “el salto a vacio” y ahora –por esas cosas que tiene nuestra política local-la opción democrática de la coyuntura. Muchos celebran el que no se haya elegido la opción fujimorista. Se habría evitado, según muchos, el retorno de la mafia de Fujimori y Montesinos. La prensa fue una vergüenza, no solo El Comercio y Perú 21, sino también La Republica que dejaron de lado la objetividad y se enmarcaron en campañas de desprestigio contra Humala y Fujimori respectivamente. Ambos crearon miedos y minimizaron los riesgos de la alternativa que defendían. Una evaluación objetiva de su rol es tarea pendiente.

¿Quien perdió con estas elecciones?

Creo que la gran perdedora fue la verdad. Ya se ha dicho mucho de cómo los medios que apoyaron a Keiko Fujimori crearon miedos infundados sobre el manejo económico. Pero también es cierto que dentro de los simpatizantes de Humala se exageraron los miedos de un posible retorno del régimen corrupto y violador de los derechos humanos del 90. No existen las condiciones para la reproducción de un régimen de esa naturaleza en el Perú actual del mismo modo que la replicación del modelo venezolano es inviable. Lo cierto es que ambos candidatos generaban dudas pero de ahí al apocalipsis que pintaban los críticos de uno y otro lado hay mucho trecho.

También perdió la dignidad. Si, ya se, se dirá que se evitó que la mafia retorne al poder pero lo real es que el solo escenario de tener que elegir entre Humala y Fujimori ya era indigno para un país que ha aun no se recupera de las secuelas del conflicto armado interno. Desde 1985 y con excepción de Toledo, el Perú ha estado gobernado por presidentes que luego han enfrentado acusaciones serias de violaciones de derechos humanos. Alan García tiene en su haber acusaciones relacionadas a su participación en la matanza de los penales mientras que sobre Fujimori me ahorro comentarios para no repetir lo obvio. La novedad de esta elección es que es la primera vez en nuestra historia reciente que un acusado de violar derechos humanos es elegido democráticamente. Qué país más digno aquel que elige a alguien acusado de crímenes de lesa humanidad para evitar lo indigno que sería elegir a la hija de un violador de derechos humanos.

Se dirá que Humala ya fue investigado y que fue absuelto. Nada más ajeno a la verdad. No se pudo determinar su responsabilidad porque los testigos cambiaron de versión. La cosa huele mal teniendo en cuenta las acusaciones de compra de testigos en este caso y de la existencia de personajes vinculados a Humala en dicho proceso. Ojala que, por dignidad, se esclarezca lo que paso en Madre Mía.

¿Qué es lo que viene?

Como dije, no es de esperar que Humala introduzca cambios significativos en el modelo económico. Por lo menos no en el corto plazo. Probablemente se intente llevar a cabo los programas redistributivos del plan original. Me gustaría equivocarme, pero dudo mucho que estos programas tengan el impacto redistributivo que sus impulsores aseguran. Hay demasiado voluntarismo y poca reflexión seria acerca de cómo lograr cambios sostenibles en la distribución del ingreso en el mediano plazo. Ahondaré en estos aspectos en el futuro, pero el argumento básico es que dichas iniciativas asumen una capacidad estatal de la que carecemos.

Voluntarismo

Mucha gente voto por Humala con el argumento de que es posible hacerlo rendir cuentas. Algunos más ingenuos han empezado a hablar del “voto vigilante”. Yo tengo mis dudas. La gran verdad, es que solo en contextos muy particulares y de crisis, la movilización popular tiene algún poder para controlar a los gobiernos. Ya Humala a incluido en el comité de transferencia un militar retirado que firmo la acta de sujeción a Montesinos y nadie ha dicho nada. ¿Dónde están los vigilantes? Esa parece ser la “democracia facebook” de muchos en mi generación. No basta un “like” a la campana democrática virtual de moda.

El uso político del dolor ajeno

Las últimas semanas de la campaña se uso extensivamente el caso de las esterilizaciones forzadas. Estuvieron metidos medios de comunicación como la Republica, movimientos de izquierda, organizaciones de DDHH, entre otros. Apenas 4 días después de las elecciones ya nadie habla del tema. Seguro volverá con fuerza el 2016 por los mismos que ahora parecen ya haberlo olvidado.

Si, no gano Fujimori. Pero no puedo evitar sentir que, después de todo, también perdió la dignidad. Seguro perdió menos si comparamos este resultado con la derrota moral que hubiera sido tener al fujimorismo de vuelta. Pero el que hayamos elegido a un acusado de crímenes de lesa humanidad (con un movimiento de DDHH que se puso de costado y olvido que fueron ellos los primeros en cuestionar a Humala) no debería ser motivo de celebración. A menos que, después de todo, no seamos tan dignos.

2 comentarios:

Carlos Jerez dijo...

¿Por que Alejandro Toledo, o alguien parecido, no ha tenido ninguna oportunidad de ganar las elecciones?

Stanislao dijo...

Hubo mucha competencia por el centro politico (3 candidatos que mas o menos ofrecian lo mismo). Al final, ninguno paso a la segunda vuelta.

S.